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miércoles, 29 de junio de 2011

De la tele al escenario: las hijas de ÓPERA PRIMA.

De la tele al escenario: las hijas de ÓPERA PRIMA.

Por Manuel Yrízar.

El domingo y el martes participamos del rito. De la liturgia de la ópera. Es como ir a Misa los domingos y fiestas de guardar. Obligatorio. Bajo pena de pecado mortal. O venial. Según el caso.

En el Teatro-Templo Blanco y Marmóreo del Palacio de Bellas Artes. Los congregantes íbamos confesados y contritos. Puros.

“La hija del regimiento”. Ópera en dos actos de Gaetano Donizetti.

Este ciclo tenía como atractivo principal, aparte del Belcanto y la música chispeante y romántica de la obra cómica, el hecho de que en ella participarían en el papel protagónico dos sopranos triunfadoras que dieron mucho de que hablar el año pasado de 2010 cuando saltaron a la fama y se hicieron famosas por haber participado y ganado en el Show televisivo cultural, valga la contradicción, ÓPERA PRIMA Las voces del Bicentenario que nos mantuvo a los tele adictos pegados a la pantalla durante los meses en que se desarrollo este concurso de cantantes de ópera por el Canal 22. Patricia Santos y Leticia de Altamirano.

La expectación se sentía en la sala desde el día del estreno.

Dimes y diretes en la butaquería. Luneta, anfiteatro, galería, palcos. Lleno el recinto como debe de ser. Esos murmullos y ese cuchicheo característicos de los días en que estamos ciertos que algo va a pasar. Los músicos de la orquesta tocando antes de que empiece la función. Siguen llegando los atrasados que suben presurosos la escalinata de entrada. Subir esos escalones de mármol negro y traspasar la espectacular puerta de bronce antes de que los ujieres la cierren justo en tus narices es penetrar en un espacio sagrado. Desde que los amables aunque serios porteros que te reciben con la máquina lectora de boletos que prende su luz roja y canta igual ya nada es lo mismo. Estás dentro de una ceremonia antigua y noble. Participas y comulgas ya del teatro que te saca de lo real. Lo maravilloso tiene su sede en ese lugar distinto a todos los lugares.

L'ennemi s'avance, Amis, armons-nous! (Acto 1)
 
Cuando la orquesta afina- suele hacerlo algunas veces-entra el director concertador, el público aplaude porque tiene ganas de aplaudir y porque así se acostumbra, al igual que al músico que con batuta o sin ella, saluda al respetable público que anónimo y callado espera que esto comience. A telón bajado empieza la obertura que solo en la última función logró hacer sonar bien los temas de metales y alientos que me asustaron en la Prima por lo horrible que sonaron presagiando tal vez algún desastre pues dicen algunos que lo que mal empieza mal acaba. Ya se me olvidó, o quiero que se me olvide, lo que sucedió en esa primera representación. Ahora reseño las dos últimas, donde solo cambiaron las Divas, y Sulspicio, un sargento. Pero las Divas son las Divas y la ópera se llama LA HIJA.
 
Todavía no aparece Marie, María, cuando con la música de la introducción vemos a unos adormilados soldados tiroleses 20 años antes de que suceda lo que sucedió. Allí aparecen dos mujeres misteriosas que dejan abandonada a su suerte a una niña que, lo sabremos después, que será adoptada por todo el regimiento como su hija. Ya la vemos aparecer después de que un soldado porta un letrero que nos indica que ya han pasado los 20 años en un segundo. Esa es parte de la mágica convención del género operático. Una morena, Patricia, y una rubia, Leticia, serán las que encarnen y den vida a esa niña huérfana: la hija del regimiento.
La historia es sencilla y simpática. El libreto lleno de militares y de marchas narra una historia un tanto ingenua de amores y desamores de la muchacha y su enamorado donde se van develando los misterios de quien es esa niña abandonada. El final feliz como en estas historias cómicas culmina con obviedad.
 
 
Sainte Madone! Douce patronne! A tes genoux, Chacun te prie! 
 
