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lunes, 26 de noviembre de 2012

La ofensa de Raúl Díaz





En una nota firmada por Raúl Díaz, publicada por el semanario Proceso (#1882), en torno al estreno de la versión coreográfica sobre El mesías de Handel, se puede observar el inicio de una polémica que seguramente ya ha despertado la molestia en buena parte de la comunidad vocal del país. En ella, Díaz da cuenta, de manera chabacana y sin el menor asomo de análisis o inteligencia, del estreno de esta obra. En la breve nota el autor no da la menor señal de ser un experto, de tener algo que aportar en torno al posible conocimiento de la obra.

En términos dancísticos, sus comentarios muestran su chabacanería y falta de seriedad: “Afortunadamente [fue …] un montaje dancístico creado para el Royal Ballet of Flanders en 1996 y que el domingo 18 estrenó en Bellas Artes nuestra Compañía Nacional de Danza, que supo estar a la altura de las circunstancias”. Al final de la nota vuelve a referirse a la pieza dancística con palabras más o menos similares, dignas de un boletín de prensa oficioso: “un estreno digno de festejo que viene a enriquecer el de por sí ya rico repertorio de nuestra Compañía Nacional de Danza”. Para el interesado en asuntos dancísticos tales comentarios, abiertamente ignorantes, no le dicen nada de qué fue lo que se vio sobre el escenario. Seguramente Patricia Cardona tendría muchísimo más que decir al respecto.

Pero es en sus comentarios musicales donde se observa no sólo la misma chabacanería periodística, sino la semilla de la polémica que viene. Al referirse al elenco que cantó, dice lo siguiente: “el tenor Alan Pingarrón, a quien la gente aplaude, independientemente de sus buenas o malas participaciones, por el hecho de ser ciego”. Así, de un plumazo, Raúl Díaz introduce un comentario que nada dice de la efectividad o no del tenor en la puesta en escena de la obra en cuestión. Con tan desafortunado, por decir lo menos, comentario, Díaz se coloca en el ojo del huracán y muestra, una vez más, no siendo el único que suele usar comentarios tan desafortunados, sus limitadas capacidades ya no digamos analíticas en torno a la música, sino simplemente informativas.

Su torpe y superficial nota sólo da cuenta del elenco que participó en El mesías, y aprovecha el espacio para recordarnos que se ha dedicado a festejar y aplaudir el trabajo de Xavier Ribes “en más de una ocasión”, pero no dice nada más al respecto. Su superficial comentario sobre el tenor mencionado seguramente hará historia en el mundillo de la crítica musical, y probablemente le ganará un desprestigio que el autor viene cultivando desde hace años.

Por ello sería importante referirme a otro asunto que ya he mencionado varias veces al referirme a la crítica musical. Más allá del aspecto “anecdótico” de la nota, está el aspecto de qué se dice y para quién va dirigido. Muchos en el medio musical esperan que quien escriba sobre estos temas sepa del tema. Y que desde allí se hable con conocimiento de causa, y no con supina chabacanería. Pero el asunto real es que, escriba un experto en canto o en danza, o en materia musical sinfónica o instrumental, el resultado, en mi opinión, es el mismo. Da igual si el redactor de la nota es Raúl Díaz o Lázaro Azar, o si es Sergio Vela o Samuel Máynez, todo lo que sucede en el mundo de la música se reduce a lo que uno ve al final del concierto: aplaudir o abuchear, con mayor o menor sabiduría, a lo que se acaba de ver.

A esa actividad se reduce el juicio que alguien emite sobre un espectáculo musical: convertirse en un diminuto César que gira el dedo en aprobación o desaprobación de lo que acaba de suceder sobre el escenario. Equivale a felicitar a un grupo de niños en el Kindergarden por presentarnos un grupo de cubos en un montón de arena ingeniosamente colocados. A eso se reduce la crítica musical, sin importar qué tan brillante, sabio, conocedor sea o no quien escribe.

