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viernes, 1 de abril de 2011

Sobre la crítica artística, por Mauricio Rábago Palafox


Continuamos con las ponencias presentadas en la mesa de discusión Crítica musical, ¿crónica nacional?, efectuada en el CENIDIM el pasado 30 de marzo, y reproducimos la que presentó nuestro amigo, colaborador e integrante del comité editorial de la revista Crítica musical en México, Mauricio Rábago Palafox.

Sobre la crítica artística
Mauricio Rábago Palafox

Desde siempre, en el campo de la crítica artística, han abundado las "autoridades" que realmente no conocen a fondo las materias que critican, y en consecuencia, desorientan y confunden al público. De hecho, no pocas veces sus críticas están motivadas por envidias, antipatías u otras oscuras razones que los alejan mucho de la imparcialidad. No faltan quienes instaurados en juez y parte, critican su propia obra.

Haga usted este interesante experimento: invite a varias personas a presenciar un espectáculo, (teatro, ópera, concierto, show...) cuide de acomodarlos bien separados a efecto de que no se comuniquen entre ellos. Después de la función, pregúnteles su opinión, y asombrosamente, escuchar usted que todas las opiniones son distintas, y acaso contradictorias. Y sin embargo todas ellas serán en mayor o menor medida correctas.

Lo que ocurre es que cada uno de sus invitados habrá contemplado solo una, de las múltiples facetas que muestra el fenómeno artístico, y desde sólo un ángulo. Por consiguiente, estas opiniones serán in-completísimas. Y entre ellas habrá enfoques positivo, negativo o neutro: Un artista que le sea antipático al público, por ejemplo, será juzgado por este, desde un ángulo negativo, y su desempeño artístico le parecerá malo o a lo más regular, por más que se haya esforzado. Y por el contrario, un artista favorecido por la buena voluntad del respetable, será juzgado con mucha más benevolencia.

Es importante que acomode a sus invitados separados porque la gente al no saber qué opinar, general-mente opina poco más o menos lo mismo que el primer vecino cuya opinión le parezca confiable, y en-tonces un grupo de personas "pensarán" lo mismo o casi, ya que entre ellos hay un "líder de opinión", quien influyó en el parecer de todos.

Y cuando uno de esos "líderes de opinión" accede a los medios masivos de comunicación generalmente confunde y desorienta al público, porque su opinión, además de no ser autorizada será incompleta. Estas personas han dicho por ejemplo que Tito Gobbi (famoso barítono italiano) no sabía cantar, y el público va a tomar esto al pie de la letra. (En un exceso de credulidad, el público acepta ciegamente lo que le dicen en televisión, en los medios impresos o en la radio). El conocedor en cambio, poseedor de muchos más elementos de juicio, diría por ejemplo que el gran Tito Gobbi, hubiera podido depurar aún más su técnica vocal, y extendiéndose expondría exactamente cómo y por qué.

Si los responsables de los medios masivos de comunicación, se cercioraran de la buena voluntad y la preparación de algunos supuestos expertos antes de permitirles externar su opinión, evitarían que estos desorientaran aún más al público. Y si los "expertos" estuvieran conscientes de que no conocen y por lo tanto no pueden mirar la mayoría de las facetas del quehacer artístico, tal vez entonces emitirían sus juicios con mucha más cautela, o mejor aún, los callarían.

Franz Liszt pianista y compositor húngaro (1811-1886) en su época la más famosa personalidad de toda Europa, escribió en La Gazette Musicale en 1835, en un ensayo titulado "De la situation des artiste et de leur condition dans la societé." (De la situación de los artistas y de su condición dentro de la sociedad)" dado que la educación del público que asiste a conciertos es una de las necesidades primordiales del momento, y dado también que la mayoría de los escritores y críticos que deberían ejercer esa educación carecen de un verdadero sentido de los valores y de los niveles de exigencia, tales críticos deberían ser sometidos a un examen para comprobar si resultan aptos para desempeñar la profesión que han escogido".* Con ese mismo espíritu Robert Schumann compositor y pianista alemán (1810-1856) fundó un año antes, en 1834, el periódico musical Neue Zeitschrift für Musik donde el propio Schumann escribía reseñas y críticas musicales. "Solo quien conoce a fondo las particularidades y la enorme dificultad del arte -no siempre evidentes- respeta y aquilata al artista". Y por mencionar solo algunas de esas facetas del quehacer artístico, veamos el caso de un cantante de ópera, por tomar alguno.