Esta historia divertida sirve al compositor italiano Gaetano Donizetti, avecindado en ese entonces en Paris, 1838, escribir y estrenar en la Opéra-Comique su ópera en 1840. Lo único importante para esta crónica es que en ella el compositor creo un personaje, Marie, que tiene una de las músicas más endiabladas y difíciles del repertorio belcantista asignadas a una soprano que salga avante del apuro. Y que en estas funciones, por azares del destino y decisión de quienes organizan, es un decir, la ópera en Bellas Artes, decidieron que estaría bien para el debut en un rol protagónico, estelar, a la ganadora de ese concurso de canto televisado: Patricia Santos. Y también por esos mismos azarosos azares se unió al elenco otra de las triunfadoras de ÓPERA PRIMA, la también soprano Leticia de Altamirano. La cosa entonces se puso buena.
 
Rataplán, rataplán, plan, plan! 
 
Toca aquí al cronista narrar lo que a su particular criterio sucedió.
 
Lanzadas al ruedo con un toro bravo las novilleras Paty y Lety salieron avantes sin ser revolcadas ni corneadas. No es poca cosa.
 
Patricia Santos tiene el don del carisma escénico. Debutar con esta ópera difícil y plagada de dificultades para cualquier cantante la obligó a subir al coso máximo de México, el mítico Teatro de Bellas Artes, donde ya sabemos que cantaron Lily Pons y María Callas, entre otras linduras, con las armas, capa y espada, de su voz y su talento. Desde que sale al escenario la soprano empieza a cantar y no sabemos si termine de hacerlo. Dos horas de belcanto le esperan. Duetos, arias, trios, más duetos, más arias, trios, concertantes, más arias. Una tras otra sin descansar. Verdadera hazaña de Sísifo. En el infierno Sísifo fue obligado a empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio. Solo quien esta allá arriba del escenario sabe lo que es eso. Y Patricia Santos lo supo. Debemos agradecerle su entrega y compromiso. La fogosidad y el trabajo realizado. Su entrega apasionada y amorosa. Hizo de su Marie un personaje dotado de fibra y garra. Al finalizar y recibir el aplauso del público se inclino y toco el suelo del teatro de Bellas Artes. Había logrado su sueño.
 
Lo mismo hizo Leticia de Altamirano. Su Marie estuvo vestida de su presencia cálida y rubia. Una caracterización muy suya. Con entrega y donaire salió a cumplir a cabalidad con el reto que se le presentaba. Y acometió la diabólica partitura dotando de voz y alma a su personaje. Poseedora de una bella voz bien timbrada de soprano lírica doto con todos sus recursos a esta Marie enamorada y romántica que logra concretar su ideal amoroso y al final sale avante y triunfadora. 
 
El tenor español Antonio Gandía tuvo la suerte y el honor de participar con más pena que gloria de ser el enamorado de estas dos bellas debutantes. Los agudos sonaron a veces y no faltó el gallo que le cantó a san Pedro al final de su aria incantable.
 
Todos los demás cantantes cumplieron como profesionales. Y el coro muy bien. José Areán dirigió con pundonor y acierto.
 
 
 

martes, 28 de junio de 2011

Taller de ópera: conjunto de todas las artes, impartido por Manuel Yrízar Rojas

Tenemos el agrado de invitar al público interesado a que asista al curso Taller de ópera: conjunto de todas las artes, que impartirá nuestro amigo Manuel Yrízar Rojas, el cual es totalmente gratuito para el público asistente, y el cual promete ser sumamente enriquecedor. EL sitio donde se impartirá este curse es sumamencte céntrico, en la Biblioteca de México, a un lado del Metro Balderas. Ojalá acompañen a nuestro buen amigo. No se arrepentirán.

martes, 21 de junio de 2011

El Foro Internacional de Música Nueva, por Mauricio Rábago Palafox

Auspiciado desde su creación por el INBA, cumple 33 años el Foro Internacional de Música Nueva Manuel Enríquez (Ocotlán, Jalisco 1926 – Ciudad de México 1994). En los años setentas, el maestro era primer violín del Cuarteto México al lado de Luz Vernova, Gilberto García y Sally van den Berg, además era director del Conservatorio Nacional de Música y de la Dirección de Música del INBA. En el Conservatorio implementó los conciertos de los miércoles, obligatorios para el alumnado; si un alumno faltaba a tres o más de esos conciertos no se la daba reinscripción. Esos conciertos eran muy variados pero un buen porcentaje de ellos estaba dedicado a la música contemporánea. Recordamos uno donde se presentó el propio Manuel Enríquez al violín acompañado al piano por el maestro Jorge Velasco, interpretaban la sonata de Ferruccio Busoni (1866 – 1924) y otras obras. Ya desde entonces el maestro Enríquez concibió la idea de un foro dedicado exclusivamente a la música contemporánea, lo cual pudo concretar finalmente en 1979 bajo los auspicios del INBA.

