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viernes, 27 de julio de 2012

“CANTA CORAZÓN” CD de Enivia Mendoza.


 “CANTA CORAZÓN” CD de Enivia Mendoza.
   Por Manuel Yrízar.

 La soprano mexicana Enivia Mendoza nos presenta su primera producción discográfica cuyo titulo corresponde perfectamente al contenido del mismo.
Es el canto del corazón de quien sabe expresar sus sentimientos en los contradictorios estados del alma. La soprano eligió para su CD aquellas canciones, entre más de trescientas que había seleccionado, que más se acercaran a su propia experiencia personal, las que más le dijeran a su alma.
Es por eso que habremos de escuchar los más encontrados y diversos estados de ánimo en estas melodías que siguen excitando las emociones que pueden ir del enamoramiento al desasosiego, de la pasión al desamor, de la picardía deliciosa y el exquisito sentido del humor al carácter melancólico de la nostalgia. Hermanadas en la grabación coexiste música mexicana y española.


Tuvimos la fortuna de asistir a la presentación de este material discográfico recién salido del horno para su distribución comercial este pasado miércoles 25 de julio en el muy bello Salón de Recepciones del Museo Nacional de Arte.
En ese marco muy acorde con la música que se nos presentaría, con sus frescos y adornos porfirianos, sus balones y cortinas, podíamos sentirnos en el ambiente propicio para gozar de ese recital intimo donde la artista con solo su voz y su presencia brinda su testimonio personal y su manera de decir el mensaje de cada canción. Enfrentarse prácticamente sola al público exigente o cariñoso que espera ser conmovido o emocionado en esa hora destinada a compartir los más diversos afectos. Acompañada al piano por los pianistas André Dos Santos, brasileño y Emmanuel Sabás, veinteañero mexicano nacido en Aguascalientes, Enivia se entrego por completo a brindarnos su arte refinado y exquisito. Poseedora de una bella voz lírica de color oscuro y personal tiene una escuela que ha perfeccionado con maestros destacados en el mundo de la lírica nacional e internacional. Tiene un carisma y una presencia escénica muy agradables y se presentó con un modelo de la conocida estilista María Luisa Chávez que la hacía destacar felizmente.


Enivia Mendoza sabe darle a cada melodía el carácter personal que requiere esa música romántica, dotarla de los matices más adecuados a cada historia que nos cuenta la canción interpretando de manera personal su sentir y su gusto por esta música que tiene dificultades vocales y de fraseo que ella resuelve con buen gusto y un estilo dominado y preciso. No son nada fáciles ni sencillas estas canciones ya clásicas del repertorio popular pues necesitan virtudes que propias que las hacen entrañables e inolvidables. Lo mismo en las amorosas canciones mexicanas que en las alegres danzas españolas el CD “CANTA CORAZÓN” se disfruta grandemente. Muy recomendable.


México D.F. viernes 27 de julio de 2012.


jueves, 19 de julio de 2012

Magnificat, Horacio Franco


Magnificat anima mea Dominum, Proclama mi alma la grandeza del Señor,
et exsultavit spiritus meus in Deo salvatore meo, y se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador;
quia respexit humilitatem ancillae suae. porque ha puesto sus ojos en la humildad de su esclava,
Ecce enim ex hoc beatam y por eso desde ahora, bienaventurada,
me dicent omnes generationes, todas las generaciones me llamarán
quia fecit mihi magna, ha hecho obras grandes en mí:
qui potens est, porque él es Poderoso
et sanctum nomen eius, y su nombre es Santo,
et misericordia eius y su misericordia llega
in progenies et progenies. de generación en generación.
timentibus eum. a sus fieles
Fecit potentiam in brachio suo, Él hizo proezas con su brazo:
dispersit superbos mente cordis sui; dispersó a los soberbios de corazón,
deposuit potentes de sede derribó del trono a los poderosos
et exaltavit humiles; y enalteció a los humildes,
esurientes implevit bonis a los hambrientos los colmó de bienes
et divites dimisit inanes. y a los ricos los despidió vacíos.
Suscepit Israel puerum suum, Auxilió a Israel, su siervo,
recordatus misericordiae, acordándose de la misericordia
sicut locutus est ad patres nostros, como lo había prometido a nuestros padres
Abraham et semini eius in saecula. en favor de Abraham y su descendencia por siempre

Lucas 1. 5-25


La visitación en el Libro de las Horas, del duque de Berry.

