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lunes, 28 de mayo de 2012

Ópera "DON GIL DE ALCALÁ" de Penella.


"DON GIL DE ALCALÁ" de Manuel Penella. Por Manuel Yrízar


¡Ópera divertida, buena puesta ¡


Todo un éxito artístico, musical y actoral, tuvimos la suerte de presenciar en el Teatro El Galeón del Centro Cultural del Bosque en Chapultepec, Polanco, de la bella ópera del español Manuel Penella "DON GIL DE ALCALÁ" estrenada en Barcelona en 1932 por dos grupos artísticos de Bellas Artes que demostraron lo bien que pueden hacerse las cosas cuando el trabajo serio, la disciplina y el talento de los artistas participantes se ponen a la orden de la obra representada: el grupo SOLISTAS ENSAMBLE y la ORQUESTA DE CÁMARA DE BELLAS ARTES.
Esta ópera de cámara que requiere para su ejecución una orquesta de cuerdas reforzada por arpa es una verdadera delicia. La música del compositor español, inspirada y rica, sencilla aparentemente pero de dificultades por su carácter mestizo, español y novohispano pero compuesta por un autor del siglo XX, reúne en si todas las características de estilo y ritmo de una ópera ligera con aspectos cómicos y sumamente agradables y placenteros. Alguien ha dicho que es más fácil hacer llorar que reír y nosotros pensamos que hacer gozar y sonreír lo es aún más dificultoso. En el caso que nos ocupa debemos decir que se conjuntaron tres fuerzas para lograr un objetivo común: las direcciones musical de la orquesta y los cantantes así como la parte escénica. Tres artistas serios y talentosos se juntaron en el común acuerdo de servir a la música: los maestros José Luis Castillo, Xavier Rives, y el actor y director teatral Horacio Almada.
En el foso de la orquesta disfrutamos de un José Luis Castillo inspirado y dueño del estilo de esta música que lleva en la sangre y en la pasión por partida doble: hispano-mexicano que, como tantos intelectuales y gente emprendedora, han dejado su huella en las instituciones culturales de nuestro país, recordemos la riqueza de los que llamara José Gaos los transterrados que aquí dejaron su impronta sabia y enriquecedora. Con mano sutil y exquisita y sentimiento no disimulado, buen gusto, cuidadoso trabajo del matiz y la concertación, lectura inteligente y cálida de la hermosa partitura; la intimidad de la sala pequeña lo probó a resolver las dificultades del balance entre foso y escena. Xavier Rives ha logrado con su trabajo con los coros que dirige subir en alto grado el nivel artístico de las voces y los conjuntos puestos bajo su cuidado. En este caso la selección de las voces y las características de los personajes fueron acertadas. El carácter singular de cada uno de los solistas sacó partido del papel encomendado dotándolos de gracia, simpatía y verosimilitud. Horacio Almada aprovecho el espacio reducido del escenario con elementos escenográficos sencillos pero efectivos, atractivos y fáciles de realizar los cambios de escena y el manejo de los actores fue dinámico y ágil. Las entradas y salidas fueron expeditas. El tránsito y la composición de cuadros de bella factura. Bien iluminada la escena y cuidados los detalles finos.
Verdadera compañía de ópera, que ya ha demostrado su trabajo y valía en otros trabajos operáticos SOLISTAS ENSAMBLE cuenta con una plata profesional de cantantes de primer nivel que lo mismo aborda obras corales que son capaces a la vez de participar con éxito y profesionalismo en papeles solistas. En esta ocasión los papeles principales estuvieron a cargo de Gerardo Reynoso como Don Gil de Alcalá. Ganador del Concurso Morelli este tenor de bello y pleno timbre lírico, voz hermosa, bien dominada en el aspecto técnico, ha madurado como artista y su instrumento se ha consolidado. Ya ha pisado el teatro grande y su desempeño siempre es profesional. Violeta Dávalos es una gran artista y en su personaje de Niña Estrella se ve bella de voz y presencia. Destaca mucho la pareja cómica de Mauricio Esquivel, Chamaco y Zaira Ruiz, Maya, que son los personajes nativos, “mexicanos”, de la ópera. No solo cantan sino bailan y divierten al público con su simpatía. Lo mismo hace Mario Hoyos, tenor experimentado, veterano de la escena operática nacional, siempre destacado y profesional, en su papel del Gobernador. Ricardo Galindo, como Don Diego, lleva la parte difícil del enamorado no correspondido Don Diego. Otros artistas como Graciela Díaz, Abadesa, Sergio Meneses, Virrey, Iván Juárez, Magistral, y todos los demás cantantes de esta compañía de cantantes solistas hacen un magnífico papel como comprimarios y coro.
Felicitamos y saludamos este esfuerzo. Con ello queda demostrado que sí se puede hacer ópera en México de calidad y profesionalismo cuando se reúnen líderes que saben dirigir y presentar resultados satisfactorios. Salimos contentos y satisfechos tarareando las bellas melodías. Bien por nuestro querido Instituto Nacional de Bellas Artes.