En aquél primer año se interpretaron setenta y nueve obras, de las cuales cinco eran estrenos mundiales. Él personalmente dirigió del Foro los primeros diez y seis años, y decidía qué obras se tocaban, encargaba música nueva, organizaba, interpretaba… Desde sus inicios se planteó como un evento incluyente donde no sólo se escuchara música mexicana sino de todos los rincones del mundo.

Es inmensa la contribución del maestro Enríquez como promotor y difusor de la música contemporánea, gracias a él no sólo sigue viva sino que ha crecido en cantidad y calidad. Hoy día el Foro de Música Nueva es el más importante de México y de América Latina y en él se han tocado más de tres mil obras. Es un evento anual; fiesta y muestra de la reciente crianza musical. Una buena cantidad de compositores y ensambles han surgido gracias a este Foro, animados por la certeza de que ahí escuchará sus obras un público entusiasta y conocedor, formado y educado en el propio Foro.

En su trigésimo tercera versión le Foro convocó a compositores de Alemania, Dinamarca, Bélgica, Indonesia, China, Francia, Canadá, Venezuela, Cipre, Malta, Irán y Japón entre otros. Las sedes donde se presentó este año fueron el Conservatorio Nacional de Música, la Escuela Nacional de Música de la UNAM, el Palacio de Bellas Artes, el Centro Nacional de las Artes, y el Teatro Degollado de Guadalajara. Lo organizó la Coordinación Nacional de Música y Ópera del INBA cuyo titular, el maestro Eduardo Soto Millán, declaró en la inauguración del Foro: “Lo mejor es escuchar y saber que la música está viva”. En esta edición del Foro se interpretaron 130 obras, de las cuales 80 fueron estrenos mundiales.

Destacan entre los compositores convocados para este Foro: Tonalli Magaña, Jorge Torres Sáenz, José Julio Díaz Infante, Leonardo Coral, Manuel de Elías, Rosa Guraieb, Hébert Vázquez, María Granillo, Ricardo Durán, Brian Ferneyhough, Eddie Mora y David Dzubay entre otros muchos.

El Cuarteto Latinoamericano se presentó con obras de quien le da el nombre al Foro; Manuel Enríquez, con motivo del 85 aniversario de su nacimiento. Y el Quinteto de Alientos de la Ciudad de México rindió homenaje al desaparecido Eugenio Toussaint.

Como parte del festival, se ofrecieron varias charlas-conferencias: “La viola”, impartida por Christophe Desjardins; “Reinterpretación o fragmentación de ideas” como ponente la compositora Gabriela Ortiz; y “Componer en lo heterogéneo” por Jean-Marc Chouvel.

El concierto de clausura fue en el emblemático auditorio del Conservatorio Nacional de Música, con la Orquesta de Cámara de Bellas Artes dirigida por Juan Trigos y como solistas María Luisa Tamez, Horacio Franco, César Castellanos, un programa con obras de Jesmond Grixti, Héctor Javier Bonilla, Jerzy Bauer y Michael Matthews.

Felicidades por este esfuerzo único, y que dure muchos años más.

viernes, 17 de junio de 2011

El peregrinaje de la rosa. Robert Schumann.



Robert Schumann: El peregrinaje de la rosa.

Estreno en México. Por Manuel Yrízar.

En 1850 Schumann acababa de ser nombrado director musical de Dusseldorf, a esta altura de su vida los fantasmas de la locura ya empezaban a atormentarlo, es en este período cuando su composición musical se vuelca al ámbito religioso, menos, “El peregrinaje de la rosa” que como lo calificaba Schumann era “un encantador e idílico cuento de hadas”.

“El peregrinaje de la rosa” nos acerca al mágico relato de una rosa que ansiaba vivir como un ser humano. La princesa de los Elfos la convierte en una bella muchacha, a la cual le da una rosa que deberá llevar siempre consigo y así de esta manera conocería la felicidad sobre la tierra. La muchacha es adoptada por un molinero, se enamora, se casa y tiene un hijo al cual le transfiere la rosa que le había dado la princesa de los Elfos, con el único objetivo de que también alcance la dicha sobre la tierra. Pero al hacerlo y quedarse sin esta rosa mágica, muere y se transforma en ángel.

La idea está tomada de un texto de Moritz Horn, poeta aficionado y funcionario de la audiencia de Chemitz. Poeta al cual Schumann admiraba.

