"Si en las óperas dejara de haber cavatinas, duetos, tríos coros, finales, y si toda la ópera fuese una sola pieza, me parecería más razonable y más correcto." (Carta de Giuseppe Verdi a Cammarano sobre el libreto de "IL TROVATORE" el 4 de abril de 1851)
Apasionante y apasionada la ópera "El trovador" de Verdi constituyó en vida del compositor de La Roncole, Busseto, el mayor de sus éxitos. Estrenada el 19 de enero de 1853 al final de la representación en Roma fue obsequiado con una corona de hojas de laurel entrelazadas con cintas rojas bordadas. La noche de la tercera representación fue acompañado a su casa por una multitud de romanos con antorchas encendidas. "Il trovatore no estuvo mal."-escribió Verdi lacónicamente. Más de nueve años más tarde en otra carta a un amigo dijo:"Si viajas a las Indias 0 al corazón de Africa, oirás Il trovatore."
Confieso que a mi siempre me fascinó esta obra que escuchaba en las grabaciones clásicas en los años 60s y 70s con los compañeros de la Escuela de Música de Mascarones.Discutimos quien era el mejor Manrico, si Corelli o Del Mónaco y poníamos una y otra vez <Di quella pira>.
Pero no fue sino hasta el año de 1978 cuando, en el Teatro de Bellas Artes, lo escuche con Guillermina Higareda (Leonora), Gianni Bavaglio(Manrico),Guillermo Sarabia(Conde de Luna), Mignon Dunn (Azucena) dirigida musicalmente por Fernando Lozano y puesta en escena de María Sofía Marasca y escenografía de Antonio López Mancera. Salvo el tenor cuyo nombre ya había olvidado y que me pareció muy menor todos estuvieron soberbios. La Higareda con su voz hermosa, Guillermo Sarabia con una capa negra que agonizaba de amor al pie del balcón de Leonora bajo la "oscura noche", los coros, la Dunn estremeciéndonos con su tragedia. No lo olvido. Fue una experiencia tan trascendente que hizo de esta ópera genial la joya consentida del Bicentenario compositor.
Nos enteramos que podríamos volver a tener otra experiencia con esta ópera favorita entre las de Verdi, pues no pudimos ver la producción, muy fallida, según nos enteramos y vimos en un vídeo, del año 2000, pues andábamos en Europa de vacaciones donde en un mes y medio vimos más funciones allá que acá en toda una "temporada". Así que "haiga sido como haiga sido" no podíamos dejar de asistir. Y la verdad sea dicha, no nos arrepentimos. La magia, la quintaesencia de la obra, se mantuvo intacta. Explicaremos porqué.
Aunque en estos tiempos algunos dan más importancia a las "Puestas en escena" y el Regista es ahora rey y dictador nadie ha podido todavía, loados sean los dioses del Walhalla, suplir uno de los elementos más importantes del género: la voz.Tal vez seremos acusados de anticuados o reaccionarios, pero cuando hay buenas voces que canten con entrega y pasión todo lo demás puede resultar hasta prescindible. La ópera es teatro y música. Y siempre recordamos, antes que cualquier otra cosa, a los cantantes que nos deleitaron con su ser completo: voz, cuerpo, talento musical, entrega, pasión. Y eso hubo anoche en ese teatrino del Instituto Italiano de Cultura de Coyoacán. Hubo música, con solamente un piano, pero con la entrega apasionada de todo un elenco que se volcó en sus papeles con un entusiasmo desbordante. Con tanta fuerza y energía que salimos todos contentos y emocionados.
Para ello contó con un excelente grupo de cantantes experimentados junto con otros jóvenes que se le acercaron para ir empezando a hacer sus primeras incursiones en este fascinante trabajo artístico. Estos son los que cantaron ayer.
Como la gitana Azucena la mezzo y soprano Amelia Sierra que ha decir de algunos aficionados que lo atestiguaron "Se llevó la noche". Su voz es grande y poderosa, con un registro amplio que cubre tres octavas y a quien oímos cantar la Leonora hace algunos años. Su gitana es conmovedora: personaje enloquecido y madre amorosa que busca solamente una cosa: "¡Ser vengada¡".
Fascinante la Leonora de la soprano Lorena Flores que hace totalmente creíble que los dos hermanos rivales estén enamorados de ella. Además de ser muy hermosa y tener una figura espectacular en la escena canta con una voz lírica de gran belleza venciendo todas las dificultades de una endiablada partitura que la requiere en los registros líricos y dramáticos aunados a dificultades extremas de agilidad, adornos y agudos de dificultad. Mucho disfrute de su canto y temperamento intenso.
El papel de Ferrando lo interpreto el joven bajo Augusto García. Inés lo cantó muy bien la soprano Itzel Morales. Partiquino fue también Enrique Guzmán como Ruiz. Todos incursionando en el escenario con la misma entrega que los papeles protagónicos.
Todavía habrá una función más mañana viernes en Francisco Sosa 77 en el bello barrio de Coyoacán. A las 8 de la noche. Nosotros repetiremos la experiencia pues habrá cambios en el elenco. Nuevos cantantes para Azucena, Conde de Luna, Ferrando, Inés. Espero verlos por ahí.
México D.F 7 de febrero de 2013.
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