martes, 22 de mayo de 2012

"Die Frau ohne Schatten" (La mujer sin sombra)

por Mauricio Rábago Palafox
“Die Frau ohne Schatten” (1919) es el título de esta ópera de Richard Strauss (1864 – 1949)

Quien no tiene nada que ver con los austriacos Johann Strauss padre o hijo, dinastía vienesa, los reyes del vals.

Richard  Strauss es bávaro, nació en München, Alemania.
La mujer sin sombra es una ópera en tres actos con libreto del poeta Hugo von Hofmannsthal. Le llevó al compositor 10 años escribirla. Es su sexta ópera y la cuarta colaboración con Hofmannsthal (Elektra, El caballero de la rosa, Ariadna en Naxos). Se estrenó en la Staatsoper de Viena y a causa de su extensión, argumento enredado que supone una compleja puesta en escena, y sobre todo dificultades vocales casi infranqueables no se convirtió en favorita del público ni de las casas de ópera, pero sin duda es la mejor y más aventurada de cuantas óperas compuso Strauss cuyo montaje supone una superproducción, y súper presupuesto, (10 millones de pesos) que involucra el trabajo de casi cuatrocientas personas dentro y fuera del escenario, no se había estrenado en México y de hecho se representa poco en otros países.



Sergio Vela se dio a la tarea titánica de asociar intereses, presupuestos y voluntades y logró lo que se hubiera antojado imposible estrenarla en nuestro país el 3 de mayo de 2012, y a lo grande; una producción de primer mundo.  Para dirigirla se contó con la complicidad y el entusiasmo del concertador Guido María Guida quien ya había colaborado con Vela en las cuatro óperas Wagnerianas del Anillo de los Nibelungos, y es garantía de calidad. La orquesta es de más de 100 músicos (se contrataron 20 refuerzos) hay 14 solistas, tres coros, coro de niños.



El argumento es muy complejo y abreva en las antiguas leyendas persas e hindúes de gran riqueza y admite varias interpretaciones. Es un cuento de hadas donde hay un proceso iniciático en los protagonistas que los conduce al perfeccionamiento moral, y en eso nos recuerda a La flauta Mágica de Mozart, la moraleja de la obra evidentemente es la procreación como resultante del amor conyugal.  Sergio Vela introdujo al principio de cada acto un narrador que explica los pormenores de la obra, y eso ayuda, además del atinado y siempre experto supertitulaje de Francisco Méndez Padilla.
La masa sonora de la obra supera a la de Wagner, hay instrumentos en los palcos, también coristas, una banda interna en los palcos del tercer piso y todo ello es una vorágine sonora de lo más disfrutable, una oportunidad única para apreciar en nuestro propio teatro de Bellas Artes esta belleza operística, increíblemente dramática, a veces el tejido orquestal se adelgaza y entramos en el campo de la música de cámara, cuenta esta ópera con cinco interludios orquestales que son una belleza, solo de cello, de violín, uso de las castañuelas y de la celesta, uns sección de metales que haría palidecer a las del sinfonista Anton Bruckner. A menudo en el transcurso de la obra, el resultado musical nos lleva a sonoridades extrañas.  Con esta masa orquestal frecuentemente grandiosa, los cantantes deben tener voces de acero, con un gran volumen y una resistencia a prueba de todo, simplemente para no ser opacados.