El miércoles 15 de junio asistimos a la Sala Ponce del Palacio de Bellas Artes para el estreno que el Coro de SOLISTAS ENSAMBLE de Bellas Artes dirigidos por Xavier Rives y con la destacada participación de la maestra María Teresa Frenk al piano de este oratorio profano de Robert Schumann, EL PEREGRINAJE DE LA ROSA que se estrenaba en México en su versión original.

Fue una muy grata experiencia corroborar la buena labor que viene realizando esta agrupación coral que esta tomando nuevos bríos y aires también renovados con entusiasmo, disciplina y espíritu de trabajo. Los resultados artísticos son plausible y el aprovechamiento de estos instrumentos vocales profesionales y preparados debe seguirse haciendo para el deleite del público aficionado que gusta de estas obras clásicas.

Del programa de mano transcribimos esta nota por el interés de la obra interpretada:

Si hay una obra que identifica a Robert Schumann como un compositor esencialmente romántico, ésta es “El peregrinaje de la Rosa”. En ella se concentran tanto el idioma básico del mundo del lied (‘canción de cámara’), lleno de símbolos identificativos y sintetizadores expresivos como la naturaleza y el hombre, el tilo, el molino, el camino, el cazador…, y también la inquietud por experimentar nuevas formas, originales en su estructura y siempre con la evocación literaria como eje. El resultado es una obra fascinante a caballo entre el oratorio pagano y la balada coral, rebosante del ideario.

La obra se compuso en 1851 recién instalado el compositor en Dusseldorf y sirvió para inaugurar en una matinée musical el salón de música de los Schumann en su nueva casa de la Kastanien Allee. Clara Schumann fue la pianista junto a un coro de veinticuatro cantantes y solistas amigos del matrimonio. El éxito de la obra camerística se diluyó en la versión orquestada que presentó el compositor en 1852, que no ha logrado imponerse en el repertorio ni, expresivamente, llegar al nivel de intensidad que aflora en la versión original. Al respecto, el mismo Schumann afirmaba: “Escribí la versión original de esta obra con el acompañamiento sólo de piano, que me parecía – y me lo parece aún- perfectamente suficiente para esta encantadora historia”.

El eterno encuentro de los símbolos de la naturaleza (la rosa) con el hombre se produce en el bucólico mundo campesino. Simplicidad rústica aderezada aquí por el ingrediente maravilloso de lo mágico, representado en la princesa de los elfos. Una hermosa historia, como es habitual en el mundo liederístico, basada en una iniciación (aquí peregrinaje), que va de lo supraterrenal a lo celestial a la conquista del amor, el afecto y las virtudes reconocidas de la condición humana.

“El peregrinaje de la rosa” se estructura en dos partes como si fuera un Liederkrantz, es decir, una sucesión de cuadros, ya bien narrativos o meramente poéticos y evocadores. La ausencia de recitativo como parte estructural concede de una manera muy original el protagonismo a la melodía y sintetiza constantemente los aspectos esenciales de la historia.

Estas agrupaciones del INBA demuestran que con empeño, dedicación, estudio y seleccionando obras que lleguen al aficionado que lo estimulen y enriquezcan pueden lograrse éxitos que a todos beneficien.



jueves, 9 de junio de 2011

Brahms: Ein Deutsches Requiem • Solistas Ensamble del INBA/Coro de Madrigalistas de Bellas Artes [HD video]

El pasado 25 de mayo en la sala principal del Palacio de las Bellas Artes (que es la imagen oficial de nuestra página) se presentaron el Coro de Madrigalistas de Bellas Artes así como los Solistas Ensamble del INBA, bajo la dirección de Xavier Ribes, joven pero notable director catalán, para interpretar el Réquiem alemán de Johannes Brahms en una reducción para piano a cuatro manos (aquí interpretada con dos pianos). Ahora tienen la oportunidad de ver y escuchar ese recital en video de alta definición, y si les interesa verlo en la pantalla de su televisión de plasma o leds, tienen también la opción de descargar el video para quemarlo en un par de DVDs y verlo con toda calma. Ojalá disfruten esta, que es nuestra segunda producción original en video de la revista.


