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jueves, 19 de julio de 2012

Magnificat, Horacio Franco


Magnificat anima mea Dominum, Proclama mi alma la grandeza del Señor,
et exsultavit spiritus meus in Deo salvatore meo, y se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador;
quia respexit humilitatem ancillae suae. porque ha puesto sus ojos en la humildad de su esclava,
Ecce enim ex hoc beatam y por eso desde ahora, bienaventurada,
me dicent omnes generationes, todas las generaciones me llamarán
quia fecit mihi magna, ha hecho obras grandes en mí:
qui potens est, porque él es Poderoso
et sanctum nomen eius, y su nombre es Santo,
et misericordia eius y su misericordia llega
in progenies et progenies. de generación en generación.
timentibus eum. a sus fieles
Fecit potentiam in brachio suo, Él hizo proezas con su brazo:
dispersit superbos mente cordis sui; dispersó a los soberbios de corazón,
deposuit potentes de sede derribó del trono a los poderosos
et exaltavit humiles; y enalteció a los humildes,
esurientes implevit bonis a los hambrientos los colmó de bienes
et divites dimisit inanes. y a los ricos los despidió vacíos.
Suscepit Israel puerum suum, Auxilió a Israel, su siervo,
recordatus misericordiae, acordándose de la misericordia
sicut locutus est ad patres nostros, como lo había prometido a nuestros padres
Abraham et semini eius in saecula. en favor de Abraham y su descendencia por siempre

Lucas 1. 5-25


La visitación en el Libro de las Horas, del duque de Berry.

El gran flautista mexicano Horacio Franco (1963) en su modalidad de director, ofreció en la sala principal del Palacio de las Bellas Artes un concierto con dos Magnificat, el de J. S. Bach (1685–1750) y el de Vivaldi (1678–1741) con el grupo instrumental Cappella Barroca de México y el Coro de Madrigalistas del INBA. El resultado nos ha dejado boquiabiertos. No habían sonado así de bien estas obras en nuestro país antes de Franco y es que él es un especialista en música barroca; los directores de antes eran “todólogos”; dirigían desde música medieval hasta contemporánea y lo hacían aceptablemente bien, pero desde hace décadas comenzaron a aparecer los especialistas, como Horacio Franco, él se dedica al barroco, otros a la música contemporánea, o a Beethoven, etc. lo que no quita que pudieran dirigir bien otros autores y épocas, que sea un experto en barroco quedó clarísimo el viernes pasado cuando escuchamos estas dos grandes obras como nunca se habían interpretado en México. Nos sorprendió para empezar el Coro de Madrigalistas, que no solían cantar de esa manera.



En el ensayo

Al respecto Horacio Franco comentó: “Trabajé un año como director eventual de Madrigalistas, un grupo de excelentes cantantes cuya educación vocal convencional y tradicional nunca estuvo en principio encauzada hacia las técnicas vocales anteriores a la ópera -gran deficiencia educativa del aún atrasadísimo sistema mexicano de educación musical profesional- ha sido un reto que he tomado con paciencia, dedicación y sobre todo, con la colaboración incondicional, disciplina y entrega de éste grupo, les he demostrado que con una técnica vocal funcional se puede cantar cualquier tipo de música siempre y cuando entiendan la razón estética de cada música que se canta. No importa si es siglo XV, XVIII o XX.


Horacio dirigiendo

” Horacio Franco ha sido el director más influyente que hemos tenido, un verdadero ente transformador que nos ha aportado muchísimo, un músico enorme. Cada año lo invitamos a dirigirnos algunos conciertos. Comentó Lourdes López miembro de la agrupación coral. Las partes escritas por Bach para cantantes solistas fueron interpretadas por miembros de Madrigalistas quienes realizaron un trabajo muy notable, en especial el tenor David Orlando Pineda con un “Deposuit” de antología a gran velocidad.

La pequeña orquesta que acompañó a los cantantes fue la Cappella Barroca de México (antes Cappella Cervantina), agrupación fundada y dirigida por Horacio Franco ya se vislumbra como la primera agrupación especializada en música barroca con instrumentos e imagen sonora propios de los siglos XVII y XVIII, trabajan a partir de apoyos gubernamentales y privados, y tratan de consolidarse bajo un modelo de autogestión que dé como resultado el  establecimiento de un grupo permanente con un proyecto académico real, con una mística y metodologías ejemplares, reuniendo tanto músicos consumados como jóvenes becarios que quieran especializarse en ésta música, como se vio en el Magníficat.


Resultado inmejorable.

Gran acierto del INBA, un  concierto que queda para la historia, pleno de momentos de genialidad artística de los que adolecen casi siempre esos directores extranjeros que nos han invadido.

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