El gran flautista mexicano Horacio Franco (1963) en su modalidad de director, ofreció en la sala principal del Palacio de las Bellas Artes un concierto con dos Magnificat, el de J. S. Bach (1685–1750) y el de Vivaldi (1678–1741) con el grupo instrumental Cappella Barroca de México y el Coro de Madrigalistas del INBA. El resultado nos ha dejado boquiabiertos. No habían sonado así de bien estas obras en nuestro país antes de Franco y es que él es un especialista en música barroca; los directores de antes eran “todólogos”; dirigían desde música medieval hasta contemporánea y lo hacían aceptablemente bien, pero desde hace décadas comenzaron a aparecer los especialistas, como Horacio Franco, él se dedica al barroco, otros a la música contemporánea, o a Beethoven, etc. lo que no quita que pudieran dirigir bien otros autores y épocas, que sea un experto en barroco quedó clarísimo el viernes pasado cuando escuchamos estas dos grandes obras como nunca se habían interpretado en México. Nos sorprendió para empezar el Coro de Madrigalistas, que no solían cantar de esa manera.



En el ensayo

Al respecto Horacio Franco comentó: “Trabajé un año como director eventual de Madrigalistas, un grupo de excelentes cantantes cuya educación vocal convencional y tradicional nunca estuvo en principio encauzada hacia las técnicas vocales anteriores a la ópera -gran deficiencia educativa del aún atrasadísimo sistema mexicano de educación musical profesional- ha sido un reto que he tomado con paciencia, dedicación y sobre todo, con la colaboración incondicional, disciplina y entrega de éste grupo, les he demostrado que con una técnica vocal funcional se puede cantar cualquier tipo de música siempre y cuando entiendan la razón estética de cada música que se canta. No importa si es siglo XV, XVIII o XX.


Horacio dirigiendo

” Horacio Franco ha sido el director más influyente que hemos tenido, un verdadero ente transformador que nos ha aportado muchísimo, un músico enorme. Cada año lo invitamos a dirigirnos algunos conciertos. Comentó Lourdes López miembro de la agrupación coral. Las partes escritas por Bach para cantantes solistas fueron interpretadas por miembros de Madrigalistas quienes realizaron un trabajo muy notable, en especial el tenor David Orlando Pineda con un “Deposuit” de antología a gran velocidad.

La pequeña orquesta que acompañó a los cantantes fue la Cappella Barroca de México (antes Cappella Cervantina), agrupación fundada y dirigida por Horacio Franco ya se vislumbra como la primera agrupación especializada en música barroca con instrumentos e imagen sonora propios de los siglos XVII y XVIII, trabajan a partir de apoyos gubernamentales y privados, y tratan de consolidarse bajo un modelo de autogestión que dé como resultado el  establecimiento de un grupo permanente con un proyecto académico real, con una mística y metodologías ejemplares, reuniendo tanto músicos consumados como jóvenes becarios que quieran especializarse en ésta música, como se vio en el Magníficat.


Resultado inmejorable.

Gran acierto del INBA, un  concierto que queda para la historia, pleno de momentos de genialidad artística de los que adolecen casi siempre esos directores extranjeros que nos han invadido.

Nabucco en Bellas Artes

Nabucco en Bellas Artes


(Se publicó en Proceso, el pasado domingo 17 de Junio de 2012)

Por fin después de 18 años se vuelve a presentar la ópera Nabucco (1842) de Giuseppe Verdi (1813 – 1901). El libretista Temistocle Solera dispuso que en la primera escena, el público viera el interior del templo de Salomón en Israel. El pasado domingo 10 de junio de 2012, al levantarse el telón vemos un salón con escalinatas al fondo, un cafetín a la izquierda donde escribe un personaje ataviado a la usanza del siglo XIX y a la derecha un piano vertical y una oficina de vestuario.