domingo, 5 de junio de 2011

Miguel Del Real, director orquestal, por Mauricio Rábago Palafox

A los integrantes de Crítica musical en México, igual que al público melómano del país, así como a los muchos amigos que en el extranjero se interesan por lo que sucede en nuestro territorio, nos enorgullece ver los resultados del trabajo de Miguel Salmon del Real, brillante director de orquesta mexicano, y portavoz de muchas de las nuevas voces musicales en nuestro país, cuyo empeño y dedicación cada día le retribuyen un amplio reconocimiento. Con esa misma satisfacción, reproducimos la nota completa que Mauricio Rábago Palafox escribiera en torno al concierto que el Ensamble Nuevo de México diera el pasado 22 de mayo en la Sala Manuel M. Ponce, y que este domingo reproduce el prestigioso semanario Proceso (en este link se puede ver la nota reproducida en la versión electrónica de la revista). Esta nota se suma a la previa que escribiese nuestro director, José Manuel Recillas, sobre el mismo recital, y en el que pueden ver algunos videos de ese tarde. En esta ocasión, agregamos tres más, que ayudarán an tener una perspectiva más amplia de la labor desarrollada por esta notable fugura, ya imprescindible, de nuestra cultura musical.



Miguel del Real, director orquestal
Mauricio Rábago Palafox



Miguel Salmon Del Real es su nombre completo, su apellido paterno: Salmon se escribe sin acento. Nace en 1978 y es sin duda el más versátil y prometedor de los nuevos directores orquestales, sus padres: un ingeniero industrial y una psicóloga, quienes de jóvenes estudian piano y canto respectivamente. Miguel Del Real nace en un ambiente científico, cultural y artístico redondo. En contacto con la música desde niño. En el año en 2001 se gradua en composición, dirección de coro y orquesta y musicología, en el Instituto Cardenal Miranda (Ramón Vargas estudió ahí también) y viaja a Europa tras conseguir una beca, allá permanece siete años y completa la maestría en dirección de Orquesta (Conservatorios de Amsterdam y Paris) licenciatura en composición y estudios de Sonología (Conservatorio de La Haya) y el proyecto doctoral de musicología, (Universidad Sorbona de Paris). En 2007 se convirte en el primer joven director invitado por segunda vez para tomar parte activa en los cursos magistrales de Dirección Orquestal de la Academia del Festival de Lucerna, seleccionado bajo concurso mundial por Pierre Boulez quien escribió sobre Miguel Salmón Del Real: “Ha demostrado ser un músico serio y talentoso”

Miguel Del Real fundó el Ensamble nuevo México y a la fecha lo dirige, comenta para Proceso: “No hay ejecución más auténtica que la de la música contemporánea, ya que nos permite el trabajo directo entre compositores vivos e intérpretes”.


Desde Noviembre de 2009 este Ensamble ha realizado 48 estrenos mundiales de 39 compositores mexicanos radicados en diversas partes del mundo, todo un récord. Dichas obras, escritas expresamente para este Ensamble y su director son el resultado de la colaboración directa entre creadores y ejecutantes.



Miguel Del Real ha sido comisionado por el INBA como el Coordinador de Programación del Foro de Música Nueva “Manuel Enríquez” que en unos pocos días iniciará su versión 33 correspondiente a este año. Del Real añade “no quiero que se me encasille como director de música contemporánea. Por ser yo mismo compositor, esta música me apasiona, pero yo dirijo de todo, de hecho tengo invitaciones para dirigir próximamente obras de Vivaldi y de Pergolesi entre otros, me fascina la música pre barroca, y he montado y dirigido obras enteras de canto gregoriano que es en donde está el origen de la dirección coral y orquestal moderna”



El pasado domingo 22 de Mayo asistimos a la Sala Ponce del Palacio de Bellas Artes a presenciar el concierto “22 compositores en 22 piezas cortas” donde escuchamos al Ensamble nuevo México, dirigido por Miguel Del Real, once de esas piezas eran estrenos mundiales y todas escritas para este ensamble. Nos asombró ver llena la sala en un concierto dedicado a la música contemporánea, varios de los autores ahí estaban y recibieron calurosas ovaciones, el ambiente en el público era expectante y festivo hacía tiempo que no veíamos algo así, y aquí se rompió el mito de que la música contemporánea no convoca al público. Nos encantó este concierto y por lo visto al público también. Es de llamar la atención que este Ensamble no cuenta con ningún presupuesto, es un proyecto de garage a decir de su director, ensayan en las noches, robándole horas al sueño, lo que pone de manifiesto una muy poco común habilidad organizativa y un gran poder de convocatoria del joven director.