Al ser entrevistados tanto el director orquestal Guido María Guida como el bajo Mexicano Noé Colín (indiscutiblemente el triunfador de la noche) coinciden en señalar que es la partitura más difícil y compleja a que se habían enfrentado en su carrera, por lo que merecen un gran aplauso los músicos de la orquesta pues estuvieron a la altura del as exigencias de la obra como el coro del teatro de Bellas Artes y en particular el Coro de niños de Schola Cantorum de México que cantaron como siempre extraordinariamente bien.  "Nunca escuché un coro infantil que puede alcanzar el nivel, la calidad, la musicalidad del coro Schola Cantorum. Nunca olvidaré la emoción que me han dado.  Con Cariño:  Guido María Guida".  Escribió el maestro concertador en el libro de recuerdos del coro infantil que dirige desde hace 20 años su fundador Alfredo Mendoza.


Hay que mencionar que se trata de una coproducción con el Festival de México (FMX) y que Vela lleva más de dos años trabajando en este proyecto al lado del escenógrafo Philippe Amand.  Hay todo en México para presentar una obra así, señala Vela, lo complejo es armarlo.  La Mujer sin sombra es la emperatriz, hija de Keikobad, rey de los espíritus, y a menos de que consiga una sombra deberá volver a su reino y el Emperador se convertirá en piedra. La soprano Olga Sergeyeva interpreta la mujer de Barak, ya la había cantado y es magnífica lo mejor de la noche junto con Colín el bajo mexicano, para quien este es su primer encuentro con la ópera de Strauss.

El resto del elenco resultó sobresaliente: Carlo Scibelli (El emperador); Rebecca Nash (La emperatriz); Malgorzata Walewska (La Nodriza),

El escultor Jorge Yazpyk y Mauricio Rábago.

Cuando el emperador, el padre de la mujer sin sombra Keikobard es tansformado en piedra, vemos en el escenario una escultura de Jorge Yazpyk, ya habíamos visto otra en casa del Tintorero; Barak. Se trata de copias ligeras hechas con fibra de vidrio nos comentó el escultor, las originales de seis metros de altura pesan demasiadas toneladas, la obra de Yaspyk es inconfundible y muy apreciada en el medio del arte escultórico, el artista se ha especializado en trabajar con la piedra y fue un acierto y una sorpresa su incursión en esta producción espectacular de Die Frau ohne Schatten.

El aplauso y el griterío entusiasta del público al termino de cada acto son prueba fiel del éxito y la aceptación de estas funciones inolvidables, una propuesta seria, equilibrada, de nivel internacional.

AL final del primer acto se producía un eclipse.

Aura, la ópera

por Mauricio Rábago Palafox


Aura es el título de la ópera cuya música compusiera en 1988 Mario Lavista (Cd. de México 1943) Basada en la Novela de Carlos Fuentes (1928 – 2012) cuyo fallecimiento aún llora todo México.

No hace mucho publicó Hugo Roca Joglar un estupendo artículo donde relata que en 1986, paseando Mario Lavista por el centro histórico de la Cd de México, se topó con la entrada de una vieja casona que mucho le evocó aquella donde se desarrolla Aura la novela, y entonces supo el compositor que había encontrado el tema para su obra, desde hace tiempo acariciaba la idea de escribir su primera ópera pero no encontraba la historia.

En cuanto se publicó, hace justo 50 años se le consideró como una obra fundamental de la narrativa mexicana; un prodigio de Novela Fantástica. A los pocos años ya era muy famosa y se la pedía en las escuelas, pero su fama se multiplicó y sus ventas se fueron a los cielos cuando Carlos Abascal entonces secretario de Gobernación, se quejó con la directora de la escuela de su hija de que ¡le habían dejado leer esa novela! la cual le pareció al político indecente e impropia. A la maestra de literatura (graduada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM) la despidieron en el acto, lo que la catapultó a la fama, incluso la invitó Ricardo Rocha a participar permanentemente en un programa no recuerdo si de tv o de radio, hoy día es una actriz exitosa. Y por su parte Carlos Fuentes en entrevista televisiva agradeció al influyente político su desatino, a raíz del cual se agotó la obra en todas las librerías.  Yo desde luego corrí a releer la novela para ver qué fue lo que tanto escozor había ocasionado al ultraconservador secretario.

