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jueves, 22 de septiembre de 2011

Elixir de Amor en el Teatro del Bicentenario, por Mauricio Rábago Palafox


Bonito León Guanajuato


su feria con su jugada
ahí se apuesta la vida
y se respeta al que gana
ahí en mi León Guanajuato
la vida no vale nada.



El Teatro del Bicentenario de León Guanajuato, comenzó a construirse hace tres años y hoy es una hermosa realidad: funcional, moderno, cómodo, bien ubicado y con una acústica asombrosa es por derecho propio uno de los cinco mejores teatros de ópera de México donde puede presentarse cualquier otro género teatral.


Fue inaugurado apenas el año pasado con un programa que incluyó la obertura La consagración de la casa y la Novena Sinfonía de Beethoven con el coro y orquesta del Estado de México. Este teatro está integrado a un proyecto macro que es el Forum Cultural Guanajuato que comprende el Museo de Arte e Historia de Guanajuato, el Auditorio Mateo Herrera, la Escuela de Artes de la Universidad de Guanajuato y la Biblioteca Central Estatal Wigberto Jiménez Moreno, además de un interesante espacio escultórico.

Desde septiembre del año pasado Alonso Escalante (ex director de la ópera de Bellas Artes) fue nombrado director del Teatro del Bicentenario y comenta: “No se construyen frecuentemente teatros en el mundo, y menos de esta categoría, así que trabajar en el nacimiento de un espacio como éste es un privilegio que resulta interesantísimo, y que nos llena de orgullo a todos quienes trabajamos aquí”.

Se trata de un recinto de clase mundial. Su diseño y equipamiento tienen las características de los mejores teatros que se han construido recientemente en el mundo, por ejemplo: la Ópera de Copenhage o el Gran Teatro de Shanghai. Fue hecho para que estuvieran cómodos tanto el público, como los artistas invitados; en efecto, se trata de un edificio maravilloso. Desde el exterior responde a las estéticas contemporáneas, con grandes macizos geométricos en granito blanco, que flanquean el cilindro translúcido, donde se aprecian los diferentes niveles de la sala principal. Por dentro, alberga una sala de 1532 butacas, con la estructura tradicional de herradura que privilegia la isóptica y una acústica notable en cada nivel de la sala. Un amplio foso orquestal, camerinos para orquesta y director. También tiene un espacio experimental que es el Teatro Estudio. Sala, dotada con todo el equipamiento teatral, hecha para presentar espectáculos de formato menor y para propuestas experimentales, que incluyen nuevas tecnologías o formatos diferentes al de los teatros a la italiana. Tiene 450 butacas que pueden tomar diversas formaciones, para responder a la fisonomía de diversos espectáculos. Es un espacio de vanguardia a la altura de los mejores del mundo.

Continúa Escalante: “El equipo técnico del teatro está formado por jóvenes de la región que, teniendo los rudimentos necesarios para este trabajo, están formándose con un especialista en la materia que es Ángel Ancona, para aprender un oficio desde sus cimientos”.

Recientemente se presentó su primera ópera, con un elenco de primer nivel: Ramón Vargas, María Alejandres, Noé Colín y Oscar Sámano, todos mexicanos triunfadores en el mundo de la ópera internacional y la respuesta del público fue inmejorable, al tener las tres funciones vendidas en su totalidad con varios días de anticipación y público proveniente de diferentes partes del país, y del extranjero. El aplauso al final de cada acto resultó memorable.

El elíxir de amor, de Donizetti (1797–1848), prosigue Alonso Escalante, es una ópera muy apropiada como primer título para un teatro que tiene entre sus objetivos el interesar al público por la ópera. Si además se realiza con un conjunto de artistas de tan alto nivel, el resultado es realmente satisfactorio”.

Tanto Ramón Vargas como María Alejandres tuvieron varios momentos de genialidad interpretativa. Ramón, por ejemplo, cantó en todas las funciones con gran dominio del personaje, un timbre redondo y aterciopelado de muy grata emisión pero al llegar a "Una furtiva lágrima" sin duda el clímax tenoril de la obra, nos obsequió con una interpretación delicada y cuidadísima. Vargas borda esta difícil aria y lo hace como los grandes de todos los tiempos. Ganó hace años el Carlo Morelli cantando esta romanza y cada vez lo hace mejor, es un verdadero lujo escucharlo. El público asombrado le aplaudió a rabiar y le pedían que la repitiera. Lo asombroso es que esta aria se presenta cuando el tenor ya cantó el 80% de la ópera y ya debe mostrar signos de cansancio y Ramón la aborda con absoluta frescura como si fuera lo primero que canta en el día. Su técnica es asombrosa y su voz se encuentra en un muy buen momento de su carrera.

María Alejandres tiene un sonido y una voz excepcional; me sorprendió mucho el volumen que es capaz de desarrollar: realmente notable, pero también los pianísimos es decir los sonidos suaves, queditos: la belleza de su canto en las arias lentas, los sobre agudos, su facilidad para cantar y su gran energía. Lo suyo hoy por hoy es el bel canto. Al oírla cantar la Adina adivinamos que debe ser una estupenda Lucia di Lammermmoor. Escuchamos por primera vez a María en el 2009 en el Lunario del Auditorio Nacional, en un recital con Ángel Rodríguez al piano, por esos día cantó también la Gilda de Rigoletto en una horrrible puesta en escena del alemán Bruno Berger-Gorski que la Ópera de Bellas Artes programó en el Teatro de la Ciudad, en aquella ocasión nos gustó mucho y hace poco la vimos como Marcellina en Fidelio de Beethoven; nos gustó más, pero lo que nos ha dejado boquiabiertos fue su Adina de El elixir de amor en el Teatro del Bicentenario. La joven María Alejandres se perfila internacionalmente como una de las sopranos mexicanas más destacadas de todos los tiempos. Dicen que su Juliette en Romeo et Juliette, de Gounod, es una delicia, no me cabe duda que así ha de ser. Fue tan enorme la actuación de la Alejandres en este elixir del Teatro del Bicentenario que estuvo al nivel de los experimentados Ramón Vargas y Noé Colín, que ya es mucho decir.

Noé Colín es por su parte el bajo mexicano que más ha brillado en el extranjero en toda la historia de la ópera. Se dice fácil. Recientemente el gobierno austriaco le otorgó la nacionalidad honorífica por sus méritos artísticos, y aunque le hemos visto roles dramáticos y cómicos nos parece que lo suyo es lo cómico ya que su gran vena bufo-histriónica le ayuda muchísimo: es un verdadero cantante actor, y los roles de Rossini y Donizetti le vienen como anillo al dedo, en especial, repito, los cómicos. Nos obsequió un Dulcamara de ensueño, bien cantado, potente voz, ágil y cubre con aparente facilidad lo muy escabroso de esta partitura plena de dificultades vocales, nos hizo reír y disfrutar este caramelo que es el Elixir de amor. El trío conformado por él, María y Ramón fue inolvidable. ¡Enhorabuena Noé!

En los meses que siguen, en el Teatro del Bicentenario habrá ballet, teatro, opereta y conciertos, la Wiener Akademie de Austria, y el coro YL de Voces Masculinas de Finlandia.

Como en todo teatro moderno, la sociedad civil puede hacer mucho por fortalecer este tipo de proyectos y contribuir de manera directa en su evolución. Sin duda el Teatro del Bicentenario contribuirá de manera importante en el desarrollo de la región y dará a León un dinamismo y una fisonomía diferente, que atraerá al público de todo el país. Es un recinto del que todos los mexicanos nos debemos sentir orgullosos.

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