El público se pregunta: ¿dónde está el templo de Salomón? El absurdo escénico comienza, se acrecienta a ratos y termina convirtiéndose en una pesadilla; ni el vestuario ni la escenografía tienen nada que ver con lo dispuesto por los autores. ¿Qué estamos viendo? Una fantasía de Luis Miguel Lombana supuestamente basada en la ópera de Verdi. El descontento en el público produce comentarios, risas, discusiones y al final un abucheo de algunos al “director” de escena.



Se vive una doble moral en la ópera actualmente, donde en la parte musical no se tolera ninguna alteración o cambio, por mínimo que sea, a lo escrito en la partitura, pero el director escénico se toma la libertad de cambiar y degradar hasta lo grotesco lo escrito en el libreto. ¿Por qué la música ha de respetarse absolutamente y el libreto no? La una y el otro forman una unidad indivisible, una ópera (obra teatral donde los actores cantan en vez de hablar). Este vicio no es nuevo y se ha generalizado en todo el mundo, alejando al público de la ópera y ha provocado el cierre definitivo de teatros.  Pero se puede erradicar muy fácilmente. Se le encarga a un regista la dirección de una ópera, se le pide un proyecto y si este no es bueno, si denigra la obra, no se le acepta y así de sencillo. Ese horror que se presentó en Bellas Artes necesariamente contó con el visto bueno de quienes hoy día son cómplices.



El asunto aquí es que el drama de Temistocles Solera, musicalizado por Verdi, se diluyó, desapareció, entonces el público oía un canto (supertitulado al español) pero veía otra cosa muy distinta, como en una pesadilla que duró tres actos. Al margen de si las ideas de Lombana eran buenas o no, lo que se prometió al público era el Nabucco de Verdi-Solera y se entregó una caótica “obra teatral” de Lombana, durante la cual los cantantes interpretan Nabucco de Verdi (Solera ya quedó borrado). No se entregó lo ofrecido y la gente podría exigir la devolución de su dinero. En el cuarto acto el vestuario y la escenografía ya son del Nabucco y todo encaja en su lugar ¿por qué no lo hicieron así desde el principio? se preguntaba el público, al cual no le interesa la opinión de Lombana, ni ver su “reconceptualización”, el público quiere ver Nabucco, no más y no menos. Una puesta escénica muy compleja, sucia, fallida, donde nada corresponde con nada, donde el regista Lombana, en vez de dirigir Nabucco, ideo una obra propia y a ella se dedicó. ¿Con qué derecho? ¿quién le dio luz verde?  A Lombana se le encargó que defendiera las  ideas, la obra de Temistocles Solera, y lo que hizo fue otra cosa, defendió las suyas propias. Debieron anunciarlo así: Ópera de Bellas Artes presenta: Disertaciones de Luis Miguel Lombana sobre el Nabucco de Verdi. Nadie hubiera ido, pero hubiera sido honesto, pues el que avisa no traiciona.


EN el cuarto acto, por fin ya veíamos Nabucco.

Y en cuanto a la música, bien en general todos, a la soprano Elena Pankratova le falló la voz en su aria y cavatina, cortó frases y rompió el legatto, y se quedó sin aire, alega que la altura de la ciudad de México no le permite estar plena, pero  es que canta todo el tiempo con demasiada fuerza, mucho mejor la mexicana Bertha Granados que cantó el mismo personaje y a quien vimos en el ensayo general. Genaro Sulvarán bien, pero le pesa la tesitura del personaje, no es un rol fácil el de Nabucco, se trata del primer barítono que representa el personaje de “el padre” y en esta linea escribirá Verdi célebres personajes como el Germont de Traviata o el Rigoletto, el Amonasro de Aida entre varios otros. Noé Colín cantó de maravilla, algo pasado de fuerza a ratos, como si se hubiera quedado en el canto del Barak que le impone Richard Strauss, a ratos muy fuerte, pero lo aguanta, faltó legatto verdiano, pero repito; Colín es un gran bajo. Nos sorprendió muy gratamente el tenor Carlos Arturo Galván. Al director concertador Niksa Bareza lo notamos ya cansado, “chambero” y que no aporta nada sobresaliente, hubieran invitado a Patrón de Rueda o a Lozano, de verdad ellos lo hacen mejor.

martes, 17 de julio de 2012

VERDI EN CUERNAVACA. SUASTE ES RIGOLETTO.


