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viernes, 26 de julio de 2013

Miente Ramón Vargas

En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse vocero sin paga del mandarín . . .

Miente con todos los dientes Ramón Vargas al afirmar que el Rigoletto del Teatro Bicentenario es una coproducción de la Ópera de Bellas Artes.

Pero el anuncio de la programación hecha por Ramón Vargas no sea más que un espejismo que algunos presenciaron en una rueda de prensa a modo, al viejo estilo priísta, y sin invitar a sus principales críticos: José Noé Mercado, un servidor, y curiosamente a todo el equipo de la revista Pro Ópera, de la cual Ramón Vargas es director honorario y a quien allí le aplauden desde un eructo hasta un do de pecho.

Conaculta e INBA trajeron al maestro Vargas desde Munich y no dijo nada que no hubiera dicho ya con anterioridad, por lo que su informe resultó del todo vacuo.

Avisó de la convocatoria del Estudio de Ópera de Bellas Artes. Como buen priísta, empieza a mostrar las zanahorias, y anuncia que hará un registro nacional de voces y que siguiendo el exitoso ejemplo de American Idol y Jennifer Lopez y Britney Spears, continuará haciendo audiciones a todos los cantantes del país.

Lo más relevante fue que el maestro Vargas presentó, SÍ, POR FIN, la flamante programación de un año de futuras funciones: lo que resta del año y a duras penas el principio del año entrante. Parturien montes, pues. ¿Qué hay de novedoso, de apantallador, de mentís a sus detractores, en esta programación? Esencialmente, nada. Ni siquiera fue capaz el maestro Ramón Vargas de dar una muestra de poder de convocatoria, e integrar los posibles repartos de las futuras funciones, y programar sin elencos no es programary por los títulos enunciados no hay la menor novedad con respecto a lo hecho por los que él denunció como sus malignos y corruptos predecesores (algunos de los cuales trabajan para él en castigo) que sólo calentaron la silla sin hacer nada. También agregó que "anualmente se realizarán tres producciones operísticas de primer nivel, que itinerarán [sic] en al menos 11 estados del país, con vestuarios y escenografías originales para su presentación en casi 60 escenarios fuera de la ciudad". Y más allá de los sueños guajiros del maestro, a quien de ninguna manera le estamos impidiendo trabajar, no se ve en sus primeras declaraciones nada que confirme que estemos ya entrando en la era dorada de la ópera en México. 

La programación presentada es sólo un listado de obras que podrían (sí, maestro, podrían) representarse en Bellas Artes, siempre y cuando el comité artístico la aprobase, lo cual no es muy difícil que suceda; pero usted, como los viejos priístas de antaño, quiso darle madruguete al comité artístico presentando algo que no ha sido ya no digamos aprobado, sino ni siquiera puesto a la consideración de es cuerpo colegiado, para imponer su voluntad sin consultar a nadie, como antes.

Por otro lado, con esta arrolladora programación muy a duras penas podría llegarse a las cien funciones de ópera al año que había prometido para Bellas Artes. Y si como dice el proverbio alemán, Dios está en todas partes (léase Ramón Vargas), pero el diablo está en los detalles, son esos detalles los que resultan más importantes, pues hacer cartitas a Santa Claus con anticipación, eso lo hace hasta Manuel Yrízar. Ahora ya no son sólo 32 teatros, como cacareó desde el primer día, sino ¡60!, ¡sí, sesenta teatros clase AA!, es decir sesenta teatros con foso, orquesta y coro en funciones, tramoya e iluminación en perfecto estado, como señaló en la malhadada rueda de prensa.

Desde que el maestro Ramón Vargas señaló que había 32 teatros para albergar producciones de ópera en el país le pedimos nos informara cuáles eran esos teatros, y ahora resulta que hay más del doble. A lo mejor para su próxima rueda de prensa, a la que esperamos ahora sí nos invite, nos enteramos que tal vez hasta en las Islas Marías hay varios teatros que serían la envidia de La Scala, ¡quién sabe! A lo mejor hay uno cerca de la casa ¡y ni enterado estoy!

Por otro lado, maestro, en su programación no veo el menor asomo de una auténtica visión artística. En un año de trabajo por venir usted propone apenas seis títulos a escenificar. ¿Ese es el huevo que estaba cacareando hace dos meses? ¿En qué se diferencia eso de lo hecho por sus predecesores? Más aun, no veo dirección artística en lo más mínimo. Para eso, hubieran dejado las cosas como estaban y nos saldría más barato. Porque todo lo demás, maestro, el Estudio de Ópera, las coproducciones, son puro atole con el dedo.

