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martes, 17 de julio de 2012

VERDI EN CUERNAVACA. SUASTE ES RIGOLETTO.


El Rigoletto de Suaste en Cuernavaca.
Treinta años de canto.   Por Manuel Yrízar.



El barítono mexicano  Jesús Suaste celebra treinta años de canto.
En este año de 2012 se ha consolidado como un auténtico profesional del arte lírico en plenitud vocal y madurez artística. Experimentado actor cantante que dicta cátedra en el terreno intrincado y lleno de peligros de la ópera. Treinta años de carrera para llegar a realizar uno de sus sueños y anhelos más preciados: cantar y dar vida a uno de los personajes más difíciles y complejos de su cuerda, el bufón deforme, apasionado, humanísimo y sensible, héroe y villano, llamado Rigoletto. Arquetipo singular y único creado por el genio de Giuseppe Verdi.


Estrenada en Venecia el 11 de marzo de 1851 obteniendo un éxito rotundo. La crítica del día siguiente en la “Gazzeta Privilegiata di Venezia” dijo entre otras cosas: “Una ópera como esta no puede ser juzgada en una sola noche…Ayer quedamos abrumados por la innovación, o mejor, la originalidad del tema: innovación en la música, en el estilo, en la forma de las piezas…la instrumentación es magnífica, admirable; la orquesta te habla, te grita, te inspira pasión…te impacta con pasajes dulces e ingeniosos…Nunca un sonido había tenido tan poderosa elocuencia.” Y en “Il Lombardo Veneto” otro crítico anónimo escribió: “(La música tiene) un estilo realmente innovador. Es una tela sin rasgaduras de instrumentación, fácil, fluida, espontánea, que ora te habla suavemente al alma, ora te despierta un sentimiento de piedad, ora te horroriza, según el desarrollo del argumento.”


Ciento sesenta y un años después podemos decir que “Rigoletto” sigue creando en nosotros los mismos sentimientos y el mismo asombro.
El Instituto de Cultura con la Compañía de Ópera de Morelos presentó, en tres funciones el 13, 15 y 17 de julio, una nueva producción de este título que requiere un elenco creíble con actores-cantantes profesionales a toda prueba. Sobre todo en los protagónicos de Rigoletto, Gilda, el Duque, Sparafucile, Monterone y Maddalena requieren voces preparadas en el estilo verdiano, todavía belcantista de este periodo intermedio del Oso de Busetto. Los comprimarios también tienen lo suyo y el coro y la orquesta requieren un director concertador sólido que pueda sostener el drama que se nos presenta.



En esta ocasión todos esos elementos lograron conjuntarse para brindarnos un espectáculo honesto y de calidad notable. No corren los mejores tiempos para el arte lírico en nuestro país pero esfuerzos y logros como este nos devuelven la esperanza en que si es posible hacer las cosas bien en este terreno.
Ya apuntábamos que el peso de la obra recae en el epónimo protagonista: Rigoletto sostiene toda la acción y es una hazaña salir airoso con este trabajo de titanes. Grandes barítonos han hecho una creación de este personaje lleno de contrastes y contradicciones. Vocal e histriónicamente es uno de los papeles para la tesitura del barítono que se recuerdan por la interpretación vocal y actoral que pide el papel. Y Jesús Suaste se consagra como un Rigoletto que se recordará. Todo lo aprendido en treinta años de carrera se pone aquí de manifiesto. Creación de una partitura estudiada a profundidad en sus más mínimos detalles y secretos. Dominio de la técnica vocal con plenitud en todos los registros con una vocalidad que ya domina los matices y las sutilezas de su expresión. Paleta colorida que lo mismo pasa de los estentóreos rugidos del llanto, la furia y el dolor herido del padre burlado, que la ternura y delicadeza amorosa para la hija vejada. Suaste llega a conmover al público con su entrega absoluta y su canto sentido. Los aplausos no cesaban para el.


Destacadas fueron a su vez la Gilda acoplada y en auténtica sintonía con su personaje de la soprano lírica ligero Claudio Cota. Lírico ligero lo fue también el tenor Christian Adán como el libertino y seductor Duque de Mantua. El experimentado bajo Rosendo Flores fue Sparafucile. Maddalena la mezzocontralto Caridad Acosta. Monterone el veterano maestro Rufino Montero. Muy bien los comprimarios y el coro. El ballet cumplió.

Elogio merecen sin duda alguna el director concertador Carlos Ruíz García. A quien nunca nos cansamos de elogiar su intenso y magnífico trabajo en el foso. Bueno el trazo escénico de Miguel Alonso Gutierrez. La escenografía de René Durón, artista a quien se le rindió un homenaje por su importante trayectoria en la ópera durante muchos años, estuvo cuidada hasta el mínimo detalle en el estilo clásico que le enseñó su maestro el recordado Antonio López Mancera. Bien iluminada por Carlos Arce. La producción ejecutiva de Marivés Villalobos de grande experiencia en el medio fue ejemplar.

Aplaudimos y nos congratulamos de haber asistido a la ciudad de Cuernavaca, Morelos de donde regresamos contentos, felices y satisfechos. La música de Verdi seguía sonando en nuestro ser con esa “tan poderosa elocuencia”.



México D.F. martes 17 de julio de 2012.

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