Por su misma naturaleza escenográfica y ontológica, la música no admite diálogo ni forma alguna de intercambio intelectual. Es un discurso que no admite otra respuesta que la aceptación o el rechazo, el aplauso o el abucheo. Como discurso unidireccional, es una actividad inmensamente arbitraria, y desmesuradamente infantil, le duela a quien le duela. Imposible demostrar lo contrario. El mundo de los adultos implica el auténtico diálogo, la aceptación de no tener que estar de acuerdo en algo o en todo, del disenso, del intercambio de opiniones, de ideas y de puntos de vista. El mundo del puer aeternus, del niño eterno, es el mundo del capricho, del voluntarismo, del todo o nada, del estás conmigo o estás contra mí. No hay forma auténtica de dialogar con una sinfonía o una ópera: se le aplaude o no, punto. Así de arbitrario, así de infantil es ese mundo. Y por supuesto, se está o no de acuerdo con lo aquí dicho.

La ofensa de Raúl Díaz hacia un tenor ciego es una grosería y una falta argumentativa del tamaño de una catedral, pero es algo que sólo podría ocurrir en un mundo como el de la música. A Jorge Luis Borges la gente se le entregaba en sus conferencias públicas no porque fuera ciego, sino por su memoria y sabiduría, pero sobre todo, porque siempre había la posibilidad de dialogar con él, sin importar si el dialogante era un profesor universitario o un simple estudiante o un lector de a pie.

Habría que reflexionar sobre eso.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

VOCES DE CELEBRACIÓN:

Ópera de Bellas Artes. 20 de noviembre de 2012.
Cinco cantantes mexicanos internacionales se presentaron en Bellas Artes en concierto de gala.



Corroborar que tenemos voces de alto nivel para poder tener funciones de ópera de repertorio en el Teatro de Bellas Artes quedó plenamente comprobado una vez más con el concierto celebrado en la sala principal del Palacio con los cantantes Mónica Chávez y Rebeca Olvera, sopranos;Javier Camarena y David Lomelí, tenores; Carlos Almaguer, barítono y el Coro y la Orquesta del mismo. Con un programa integrado con repertorio italiano, francés, alemán y español de los compositores Donizetti, Rossini, Verdi, Mascagni y Puccini; Massenet, Bizet; Mozart, Wagner; Sorozabal. 




Con la dirección musical del concertador huésped  Iván López Reynoso y con ese mismo carácter Xavier Ribes con el coro. Dividido en dos partes y un intermedio los cantantes participantes demostraron de lo que son capaces en el repertorio de sus cuerdas. Una soprano lírica ligera, otra lírico spinto, dos tenores líricos y un barítono dramático. Con ellos solos bastaría para tener una compañía semejante a esas que nos visitaban en los siglos XIX y XX provenientes la mayor de las veces de Italia o de España que ofrecían todos los días títulos distintos en los teatros que los contrataban por breves o largas temporadas. De ello da perfecta cuenta en sus libros quien ahora dirige la ópera de Bellas Artes, José Octavio Sosa Manterola, quien mucho ha aprendido y sabe del asunto teórica y prácticamente pues por todos los caminos del género ha transitado durante muchos años. A él se debe la hechura de estos conciertos que demuestran que si de buenas voces se trata México sobresale por la calidad de los instrumentos que se dan en esta tierra pródiga y rica.
La calidad vocal e histriónica de los participantes guiados en esta ocasión por la batuta juvenil e inexperta mas provista de entusiasmo que hará madurar el verde retoño si el talento demostrado en embrión va perfeccionando su quehacer con estudio y disciplina en el conocimiento de los estilos diversos que no pueden ni deben sonar igual. Mucho disfrutamos la voz negra y de gran poder de Almaguer, del virtuosismo y agudos fáciles y brillantes de Camarena, del bello instrumento tenoril de color marmóreo y veteado del enjundioso Lomelí, la agilidad y simpatía de Olvera y el canto apasionado y vibrante de Chávez. 
Ya se cierra este año y sexenio y se abre otro ya en puerta donde la esperanza continúa dormida al fondo de la caja de Pandora. Nuevos tiempos forzosamente nos esperan.