Ojalá pronto podamos ver a Miguel del Real dirigiendo una de las tres grandes sinfónicas de nuestra ciudad, él es un inmejorable prospecto para la titularidad de alguna de ellas y merece esa oportunidad más que ninguno.

miércoles, 1 de junio de 2011

Tosca en Bellas Artes, por Mauricio Rábago Palafox


Reproducimnos la breve crónica que realizara nuestro amigo y miembro del Consejo Editorial de Crítica musical en México, a cuyo cuerpo recién se acaba de integrar José Noé Mercado. Como podrán observar nuestros amables lectores, las diferencias de percepción sobre una misma obra afloran inmediatamente. Ya tendremos oportunidad para referirnos a estas diferencias, las cuales, lejos de obrar en contra de quienes las emiten, le proporcionan al lector una perspectiva más amplia, diversa, de la que el oficioso unanimismo podría o desearía.


Tosca en Bellas Artes
Mauricio Rábago Palafox

Tosca (1900) es la cuarta ópera de Giacomo Puccini (1858-1924) de un total de doce que compuso. De éstas, sólo las dos primeras no triunfaron, las otras diez se representan constantemente en todo el mundo y son éxitos absolutos; baste recordar títulos como Manon Lescaut (1893), La Boheme (1896), Madama Butterfly (1906), Turandot (1926) etc., para constatar la eficiencia de este autor, considerado el legítimo sucesor del gran Giuseppe Verdi (1813-1901)

En 1889 Puccini asistió en Milán a una representación de la obra teatral La Tosca, de Victorien Sardou (1831-1908); se enamoró del poderoso drama y comenzó a bosquejar su nueva ópera. “Es una obra que parece escrita especialmente para mí” decía Puccini. Pero tuvo que esperar y componer primero Manon Lescaut y La Boheme antes de ver cristalizado su sueño de musicalizar la Tosca. Cinco años le llevó realizar la fantástica música que inmortalizaría el drama de Sardou, sintetizado y adaptado para la ópera. Sería muy interesante leer este original de cinco actos y 23 personajes. Puccini fue tan cuidadoso en los mínimos detalles, que para escribir el preludio del tercer acto que retrata musicalmente el amanecer en Roma, se trasladó a esa ciudad y durante varias mañanas escuchó atentamente y escribió la compleja urdimbre sonora de las diversas campanas que tañen simultáneamente, desde la gran campana de la Basílica de San Pedro hasta las pequeñas de las muchas iglesias vecinas. El producto de sus anotaciones quedó plasmado en su hermoso preludio.

La función del pasado 17 de mayo estuvo encabezada por Bertha Granados, dueña de una voz robusta y poderosa. Ha cantado este papel en varios teatros del extranjero y nos obsequió una Flora Tosca emotiva y vibrante, resolvió técnicamente de manera admirable las terribles complejidades vocales y actorales de este rol; cantar Tosca es uno de los sueños de toda soprano. Diego Torre cantó el rol del pintor Cavaradossi, tiene una voz grande y oscura casi baritonal, y las notas agudas de su personaje, célebres por difíciles, las resolvió con un aplomo y seguridad envidiables. Muy conmovedoras su arias, en especial la última donde se despide de la vida. El malvado y corrupto barón Scarpia, el jefe de la policía (¿será que es un requisito?), es un papel de lo más difícil de la cuerda baritonal, estuvo interpretado por Juan Orozco, joven pero experimentado en este rol, nos obsequió una actuación muy convincente y emotiva y supo dosificar su canto. A ratos lo tapaba la orquesta pero eso es imputable a Nikisa Bareza, cuyo trabajo es precisamente concertar las fuerzas sonoras, por lo demás estuvo brillante y acertado. Charles Oppenheim, el sacristán, gracioso, buen actor y mejor cantante, bella voz de bajo, sabe bordar los personajes bufos, lo disfruta intensamente y se nota. Un elenco formado sólo por mexicanos, excepto Bareza, casi todos exalumnos del mítico maestro Jaso. La iluminación de César Guerra, nada memorable. La escenografía de Ricardo Legorreta, pretenciosa e ineficiente: las almenas de la torre del tercer acto se tambaleaban al contacto de los policías de Scarpia. El Coro de Niños de Schola Cantorum muy bien como siempre.

Muy mal, hay que decirlo, que el teatro estuviera a la mitad de su capacidad, y eso es falla de difusión. Mientras no se difundan correctamente los eventos, tendremos teatros medio vacíos.