El Rigoletto de Suaste en Cuernavaca.
Treinta años de canto.   Por Manuel Yrízar.



El barítono mexicano  Jesús Suaste celebra treinta años de canto.
En este año de 2012 se ha consolidado como un auténtico profesional del arte lírico en plenitud vocal y madurez artística. Experimentado actor cantante que dicta cátedra en el terreno intrincado y lleno de peligros de la ópera. Treinta años de carrera para llegar a realizar uno de sus sueños y anhelos más preciados: cantar y dar vida a uno de los personajes más difíciles y complejos de su cuerda, el bufón deforme, apasionado, humanísimo y sensible, héroe y villano, llamado Rigoletto. Arquetipo singular y único creado por el genio de Giuseppe Verdi.


Estrenada en Venecia el 11 de marzo de 1851 obteniendo un éxito rotundo. La crítica del día siguiente en la “Gazzeta Privilegiata di Venezia” dijo entre otras cosas: “Una ópera como esta no puede ser juzgada en una sola noche…Ayer quedamos abrumados por la innovación, o mejor, la originalidad del tema: innovación en la música, en el estilo, en la forma de las piezas…la instrumentación es magnífica, admirable; la orquesta te habla, te grita, te inspira pasión…te impacta con pasajes dulces e ingeniosos…Nunca un sonido había tenido tan poderosa elocuencia.” Y en “Il Lombardo Veneto” otro crítico anónimo escribió: “(La música tiene) un estilo realmente innovador. Es una tela sin rasgaduras de instrumentación, fácil, fluida, espontánea, que ora te habla suavemente al alma, ora te despierta un sentimiento de piedad, ora te horroriza, según el desarrollo del argumento.”


Ciento sesenta y un años después podemos decir que “Rigoletto” sigue creando en nosotros los mismos sentimientos y el mismo asombro.
El Instituto de Cultura con la Compañía de Ópera de Morelos presentó, en tres funciones el 13, 15 y 17 de julio, una nueva producción de este título que requiere un elenco creíble con actores-cantantes profesionales a toda prueba. Sobre todo en los protagónicos de Rigoletto, Gilda, el Duque, Sparafucile, Monterone y Maddalena requieren voces preparadas en el estilo verdiano, todavía belcantista de este periodo intermedio del Oso de Busetto. Los comprimarios también tienen lo suyo y el coro y la orquesta requieren un director concertador sólido que pueda sostener el drama que se nos presenta.



En esta ocasión todos esos elementos lograron conjuntarse para brindarnos un espectáculo honesto y de calidad notable. No corren los mejores tiempos para el arte lírico en nuestro país pero esfuerzos y logros como este nos devuelven la esperanza en que si es posible hacer las cosas bien en este terreno.
Ya apuntábamos que el peso de la obra recae en el epónimo protagonista: Rigoletto sostiene toda la acción y es una hazaña salir airoso con este trabajo de titanes. Grandes barítonos han hecho una creación de este personaje lleno de contrastes y contradicciones. Vocal e histriónicamente es uno de los papeles para la tesitura del barítono que se recuerdan por la interpretación vocal y actoral que pide el papel. Y Jesús Suaste se consagra como un Rigoletto que se recordará. Todo lo aprendido en treinta años de carrera se pone aquí de manifiesto. Creación de una partitura estudiada a profundidad en sus más mínimos detalles y secretos. Dominio de la técnica vocal con plenitud en todos los registros con una vocalidad que ya domina los matices y las sutilezas de su expresión. Paleta colorida que lo mismo pasa de los estentóreos rugidos del llanto, la furia y el dolor herido del padre burlado, que la ternura y delicadeza amorosa para la hija vejada. Suaste llega a conmover al público con su entrega absoluta y su canto sentido. Los aplausos no cesaban para el.


Destacadas fueron a su vez la Gilda acoplada y en auténtica sintonía con su personaje de la soprano lírica ligero Claudio Cota. Lírico ligero lo fue también el tenor Christian Adán como el libertino y seductor Duque de Mantua. El experimentado bajo Rosendo Flores fue Sparafucile. Maddalena la mezzocontralto Caridad Acosta. Monterone el veterano maestro Rufino Montero. Muy bien los comprimarios y el coro. El ballet cumplió.