Dos años y medio después de haber comenzado Mario Lavista el trabajo compositivo de su ópera , se estrena en el Palacio de las Bellas Artes, un 12 de abril de 1989, El compositor escribió pensando específicamente en los interpretes, Aura: Lourdes Ambríz, Consuelo: Encarnación Vázquez, Felipe: Alfredo Portilla, Llorente: Fernando López. Veintiún años después de su estreno la grabación en vivo tomada en Bellas Artes el día del estreno, se remasteriza y se lanza a la venta bajo el sello discográfico Tempus-Conaculta y eso es un hito pues “No suele hacérsele justicia a nuestros compositores en su propio país” declara para Proceso Manuel Yrizar, apasionado del genero operístico, quien por más de veinte años produjo las transmisiones televisivas de ópera para Canal 11 del IPN. A Yrizar lo conocí en las clases de canto del maestro Jaso allá por el año 67 o 68, él era un estudiante de la facultad de derecho, enamorado del canto operístico y vecino de la colonia San Pedro de los Pinos. Yrizar mismo escribió hace tiempo: "Recuerdo que Aura fue estrenada en el Festival del centro Histórico de la Ciudad de México, grabada y transmitida por Canal 11 y por Televisa, La grabación del audio, ahora puesta en circulación habla por sí misma. Posteriormente "Aura" regresó como un fantasma a la vieja casona del centro y desde entonces no ha vuelto a ser representada. Por más esfuerzos que su compositor, uno de los talentos más importantes en el ámbito musical mexicano, ha realizado para que vuelvan a representarla. La verdad es que a nadie le ha interesado hacerlo. Lo hubieran hecho para las fiestas del Bicentenario”.

Estuve en los ensayos y todas las funciones. Es una ópera importante a la que se le ha negado su reposición. La música es maravillosamente bella. Esta estructurada de manera magistral. Los temas de cada personaje y de la casa sirven como base sólida a todo el entramado dramático. La atmósfera que se crea es mágica y elocuente, debe reponerse.

Ópera en un acto dividido en 11 escenas, dirigieron en el estreno Arturo Diemecke, orquesta y Ludwik Margules, la escena. Oquesta y coro del Teatro de Bellas Artes.

Como en nuestro país somos fanáticos a los homenajes póstumos, seguramente a estas alturas las autoridades culturales ya deben de haber girado instrucciones, de que se reponga la ópera a la mayor brevedad, ¡ya verán!


lunes, 21 de mayo de 2012

Lázaro Azar y la muerte de Carlos Fuentes

A raíz de la muerte de Carlos Fuentes, las menciones de su nombre en notas periodísticas y redes sociales no se hicieron esperar. Hasta Carlos Marín, en Milenio TV, salió en pantalla, acompañado de algunas citas sacadas de aquí y allá, en tipografía grande, como para que su ignorancia no quedara tan evidente. Lázaro Azar, el pseudo crítico musical de Reforma, no dejó pasar la oportunidad para subirse al carro de quienes mencionaron al fallecido. Si mi memoria no me falla, y no siendo un lector habitual (ni nada por el estilo) de sus columnas, me llegó vía Inbox, la que escribió al respecto, igual que antes me habían llegado otras dos notas "luctuosas" escritas por él, a propósito de los fallecimientos de Carlos Monsivais y Germán Dehesa. Y lo que me pareció llamativo de las tres notas, lo que tienen en común, es que este "crítico" no tenga nada que decir de los fallecidos salvo que, en dos casos (Fuentes y Dehesa), los conoció, y en el otro, apenas disimulaba su abierto desprecio por el fallecido.

Por supuesto, no tiene que tratarse de personajes que nos caigan bien de quienes hablemos. Pero es evidente que en el caso de Monsivais, Lázaro Azar sentía un desprecio por éste debido a sus posturas políticas y a su activismo por los derechos de las minorías sexuales, religiosas, y los derechos ciudadanos, conceptos todos estos que Lázaro Azar no sólo desconoce palmariamente, sino que desprecia, mayormente porque son defensas y posturas que ha mantenido la izquierda en el país, a la que este crítico desprecia abiertamente (porque él cree que es un aristócrata, hijo de algún noble de la Nueva España o algo así, "porque hay cosas que simplemente si no se heredan, jamás se van a tener", dijo alguna vez). Pero, ¿qué sabía Lázaro Azar de las pasiones de Monsiváis por la literatura mexicana del siglo XIX, en la que Monsiváis era una de las mayores autoridades del país? ¿Qué sabe Lázaro del liberalismo mexicano del siglo XIX, del que también Monsiváis era un experto? Nada, o podemos suponer el desprecio con que se expresaría, sabedores de su falsa condición de "aristócrata" de petatiux. Además, para opinar algo al respecto, tendría que haber leído algún libro...

