El Rigoletto de Suaste en
Cuernavaca.
Treinta años de canto. Por Manuel Yrízar.
El
barítono mexicano Jesús Suaste celebra
treinta años de canto.
En este
año de 2012 se ha consolidado como un auténtico profesional del arte lírico en
plenitud vocal y madurez artística. Experimentado actor cantante que dicta
cátedra en el terreno intrincado y lleno de peligros de la ópera. Treinta años
de carrera para llegar a realizar uno de sus sueños y anhelos más preciados:
cantar y dar vida a uno de los personajes más difíciles y complejos de su
cuerda, el bufón deforme, apasionado, humanísimo y sensible, héroe y villano,
llamado Rigoletto. Arquetipo singular y único creado por el genio de Giuseppe
Verdi.
Estrenada
en Venecia el 11 de marzo de 1851 obteniendo un éxito rotundo. La crítica del
día siguiente en la “Gazzeta Privilegiata di Venezia” dijo entre otras cosas:
“Una ópera como esta no puede ser juzgada en una sola noche…Ayer quedamos
abrumados por la innovación, o mejor, la originalidad del tema: innovación en la
música, en el estilo, en la forma de las piezas…la instrumentación es
magnífica, admirable; la orquesta te habla, te grita, te inspira pasión…te
impacta con pasajes dulces e ingeniosos…Nunca un sonido había tenido tan
poderosa elocuencia.” Y en “Il Lombardo Veneto” otro crítico anónimo escribió:
“(La música tiene) un estilo realmente innovador. Es una tela sin rasgaduras de
instrumentación, fácil, fluida, espontánea, que ora te habla suavemente al
alma, ora te despierta un sentimiento de piedad, ora te horroriza, según el
desarrollo del argumento.”
Ciento
sesenta y un años después podemos decir que “Rigoletto” sigue creando en
nosotros los mismos sentimientos y el mismo asombro.
El
Instituto de Cultura con la
Compañía de Ópera de Morelos presentó, en tres funciones el
13, 15 y 17 de julio, una nueva producción de este título que requiere un
elenco creíble con actores-cantantes profesionales a toda prueba. Sobre todo en
los protagónicos de Rigoletto, Gilda, el Duque, Sparafucile, Monterone y
Maddalena requieren voces preparadas en el estilo verdiano, todavía belcantista
de este periodo intermedio del Oso de Busetto. Los comprimarios también tienen
lo suyo y el coro y la orquesta requieren un director concertador sólido que
pueda sostener el drama que se nos presenta.
En esta
ocasión todos esos elementos lograron conjuntarse para brindarnos un
espectáculo honesto y de calidad notable. No corren los mejores tiempos para el
arte lírico en nuestro país pero esfuerzos y logros como este nos devuelven la
esperanza en que si es posible hacer las cosas bien en este terreno.
Ya
apuntábamos que el peso de la obra recae en el epónimo protagonista: Rigoletto
sostiene toda la acción y es una hazaña salir airoso con este trabajo de
titanes. Grandes barítonos han hecho una creación de este personaje lleno de
contrastes y contradicciones. Vocal e histriónicamente es uno de los papeles
para la tesitura del barítono que se recuerdan por la interpretación vocal y
actoral que pide el papel. Y Jesús Suaste se consagra como un Rigoletto que se
recordará. Todo lo aprendido en treinta años de carrera se pone aquí de
manifiesto. Creación de una partitura estudiada a profundidad en sus más
mínimos detalles y secretos. Dominio de la técnica vocal con plenitud en todos
los registros con una vocalidad que ya domina los matices y las sutilezas de su
expresión. Paleta colorida que lo mismo pasa de los estentóreos rugidos del
llanto, la furia y el dolor herido del padre burlado, que la ternura y
delicadeza amorosa para la hija vejada. Suaste llega a conmover al público con
su entrega absoluta y su canto sentido. Los aplausos no cesaban para el.
Destacadas
fueron a su vez la Gilda
acoplada y en auténtica sintonía con su personaje de la soprano lírica ligero
Claudio Cota. Lírico ligero lo fue también el tenor Christian Adán como el
libertino y seductor Duque de Mantua. El experimentado bajo Rosendo Flores fue
Sparafucile. Maddalena la mezzocontralto Caridad Acosta. Monterone el veterano
maestro Rufino Montero. Muy bien los comprimarios y el coro. El ballet cumplió.
Elogio
merecen sin duda alguna el director concertador Carlos Ruíz García. A quien
nunca nos cansamos de elogiar su intenso y magnífico trabajo en el foso. Bueno
el trazo escénico de Miguel Alonso Gutierrez. La escenografía de René Durón, artista
a quien se le rindió un homenaje por su importante trayectoria en la ópera
durante muchos años, estuvo cuidada hasta el mínimo detalle en el estilo
clásico que le enseñó su maestro el recordado Antonio López Mancera. Bien
iluminada por Carlos Arce. La producción ejecutiva de Marivés Villalobos de
grande experiencia en el medio fue ejemplar.
Aplaudimos
y nos congratulamos de haber asistido a la ciudad de Cuernavaca, Morelos de
donde regresamos contentos, felices y satisfechos. La música de Verdi seguía
sonando en nuestro ser con esa “tan poderosa elocuencia”.
México
D.F. martes 17 de julio de 2012.
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