Elogio merecen sin duda alguna el director concertador Carlos Ruíz García. A quien nunca nos cansamos de elogiar su intenso y magnífico trabajo en el foso. Bueno el trazo escénico de Miguel Alonso Gutierrez. La escenografía de René Durón, artista a quien se le rindió un homenaje por su importante trayectoria en la ópera durante muchos años, estuvo cuidada hasta el mínimo detalle en el estilo clásico que le enseñó su maestro el recordado Antonio López Mancera. Bien iluminada por Carlos Arce. La producción ejecutiva de Marivés Villalobos de grande experiencia en el medio fue ejemplar.

Aplaudimos y nos congratulamos de haber asistido a la ciudad de Cuernavaca, Morelos de donde regresamos contentos, felices y satisfechos. La música de Verdi seguía sonando en nuestro ser con esa “tan poderosa elocuencia”.



México D.F. martes 17 de julio de 2012.

jueves, 12 de julio de 2012

Sutra, en Bellas Artes

Cuando un evento dancístico internacional se presenta en el Palacio de Bellas Artes uno puede suponer que se debe a la calidad del mismo. No debería de ser de otra manera. El miércoles 11 de julio se presentó la segunda y última función de Sutra, una coreografía de Sidi Larbi Cherkaoui, cuyo principal atractivo para el público es la particición de monjes del Templo Shaolin, identificados generalmente con las artes marciales y con películas de karatecas, estereotipo que ha provocado un reduccionismo respecto a las actividades de este templo. La presencia de los monjes del Templo Shaolin resultó en un atractivo elemento que hizo posible casi un lleno total en el máximo recinto del país. El trabajo de Cherkaoui para esta obra se caracteriza por una notable limpieza de trazo tanto en lo referente a la coreografía como en el aspecto escenográfico, en donde es posible detectar un minimalismo escénico acorde con la idea filosófica subyacente a las prácticas religiosas y místicas del célebre templo budista.

Ni duda cabe que el aprovechamiento de las técnicas empleadas por los monjes del Templo Shaolin en una coreografía dancística es una gran oportunidad para presentar no sólo un espectáculo dancístico inusual, sino también para presentar una suerte de diálogo intercultural entre la tradición dancística occidental, libre y energética, con las posibilidades expresivas abiertas por las artes marciales orientales. En esta suerte de encuentro de dos mundos es posible encontrar el elemento discursivo que da coherencia al trabajo coreográfico desplegado en el escenario de Bellas Artes. Y no es exactamente que la coreografía dé cuenta de alguna historia de orden lineal, en cuyo caso el resultado sería inmensamente menos atractivo. Más bien es el elemento abstracto de la energía móvil del arte marcial combinado con una coreografía que permite el movimiento y evolución de la presencia grupal de los monjes lo que podría permitir establecer una suerte de relato, o metarrelato, que le permita al público guiarse por los movimientos en escena.

Es de esta manera que las 21 cajas de madera puestas sobre el escenario con las que interactúan los monjes y el propio coreógrafo constituyen ese elemento libremente  simbólico que otorga la libertad hermenéutica del espectador para construir su propio relato, su historia revelada, su vínculo con la energía puesta en escena. La coreografía ¿es la historia del descubrimiento de Occidente del misticismo budista? ¿Narra el encuentro del racionalismo occidental frente al mundo religioso oriental? ¿Es el relato de los conflictos intelectuales occidentales, representados por las cajas, por entender la naturaleza y el mundo espiritual primigenio y libre de Oriente? Las cajas de madera sobre el escenario, ¿son metáfora del misterio inherente a la búsqueda racional occidental? ¿Cajas de Pandora posmodernas donde sólo se oculta una desconcertante ráfaga de energía en movimiento? Puede ser eso, y muchas otras cosas. Las cajas de sólida madera ensambladas son una suerte de símbolo del que salen no sólo los propios monjes budistas sino la energía que ellos traen y dominan, sin importar si portan elementos guerreros, como lanzas y sables, o se cubren con ropas a la usanza occidental. Y tal en algún momento la coreografía y, en especial, la música, puedan parecer repetitivos. Pero es en esa múltiple reiteración del discurso en el que puede hallarse una parte más de esta exploración de la dinámica entre movimiento y reposo, típica del budismo, en el que el reposo es inherente al movimiento, y en donde se aparejan igualmente el sonido y el silencio, elementos todos ellos presentes a lo largo del desarrollo de la puesta en escena.