domingo, 18 de noviembre de 2012

La Bohème Politécnica. por Mauricio Rábago Palafox

Giacomo Puccini (1858 – 1924) fue sin duda el más grande compositor italiano de óperas de la segunda mitad del siglo XIX, heredero de la tradición de Rossini, Bellini, Donizetti y Verdi, es autor de la ópera más representada de todos los tiempos: La Bohéme (1896). Trabajó con todo cuidado en esta obra durante cuatro años, está basada en la novela del francés Henry Murger “Scénes de la Vie de Bohéme” que originalmente apareció como un folletín por entregas a partir de 1844 en el periódico Le Corsaire después se convirtió en un best-seller en 1851. Ruggiero Leoncavallo el autor de “Los Payasos” también musicalizó esta novela; hizo sus propia versión de La Bohéme, magnífica obra que estrenó un año después de la de Puccini, sin embargo esta última fue la que logró consolidarse como favorita del público.

  


El Instituto Politécnico Nacional (IPN) presentó esta ópera en el Auditorio del Centro Cultural “Jaime Torres Bodet” en Zacatenco, los días 10, 13, 15 y 17 de noviembre de 2012. Previo al inicio de la obra, vemos sobre el escenario el mural de Diego Rivera “Un paseo dominical por la Alameda” reproducido en un gran telón. Poco a poco se colocan delante de las figuras principales del mural, las réplicas en persona de dichos personajes con idéntico vestuario, cuadro escénico que resultó inolvidable. Esas funciones de La Bohéme estuvieron bajo la dirección musical de Iván López Reynoso quien con tan solo 22 años sacó adelante con absoluto profesionalismo esta difícil partitura. Condujo a la Orquesta Sinfónica del IPN que ya ha cumplido 46 años de existencia y cuya directora titular es Gabriela Díaz Alatriste. El encomiable objetivo de estas funciones y de la propia orquesta es introducir a los estudiantes politécnicos a la apreciación del arte musical.



La elección del elenco de bohemios fue afortunada: La soprano Zaira Soria interpretó una Mimí llena de matices delicados, de emoción y de control vocal, nos sorprendió mucho por su creíble actuación y la plenitud de su canto en este rol que le va como anillo al dedo. Dante Alcalá, tenor, encarnó a Rodolfo, el joven poeta. Emotivo pero controlado en este papel lleno de dificultades donde si se desborda la emoción ya no se puede seguir cantando, pero que sin emoción no tiene sentido. Voz bella, plena de variados colores, su actuación veraz y juvenil, gustó mucho y cosechó cálidas ovaciones. Los barítonos Ricardo López y Josué Cerón (Marcello y Schaunard respectivamente) buenos actores - cantantes y además son dueños de hermosas voces que manejan distramente, ya han iniciado una carrera brillante en los escenarios nacionales. Sorprendente la calidad vocal del bajo Alejandro López que interpretó al filósofo Coline para quien Puccini escribió el aria “Vecchia Zimarra” la única para la cuerda de bajo surgida de la pluma del compositor. Los personajes de Benoit el casero y Alcindoro el viejo amante ocasional de Musetta, suelen interpretarse por el mismo bajo cantante, perosonajes cómicos que en esta ocasión estuvieron al cargo de Arturo López Castillo, con más de veinte años de experiencia en los escenarios operísticos Arturo López sabe combinar un canto adecuado con una actuación creíble, cómica sin exageraciones, en estos aparentemente pequeños personajes donde es tal vez más importante la actuación que el canto, y lo hizo con gran solvencia artística. Completó el elenco la joven mazatleca Rebeca de Rueda, de hermosa presencia y buen canto, también a ella le va como anillo al dedo su personaje, el de Musetta, un poco verde en su canto, le falta la soltura vocal que indudablemente adquirirá en pocos tiempo. 