¿Cuánto costó al pueblo esta Tosca? Con teatros medio vacíos ¿cómo queda el balance costo-beneficio? ¿Se irá a televisar, a difundir por radio?

Tosca en Bellas Artes, por José Noé Mercado


La honestidad de un crítico no está en el hecho de saberse mover como pez en el agua sino en entender las necesidades informativas que requieren los lectores, incluso si uno no está de acuerdo del todo con lo que éste tenga que expresar. Pero si la voz de este crítico es la de un respetado profesional cuya pluma no está en venta ni se presta a componendas, entonces el resultado tiene que ser a todas luces benéfico para los lectores. Hace unos días Crítica musical en México recibió (y seguramente continuará recibiéndolos) algunos comentarios en ese sentido, y probablemente se deban a un error de destinatario. Justamente en ese tenor de honestidad es en el que una voz como la del respetado periodista, crítico musical y narrador José Noé Mercado se encuentra, cuya proba trayectoria a lo largo de años de entrega al ejercicio de la crítica lo respaldan como una de las voces más autorizadas y respetadas del medio. Recientemente su probidad quedó de manifiesto una vez más, al escribir una reseña nada complaciente de la reciente puesta en escena de Tosca en Bellas Artes. En ella, nos enteramos del pobre desempeño del "bajo" Charles Oppenheim, quien por pura casualidad, por esos grandes azares del insondable destino resulta que es el director de la revista Pro-Opera y quien inexplicablemente no cantó como suele hacerlo en la bañera, o en el living-room, o donde sea que "ejecute" las arias que le corresponden y "ejercite" su voz. Ahora, José Noé Mercado se integra al equipo de Crítica musical en México con plenos derechos y con total respeto a su libertad de expresión y a su absoluto derecho a disentir. A partir de este momento, José Noé Mercado forma parte del Comité Editorial de nuestra revista, y su presencia en este espacio nos honra profundamente. ¡¡Bienvenido, maestro!!



Tosca en Bellas Artes
José Noé Mercado

Tosca, ópera en tres actos de Giacomo Puccini (1858-1924), con libreto en italiano de Giuseppe Giacosa (1847-1906) y Luigi Illica (1857-1919), basado del drama de Victorien Sardou (1831-1908).

Estreno: Roma, Teatro Costanzi, 14 de enero, 1900
Estreno en México: Teatro Arbeu, 27 de julio, 1901
Estreno en el Palacio de Bellas Artes, 22 de marzo, 1935
Última representación en el Palacio de Bellas Artes, 6 de marzo, 2008

Director concertador: Niksa Bareza
Director de escena: Raúl Falcó
Diseño de escenografía: Ricardo Legorreta
Director huésped del coro: Xavier Ribes
Diseño de iluminación: César Guerra
Director de la Schola Cantorum: Alfredo Mendoza

Tosca: Bertha Granados/Eugenia Garza
Cavaradossi: Diego Torre/ José Luis Duval
Scarpia: Juan Orozco/Genaro Sulvarán
Angelotti: Ricardo López
El sacristán: Charles Oppenheim/Arturo López Castillo
Spoletta: Víctor Campos
Sciarrone-Carcelero: Óscar Velázquez
Un pastor: Solista de la Schola Cantorum de México

Coro y Orquesta del Teatro de Bellas Artes
Schola Cantorum de México
Teatro del Palacio de Bellas Artes

Saber que Wolfgang Amadeus Mozart y Giacomo Puccini son los compositores operísticos que más se programan en el mundo, según estadísticas de Operabase, puede suponer el equívoco de que no hay nada más sencillo y exitoso que presentar obras de sus respectivos catálogos. Puesto que el arrastre que generan dichos títulos en un público casi siempre conservador no exenta la necesaria capacidad para llevar a la escena una reinterpretación fresca, propositiva y que aporte como versión al ser reproducida.

Ejemplo de ello es la Tosca de Puccini con la que la Compañía Nacional de Ópera (CNO) continúa su temporada 2011, pues no sólo la falta de una programación imaginativa y que guste del riesgo de la propuesta innovadora es evidente, sino también el escaso talento para cocinar un refrito.