El diseño escenográfico minimalista sirve de un digno encuadre para esta coreografía donde la danza es convertida en energía móvil, y donde la narrativa se funde con la ausencia de referentes inmediatos para otorgarnos lo que sólo el budismo puede: la libertad, la esencialidad y la limpieza de una existencia consagrada a ser un enigma.

lunes, 9 de julio de 2012

Una Gaviota en Palacio Nacional, y una Alondra en el Palacio de Bellas Artes


Debo advertirle al lector, que esta nota, como todas las del blog, está debidamente respaldada en mi archivo personal, por lo que si un día alguien atenta contra este espacio eliminándolo, no ganará nada, ya que puedo, sin ningún problema, recuperar los textos y volverlos a subir tan rápido como hubiesen desaparecido. Lo que aquí se publica se hace dentro del derecho de libertad de prensa y de expresión consagrados en la Constitución mexicana.


La inminente llegada del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, a la presidencia de la república significa en los hechos pésimas noticias para el conjunto del país, incluida la cultura, donde el presidente de la cultura, como podría llamársele en homenaje al presidente del empleo que en cuatro meses se quedará sin el suyo, ya ha demostrado sus enciclopédicos conocimientos. Para el mundo de la literatura tanto como para el de la música, su llegada al poder significa lo peor que pudo haberles pasado a las comunidades de músicos y escritores. Regresa el peor PRI imaginable: más marrullero, más corrupto, intolerante y discriminador que nunca. Y con él las viejas formas de trato: el corporativismo y el influyentismo, nunca del todo idos.
Esto significa, entre otras cosas, que a partir del 1° de diciembre tendremos una Gaviota en la presidencia de la república, y una Alondra en la Sinfónica Nacional. Y este aparentamiento avícola en la vida política y cultural del país será posible porque el viejo dinosaurio regresó, con todo su repertorio de triquiñuelas, más vivo que nunca, supuestamente renovado. La posibilidad de otro siglo de retroceso en la vida del país no es ya una amenaza: es una triste realidad.
En este panorama, la alianza de Alondra de la Parra con todo lo que simboliza el regreso maléfico del PRI puede considerarse uno de los más ominosos signos del new deal cultural que tendrá que padecer la comunidad musical. Sin duda alguna, las palabras que escribí el 31 de agosto de 2010, con motivo de la aparición de su disco Mi alma mexicana, adquieren hoy un carácter que lamentablemente parecía profético, el cual finalmente se ha cumplido:

Si en términos conceptuales el disco es realmente desalentador (sólo hay que ver su lamentable portada, que incluye ¡un balón de fútbol!, ¿por qué no de una vez el logo de Televisa?), la dirección musical no se queda atrás. No contiene y no aporta absolutamente nada nuevo. Disco rutinario a más no poder, no me produce más que sopor y deseos de recuperar el tiempo invertido en escuchar semejante bodrio (cierto, quien no sea mexicano agradecerá tal vez la oportunidad de escuchar por primera vez estas obras, de emocionarse más allá del aspecto ideológico) y lamentar que Alondra de la Parra haya perdido una oportunidad de oro para apostar por un México nuevo, emergente, renovado, y verdaderamente cosmopolita, en lugar de ofrecernos el retrato descolorido del país que su padre ayudó a erigir, y que es el México del fracaso, de la corrupción, de las mentiras. No, ella desea el aplauso de los amigos de su papá, y de todos aquellos influyentes que sin ser músicos ni especialistas puedan ayudarla en su anhelado ascenso. Todo ello en vez del aplauso y reconocimiento de los músicos serios, y por supuesto de la nueva generación de músicos mexicanos que están por todo el mundo. Triste es ver que miembros de la nueva generación mexicana no “aleguen”, en el sentido original de la palabra, es decir, no aporten ni enriquezcan con revolucionarias u originales visiones su propio momento histórico. Todo en pos de la fama estéril.