En los otros dos casos, la reacción del "crítico musical" parece la del estudiante adolescente que un día se topa con un personaje famoso y desea presumirnos que lo conoce. De Germán Dehesa, por ejemplo, presumía cómo se lo encontraba en los pasillos del diario Reforma, como si por simple ósmosis algo de la inteligencia del profesor universitario se le fuese a pegar. Claro que leía sus frívolas columnas en ese periódico. Pero dudo mucho que supiera de su trayectora como profesor universitario, de su pasión por la literatura del Siglo de Oro español, por Quevedo y Lope de Vega, por la poesía de Sor Juana, a quienes Lázaro jamás ha leído. Pero hablaba de él como si de veras lo hubiese conocido. ¿Cuántas generaciones de estudiantes en Filosofía y Letras de la UNAM se formaron con él y podrían dar mejor cuenta de quién fue que el propio Lázaro Azar? Cientos y cientos, incluso aquellos que no pasamos por las aulas de Filosofía y letras reconocíamos en él un Maestro, en toda la extensión de la palabra, en el sentido que George Steiner (otro autor a quien Azar ni por azar ha leído... ni leerá jamás) le da a a este término.

En el caso de Carlos Fuentes, su "anécdota" de toparse con el maestro a propósito del estreno de la ópera Santa Anna, no es menos "conmovedora" que la de esos lectores que se debieron haber topado con él en alguna de las cientos de conferencias que dio en México, Latinoamérica, Estados Unidos, España y Europa, y les autografiase algún libro. Si en el caso de Monsivais a duras penas ocultó su desprecio por semejante "plebeyo" que buscaba derechos para una bola de desharrapados y encuerados jodidos que no pueden heredar nada (a diferencia de él que sí ha heredado... sabrá el Olimpo qué....), y está en pleno derecho de no coincidir con sus posturas izquierdosas y populistas, cabe preguntarse qué tendría que decir de alguien que, como Fuentes, coincidía en tantas posturas políticas con aquél. Más aún cuando Fuentes ha mostrado su abierta crítica a Peña Nieto, en quien Lázaro es sabido tiene puestas sus esperanzas de oportunismo ya públicamente sabidas por su relación con Bátiz. 

Curioso que el propio "crítico" no se muerda la lengua cuando menciona quen "Ahora resulta que todos 'se acordaron' de la frase que más les convino para acomodar a modo (pocos desempolvaron su percepción de que AMLO 'representa una izquierda muy antigua') y hasta lo declararon 'abogado de la esperanza mexicana', sorprendiéndose al saber que este apasionado melómano -según puede constatarse a través de la trama de Instinto de Inez- ya había tomado la decisión de que sus restos fueran depositados en Montparnasse y no en esta 'Ciudad de la Esperanza' en la que no creo que viera esperanza alguna de verse descansando", fungiendo como intérprete de pensamientos que escapan su escasa capacidad intelectual. Obviamente el "crítico musical" desconoce palmariamente la relación de amor que la intelectualidad mexicana, específicamente la literaria, tiene con París, y en especial con el cementerio de Montparnasse. Pero de ese tamaño es su ignorancia.

Y por supuesto, tampoco sorprende que, además de no aportar absolutamente al recuerdo y la imagen de Carlos Fuentes -al fin y al cabo él tampoco lo ha leído, aunque se cure en salud-, se dedique a lanzar diatribas contra terceras personas, y de la nada, se ponga a hablar de Donna Summer. ¿Pues no que muy aristócrata, Lázaro, o qué heredaste de la Summer como para volverse su vocera?

Como sea, en los tres casos (y asumo que encontraríamos resultados similares si alguien se tomara la molestia de revisar otras notas luctuosas del "crítico" "musical" mejor Azalariado del país), lo que Salario Azar tiene que decir de estas figuras fundamentales de la cultura mexicana, del mundo de las ideas, del debate y defensa del país, es prácticamente nada. Ni siquiera podría decirse que sus notas estén llenas de lugares comunes. No.