Un cantante lírico es una extraña y compleja mezcla de cuatro habilidades a cual más de importantes: actor, cantante, lingüista y músico. Y algunas de las facetas que conforman su quehacer artístico son:

Técnica actoral: ¿Es creíble su actuación o es exagerada, o corta, o fuera de género teatral? ¿El grado de emotividad que imprime a su canto y actuación es el adecuado, o es exagerado, o insuficiente?...

Presencia escénica: ¿Son agradables su figura, su postura sus desplazamientos y movimientos por el escenario? maquillaje, vestuario...

Técnica vocal: ¿Supera fácilmente las dificultades de la obra? el esfuerzo hecho al cantar es el adecuado, o se esfuerza más de lo que requiere lo que está interpretando? ¿Canta con una voz natural, o la disfraza para obtener un timbre más oscuro o más grande? tiene agilidad vocal? ¿Su tipo de voz es el adecuado para la obra que está interpretando? el sonido de su voz ¿tiene un buen tamaño?...

Dicción: ¿Se le entiende perfectamente lo que canta, pronuncia correctamente?...

Musicalidad: ¿Va a tiempo con la orquesta y sigue correctamente al director de la misma, y su fraseo es hermoso y elegante? ¿Se integra a los conjuntos vocales (dúos, tríos, concertantes etc.) o trata de destacar a toda costa, o en su defecto no logra hacerse escuchar? es afinado?...

Personalidad artística: ¿Está el artista a la altura de la fama que lo precede? ¿Hizo lo que se esperaba de él, o su actuación fue mediocre (total que aquí no es Viena sino sólo México)?

Rara vez el crítico de arte tiene todos los elementos de juicio, ya que no es artista, contempla el fenómeno de fuera, de lejos. Por ello Oscar Wilde (escritor inglés 1854-1900) exclama: "Por qué ha de ser turbado el artista con el clamor estridente de la crítica? Y por qué los que no pueden crear se encargan de juzgar a los que crean? Qué autoridad tienen para ello? Cada arte tiene su crítico, que, por decirlo así, le está asignado. El actor es el crítico del drama. El cantante o el tocador de laúd y de viola es el crítico de la música. Cuando Rubinstein interpreta la sonata Apassionata de Beethoven, no nos da solo a Beethoven, sino también a él mismo, y así nos da a Beethoven de un modo completo, reinterpretado por una rica naturaleza artística, vivificado y espléndido, gracias a una nueva e intensa personalidad. Cuando un actor representa obras de Shakespeare, pasamos por idéntica experiencia."2

Para que un abogado o médico o casi cualquier otro profesionista ejerza, se le exige su título, mismo que cuelga enmarcado de la pared de su despacho. Con el comprueba un mínimo de preparación, no así al crítico de arte por carecer casi siempre de algún documento equivalente. Solo conociendo a fondo una materia, puede realizarse una crítica a fondo. Y rara vez quien no es un profesional de la materia, puede presumir de conocerla. Por otro lado, es deseable que el crítico sea honesto y constructivo.

Es enorme el daño que un crítico mal preparado puede causarle al artista, y al público. Por lo que hoy día las palabras de Liszt siguen vigentes después de 158 años "la educación del público que asiste a conciertos es una de las necesidades primordiales del momento"

1 "Liszt" por Ronald Taylor. Javier Vergara Editor
2 Oscar Wilde obras completas. Editorial Aguliar. Ensayo "El Crítico Artista"

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