En efecto, la alianza de Alondra de la Parra con el pasado, con un pasado aborrecible que su familia ayudó a solidificar, llega a su coronación en esta alianza estratégica con los representantes del peor México posible: el de la corrupción, el del amiguismo, el del influyentismo, el de las componendas en lo oscurito, el de la opacidad, el de la violencia, el de la ignorancia, el de los tratos por encima de la ley, el del abuso, en la presencia de su candidato electo: Enrique Peña Nieto.
Alondra de la Parra llegará a la OSN a través de una serie de posicionamientos que le permitirán hacer de las suyas a lo grande, y los oscuros tiempos que parecen avecinarse sobre esta agrupación musical no son para envidiarse. No sólo se trata de un retroceso para las mujeres en general ─se sabe que hay otras colegas suyas que llevan más tiempo dirigiendo orquestas en el país, que conocen mejor a los músicos y que se han ganado el respeto de sus colegas con esfuerzo, trabajo y dedicación─, tal como lo fue la patética candidatura de Josefina Vázquez Mota para el finalmente derrotado Partido Acción Nacional. No, también se trata del arribo de la arbitrariedad, de la incompetencia y del capricho, rasgos ya conocidos de la directora de orquesta mexicana.
Desde el capricho original de una muy joven Alondra de la Parra hace muchos años, exigiéndole a su padre le comprara una vida ­­─la que ahora tiene─, hasta los renovados antojos por imponer su voluntad a la presidenta del Conaculta en el encuentro de mujeres mexicanas en el siglo XXI, de triste memoria, tanto como a la directora del INBA, así como sus berrinches ante su propia incapacidad como “directora orquestal” en los diversos ensayos que tuvo al frente de la Sinfónica de Xalapa, así como sus lágrimas y lloriqueos y su incapacidad comunicativa ante músicos a quienes se supone debería de tratar como músicos dignos y no como niños de un kindergarden, la vida entera de esta ya no tan joven “directora de orquesta” se ha movido por apetencias inmediatas y anhelos personales, basados todos en la tradición familiar de cumplirle hasta el último de sus caprichos, hallando muchas veces incluso justificaciones entre quienes se ven afectados por su errático comportamiento.
Esa es la pesadilla que parece avecinarse sobre la Orquesta Sinfónica Nacional.
La cercanía de Alondra de la Parra con los dos Enriques del estado de México, y en especial con el nuevo y flamante presidente de la república, no es casual ni fruto del accidente. Se trata de una alianza que le permitirá alcanzar el máximo podio de la república, pero acaso con los mismos resultados que empieza a vivir su nuevo aliado y amigocho: el repudio público incluso antes de que llegue a hacerse de la batuta general.
Las similitudes entre ambas figuras públicas son más de las que se podrían imaginarse: ambas son el fruto de la construcción de una imagen “impecable” por fuera para un producto que por dentro no ofrece casi nada. Cabellos bien peinados y llenos de goma fijadora, movimientos estudiados de lo que creen debe de ser su comportamiento en público, pero una palmaria incapacidad expresiva para comunicar las “ideas” que pudiera pensarse tienen. Adicionalmente, está la alianza con Televisa: uno será una más de las estrellas del canal de las estrellas, la otra será parte de la campaña México suena.
La llegada del PRI a la presidencia de la república es un hecho lamentable, y un día la Historia registrará a quienes decidieron subirse al tren de la ignominia, sólo para cumplir anhelos y caprichos infantiles, a costa de una comunidad que no es muy diferente a la comunidad que hoy repudia públicamente a Peña Nieto. Seguramente veremos (re)aparecer innúmeras sabandijas que saldrán de sus cuchitriles para aspirar a un cargo público, para llevarse su tajada del pastel inmundo de la fiesta de celebración del triunfo nunca llevada a cabo por el priísmo nacional ─acaso porque ellos mismos saben que no hay nada qué celebrar.
Por lo pronto, tal vez a partir del 1° de diciembre no tendremos una presidencia imperial, como en el pasado, ni un águila orgullosa en el escudo nacional, hoy devorado por el dinosaurio, sino de una Gaviota en Palacio Nacional, y una Alondra en el Palacio de Bellas Artes. Y tal vez, una Alondra no haga verano.