A diferencia de los críticos literarios, y de los escritores en general, Lázaro Azar escribe de Carlos Fuentes para presumir, como un estudiante de preparatoria (en el mejor de los casos), que alguna vez se lo topó y conversaron. Perro no es capaz de fungir como alguien que pueda darnos un retrato íntimo, inteligente, del pensamiento y de las ideas de estos autores. No. A duras penas escarba en su memoria para rastrear algún encuentro fugaz y sin ninguna importancia, para presumirlo como un tesoro. En sus pobres palabras, no hay diálogo con el mundo de lo social, no hay brillantez, no hay ideas (ni siquiera de otros; claro, para eso tendría que haber leído, y ya sabemos, Lázaro es un analfabeto funcional cuyo único intertés es el chisme, de allí el nombre de su columna), no hay nada. No sabe qué decirle al mundo de los músicos sobre la muerte de uno de los intelectuales más brillantes del país. A duras penas sabe decir algo (muy poco, por lo general) sobre el piano; si se trata de cantantes, simplemente no tiene nada que decir porque no sabe nada. Como comparativo, la muerte que sí lamenta (lo dice con todas su letras), es la de Dieter Fischer-Dieskau, lo que por contraste significa que la de Carlos Fuentes no, pues no dice nada al respecto.

La muerte de Carlos Fuentes le sirve a Lázaro Azar pare presumirle a su séquito de lectores la foto que se tomó con este, pero no para una reflexión seria, iluminadora, para mostrarse como alguien digno de pertenecer a la comunidad intelectual del país. No, Lázaro, como el Puer aeternus que es, presume sus fetiches, por los que él cree que vale y se da a valer. "Yo tengo una foto con él y tú no" es lo que quiere decirle a sus lectores, para que se mueran de envidia, igual que las fotos que se ha tomado con Calderón (sólo un ignorante se atrevería a tomarse una foto con el presidente de la república en un pasillo y presumirla), con Alondra de la Parra (también foto de pasillo, por cierto), y muchas otras que son el tesoro de alguien que vale siempre por otros, pero no por sí mismo.
Los prejuicios que acosan al "crítico" "musical" del diario Reforma afloran a la menor provocación, y sólo muestran su palmaria incapacidad de integrarse al mundo de los adultos, al mundo del debate de las ideas, al mundo donde el disenso no significa un tache en la frente o el desprecio olímipico de creerse heredero de una casta divina de elegidos y potentados que todo lo merecen. Lamenta (y mucho) la muerte de alguien a quien no conoció, de alguien con quien no habría sido capaz de cruzar siquiera media palabra, porque no sabe siquiera cómo se dan las gracias en alemán, y porque ya alguna vez otro gran maestro del piano lo exhibió en una clase maestra como lo que es y siempre ha sido: alguien que no ha salido del jardín de niños, y no sabe cómo comportarse en el mundo de los adultos.

Tal vez habrá que agradecer que realmente no haya hablado de Carlos Fuentes.

viernes, 4 de mayo de 2012

"LA MUJER SIN SOMBRA" de Richard Strauss en Bellas Artes.


Guido estuvo en plan grande.

Si alguien brilló con gran intensidad la noche de ayer. 3 de mayo de 2012, en el estreno en México de la ópera "LA MUJER SIN SOMBRA" de Richard Strauss lo fue, sin ninguna duda, su director concertador, el musico italiano muy apreciado en México, Guido María Guida.
Afrontar una ópera tan comphicada y compleja, con una orquestación árida y dificil, llena de sutilezas y dificultades mayúsculas, con una orquestación poswagneriana intrincada y rica, que requiere de una sensibilidad y un temperamento artístico de especiales caracteristicas técnicas, de un talento y una capacidad ciclópeas para afrontar un reto grande y salir airoso, requiere de un músico experimentado y entregado que sepa enfrentarse a ese trabajo con pasión y entusiasmo.
La orquesta del teatro de Bellas Artes nos sorprendió por la calidad sonora que alcanzaron siguiendo la batuta de un Guido inspirado, plantado en el foso con absoluta concentración y poniendo todo su talento y temperamento en sacar adelante esa música prodigiosa del Strauss más maduro y refinado. Las fuerzas orquestales, reforzadas por instrumentistas de buen nivel, salieron avantes en tan escalofriante partitura operática.
Los cantantes, grandes voces altamente especializadas, cumplieron con creces dotando a la obra de personajes verosímiles y creíbles. Extranjeros los principales intérpretes primarios fueron apoyados por mexicanos que estuvieron al nivel del conjunto internacional.
La puesta en escena marcó el regreso de Sergio Vela al teatro donde debutara en su oficio de Regista de Ópera.
Fue una lástima no ver el teatro lleno en un esfuerzo que implicó tanto trabajo y tantos recursos ecconómicos empleados.