Muy redondo el cuadro de bohemios peinadoras y costureras, pequeñas mariposas agridulces de la pobreza las llama András Batta, el resultado de todo esto una muy disfrutable puesta en escena de La Bohéme, donde desde un principio se adivina el final inexorable de la muerte de la frágil Mimí, minada por la tuberculosis.

El éxito teatral se lo debemos a Cesar Piña quien se arriesgó con una puesta en escena modernizada, trasladada al México de los años treinta pero que respetó íntegramente el carácter de los personajes y su interacción, además consiguió que hubiera en escena lo que muchas veces falta y sin lo cual la ópera nada más no funciona: verdad escénica, sin exageraciones, con un movimiento ágil de los muchos coristas y partiquinos, logró una puesta en escena recordable. Cesar Piña dirigió esta misma obra hace unos días (sólo el primer acto) en Bellas Artes durante el homenaje a los 30 años de Ramón Vargas y ahora en el IPN las dos con igual éxito, dos propuestas escénicamente diferentes, algo poco usual.

Los coristas participantes fueron el grupo Alpha Omega del IPN, Coro Magisterial de Fomento Musical y el Coro de Niños de la escuela Superior de Música del CENART. Todo un reto conjuntar musical y escénicamente a tres contingentes corales de edades y orígenes diversos, pero se logró con muy buenos resultados.

Vestuario de la Escuela Superior de Ingeniería Textil (ESIT) y comparsas de los Talleres de Teatro del IPN.

Lo malo: el sonido del auditorio que sin su concha acústica, que fue removida para estas funciones resulta opaca y sin brillo.

Una prueba más de que no obstante el bajo presupuesto, con trabajo disciplina y talento se pueden alcanzar excelentes resultados.

 

jueves, 1 de noviembre de 2012

CELEBRACIÓN MUSICAL A RAMÓN VARGAS.30 ANIVERSARIO.

Merecido festejo al gran tenor mexicano.              Por Manuel Yrízar.


Asistir al Palacio de Bellas Artes donde lo conocimos el día que ganó el "III Concurso de Canto Carlo Morelli" en 1982 cuando tenía 21 años, mismo teatro en que se presentara muy pronto a cantar sus primeros roles operáticos es a la vez motivo de nostalgia y de reflexión.

Ejemplo de tenacidad, valor, disciplina, amor al canto, aunado a su voz y talento indiscutibles, musicalidad nata, instinto e inteligencia, Ramón Vargas viene a festejar, después de 7 años, ¿7 plagas?, de no presentarse en ese teatro que lo vio nacer a la vida del arte de la ópera. Ya llevaba toda su vida cantando desde entonces pues desde niño ya cantaba en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe como párvulo y solista soprano del coro. 

No repetiremos aquí la historia harto conocida de ese joven recién casado que va en busca de su realización y encuentra la gloria soñada. Figura importante en todos los teatros más prestigiados del orbe su nombre figura ya como figura señera del arte lírico internacional. Papeles importantes todos de su cuerda lírica elegante y distinguida quedan ya en grabaciones acústicas y de vídeo como innegables referencias. Todos los honores los ha recibido. Todos los elogios y deferencias.


Con sus amigos, "compañeros de vida", de la generación que he llamado como de los "Ochentas", casi todos los participantes debutaron, veinteañeros,  en esa década del siglo pasado, el XX, ya en plena decadencia de este arte, la ópera, que desde entonces sobrevive por inercia y por la terquedad de aquellos que se niegan a verla morir totalmente.
Desde aquí mandamos nuestros parabienes al amigo querido y al hombre íntegro que nos enorgullece por ese ejemplo que nos deja como tarea. Una tierra que ha dado artistas de la talla de Ramón Vargas merece una mejor suerte en su destino.

México D.F. a 1 de noviembre de 2012.