Con funciones los días 15, 17, 19, 22, 24 y 26 de mayo en el Teatro del Palacio de Bellas Artes y alternando dos elencos, la CNO recurrió de nuevo a la producción de Tosca concebida por el Festival de San Luis Potosí en 2007, repuesta ya en Bellas Artes en 2008. Esta vez, sin embargo, el esplendor original ciertamente sobrevalorado en su momento de este montaje que cuenta con escenografía de Ricardo Legorreta, fue ensombrecido por modificaciones innecesarias y fallidas.

En el estreno, la función fue condenada por dos factores principales. Primero, por la dirección escénica de Raúl Falcó, plagada de movimientos clichés, incapaz de configurar una lectura rica o consecuente de los personajes, caricaturizándolos incluso, como en el caso del Barón Scarpia, malo, malísimo desde que sale a escena, conectándole combos a Cavaradossi, practicándoles el bullying a sus esbirros o interrumpiendo el clímax del “Vissi d’arte” al volver de colocarse una suerte de bata o negligé. Lo bueno para Falcó es que si como ex director de la CNO es tristemente célebre, ahora como regista difícilmente alguien se acordará de él.

Descontando la iluminación ordinaria y brusca de César Guerra, el segundo aspecto que condicionó esta Tosca fue la apresurada lectura musical del croata Niksa Bareza, ya que dificultó las respiraciones canoras de los solistas, indispensables para la construcción dramática del fraseo y de los mismos personajes y su estado emocional. Su ejecución plana y sin matices al frente del Coro y la Orquesta del Teatro de Bellas Artes tuvo menos puntuación que la de un adolescente en Twitter y se quedó a años luz de recrear las sensuales atmósferas puccinianas llevadas al paroxismo por directores como Victor de Sabata, en cuya imagen sonora puede incluso respirarse el exquisito y embriagante perfume de Floria Tosca.

El rol protagónico fue encarnado por la soprano Bertha Granados, con un instrumento de gran peso dramático, pero de una frialdad histriónica que no transmitió la carga de sentimientos que debería ir desplegando su personaje. Por su parte, en la función de estreno del segundo elenco, mucho más solvente y apasionada se mostró en este rol Eugenia Garza, quien exhibió un dominio pleno de sus recursos vocales y aderezó de un temperamento adecuadamente divo a Tosca. Este tipo de papeles le sienta muy bien a su voz y a su misma personalidad.

El Cavaradossi del tenor Diego Torre contó con una voz oscura, potente, aunque proyectada más a semejanza de un rayo láser y no como una luz expansiva que bañara al público. Su fraseo no es particularmente refinado ni hábil para convencer de las transiciones anímicas de su personaje, pero aún así es preferible en ese aspecto a su alternante José Luis Duval, ya que si bien suele tener reconocimiento de seguridad en el rubro vocal, lo que nadie pone en tela de juicio, poco más aporta a una interpretación gélida e histriónicamente exangüe que canta indistintamente su amor por Tosca que su odio por Scarpia.

El barítono Juan Orozco interpretó a Scarpia sin buscar contrastes en su poderosa voz. Emite siempre a todo volumen, lo que le lleva a perder afinación y color: a construir un canto monótono, estridente y sin gusto. Muy distinto fue el desempeño de Genaro Sulvarán, cuyo instrumento es usado con mayor control, de la misma manera en que busca mayor intención expresiva en su parado escénico.

El bajo Charles Oppenheim, quien en 2006 fuera criticado por no tener suficiente carrera o estudios musicales como para debutar en este recinto, para sorpresa de muchos regresó esta vez convertido en uno de los cantantes más activos de México para interpretar el personaje del Sacristán. En buena parte del primer acto fue inaudible y sólo hacia el final logró rebotar la voz en la escenografía. Ahora se le escucha más seguro respecto de aquel 2006, aunque su voz sigue presentando pobreza de brillo sobre todo en su registro alto. Su desempeño actoral es resuelto, pero empañado por manierismos y bufonerías fetiches que le imprime a todo personaje que interpreta, y que no presentó en su turno Arturo López Castillo, quien sufrió iguales problemas para hacerse escuchar.

Es rescatable la oportunidad de que cantantes jóvenes como los barítonos Óscar Velázquez, Roberto Aznar y Ricardo López o el tenor Víctor Campos puedan subir a escena para acumular experiencia a través de partiquinos. No obstante, el resultado integral de esta Tosca es sin duda superlativo: por sus fallas de hilvanado, sobre todo con la cúpula omnipresente ya en total descuadre en el tercer acto y la general carencia de refinamiento interpretativo, por su nula propuesta y lo pegoteada de la producción, simplemente fue tosquísima.