Para celebrar el Bicentenario del compositor alemán Richard Wagner (1813-1883) la Ópera de Bellas artes ofreció un concierto este domingo 3 de febrero en el teatro de Bellas Artes. He de confesar que asistimos no sin cierto escepticismo a ver que pasaba. Mi compositor consentido y favorito iba a ser interpretado por el Coro y la Orquesta del teatro y la música wagneriana no es de ninguna manera caballito de batalla que se pueda "huesear" así como así para salir del paso bien librados. Hueso duro de roer esta música que implica gran rigor, disciplina, concentración, conocimiento del estilo, pasión, entrega. Fácil o sencilla no es. Y el programa seleccionado anunciaba títulos selectos.
Con localidades AGOTADAS el público asistente se mostraba expectante y dispuesto a la experiencia no siempre constante de enfrentarse a la obra del compositor alemán.
El primer número del programa lo fue la versión original estrenada en 1843, estreno en México, de la Obertura DER FLIEGENDE HOLLÄNDER (El holandés errante, también conocida como El Buque Fantasma).Los puristas wagnerianos, algunos más wagnerianos que Wagner, existen documentos que el propio compositor los padecía, dicen que es la Primera ópera donde Wagner ya es el mismo. A partir de ella el estilo,la escuela, el lenguaje WAGNERIANO solamente evolucionará hasta alcanzar su madurez y culminación al final de sus días con PARSIFAL (1882) estrenada el año anterior de la muerte del genio.
Grata fue nuestra sorpresa al escuchar a la orquesta con una entrada correcta, con fuerza y precisión, del conocido tema con que comienza la música: la Idea Fija como la llamó Berlioz que se convertirá en Leitmotiv o motivo conductor. No sonó mal. Una orquesta que nos tiene mal acostumbrados a ciertas pifias e imprecisiones, desafinaciones, irregularidades, ahora tocó muy bien, este primer número. El director concertador, el croata Niksa Bareza, terminada la ejecución salió del escenario unos minutos mientras los atrasados entraban, ruidosos e impacientes, a la sala. A continuación los números corales "Summ un Brumm, du gutes Rädchen" (Coro de las hilanderas) con las mujeres y "Matrosenchor" (Coro de los marineros) nos hicieron guardar la esperanza de que en esta ocasión el coro se preparó y estudió. Entradas precisas, afinación y uniformidad de las cuerdas. Sobresalieron los varones aquí.
¡Con alegría te encuentro de nuevo,
patria mía!
Siguió "TANNHÄUSER" (1845) con "Freudig begrüsen wir die edle Halle" (Con alegría la bienvenida a la noble sala) y "Beglückt darf nun dich, o Heimat, ich schauen und grüsen" (Con alegría te encuentro de nuevo, oh patria mía" Coro de los peregrinos) donde seguimos escuchando a una orquesta y a un coro concentrados y precisos. Aquí alcanzaron las cuerdas de los tenores y los bajos su máximo nivel de capacidad expresiva y emotiva. Pasión y entrega plausibles.
De "LOHENGRIN"(1850) escuchamos el Preludio, acto I, donde la cuerdas, lentamente y en ritmo cuaternario los violines subdivididos con respuesta de flautas y oboes, en una armonía sutil y transparente, violas y violonchelos, en crescendo poderoso son algunas de las dificultades que presenta esta página de la que dijera Franz Liszt que la estrenó: "... éter vaporoso que se extiende en el espacio y sobre el que se dibuja la visión del Grial en su luminosa magnificencia...". Aquí, en este pasaje, la orquesta se esforzó sin alcanzar la contundencia que exige pasaje tan trascendente. No obstante la dificultad es mayúscula y se esforzaron por lograrla. Siguió el Preludio, acto III, con la sección de metales reforzada y el coro "Treulich gefürt ziehet dahin" ¡Fielmente guiados, se acercan a donde la bendición del amor os guarde¡ la famosa Marcha nupcial con coro.
CONTINUARÁ...
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