Más grave aún es que presenta, por sus pistolas, el trabajo ajeno como resultado de su pretendido proyecto de co-producciones, al afirmar, con la misma insensibilidad y arrogancia que ya le conocen sus colegas, que las funciones del Rigoletto en el Teatro del Bicentenario son parte de ese proyecto. ¡Ajá, cómo no! Miente cuando repite que es el resultado de su gestión en esta nueva época maicera. ¿Cuánto ha aportado la OBA a esta producción? Ni un clavo, salvo la promesa de que comprarán la producción para que vaya de aquí para allá. Eso no es co-producir, maestro, eso lo hace OCESA con todos los espectáculos que presenta en el Auditorio Nacional, pero no los hace co-productores. ¡Comprar no es coproducir!

Como si tal soberbia no fuese suficiente, trata de corregir el desliz a través de dos actos igualmente ridículos: 

Primero enviando un texto pedestremente redactado, de nueva cuenta sin la menor astucia literaria, sin un uso adecuado de un lenguaje institucional, para aclarar el asunto, y en el colmo de la idiotez institucional, lo envía vía electrónica a través ¿a que no saben de quién? Pues de su barbado bufón, Manuel Yrízar, desdeñando los conductos oficiales de Conaculta e INBA, mucho más eficientes, baratos y de mayor alcance que su nuevo vocero que sustituye en sus funciones, al parecer, a Plácido Pérez Cué.

Segundo, recurriendo a su periodista de confianza, Ricardo Pacheco Colín, para que esparza el Evangelio, la buena nueva que usted proclama, repitiendo, como Goebels quería, una y mil veces las mismas mentiras, pensando que así se volverán verdad irrefutable. 

Es vergonzoso que el maestro Ramón Vargas, funcionario y burócrata pagado con nuestros impuestos ciudadanos, utilice a un señor que no es absolutamente nada, como su perico barbado, que no tiene ningún título profesional de nada, para divulgar una torpe aclaración sobre la producción de un Rigoletto, como excusándose en privado, sobre el cual la OBA no tuvo ni tiene ninguna injerencia porque no ha habido una sola reunión con la producción del Teatro del Bicentenario en la que se haya discutido de las bebidas a ofrecerse en el inmueble, mucho menos nada que tenga que ver con decorados, elenco, escenografías, dirección musical, etcétera. Cero coproducción, maestro, el INBA no aportó ni el papel de baño. ¿Con qué cara se pone usted a anunciar coproducciones inexistentes, maestro?

Por otro lado, usted dijo hace poco en una entrevista que su labor se va a centrar en el estudio de ópera y en la presentación de este repertorio en los estados ("provincia" según usted, mostrando su desprecio lingüístico e ideológico al referirse de esa manera a los estados de la federación). ¿Qué no es su primera responsabilidad la Compañía Nacional de Ópera? ¿Qué piensan la orquesta, el coro y los pianistas que integran la OBA del giro que se ha dado a las responsabilidades de su flamante director? Si bien es un director ausente, por principio de orden deberían estar bien definidas sus responsabilidades y prioridades, pero es la fecha que no sabemos cuáles son estas. ¿Existe ya un acuerdo de colaboración firmado con los estados? Sería interesante saber en cuántas reposiciones estatales (o "provincianas") piensa apuntarse Jesús Suaste, que ahora le ha dado por sentirse verdiano, no obstante lo evidenciado en la lamentable Gala de RV, ¿Se vale? ¿es ético?

Con el Estudio de Ópera se piensa dar una formación a jóvenes cantantes que les permita prepararse para una vida profesional, eso suena muy bien. El campo de fogueo de estos jóvenes será, ¿por qué no? la provincia tan despreciada por RV. No se da cuenta de que los teatros y las orquestas también tienen sus propios proyectos, que a muchos les interesa desarrollar y dar oportunidades al talento local y crear sus propias condiciones de desarrollo. Una cosa es colaborar en conjunto con esas instancias y otra llegar y recetarles una imposición, con el más trasnochado centralismo, esperando la inmensa gratitud de aquellos que, gracias a su merced, están conociendo lo que sí es ópera.  

Ha trascendido que habrá una beca de $25,000 para cada uno de los estudiantes del estudio. (No se le vaya a ocurrir becar a su sobrina Lety.) ¿Con base en qué información se definió esa cantidad? Si no van a pagar por su formación en el programa del estudio, ¿cuál se ha pensado que será el destino de esa beca? Sé que la realidad mexicana es otra, pero, los estudios de ópera que quedan en el mundo no pagan, cobran o dan becas de exención de pago a los estudiantes. ¿Cómo deja este pago -en mi opinión excesivo- a cantantes profesionales que ya no tienen derecho a ser parte del estudio por su edad, pero que no resultarán afortunados en la elección de solistas de la OBA? ¿Qué piensan, nuevamente, los integrantes de orquesta, coro y pianistas de la OBA, que ganan menos que esta cantidad? En fin, ¿cuándo se conocerá el proyecto del estudio, incluido programa académico, planta docente, plan de estudios...? o ¿apenas llevan dos meses? (No sabe usted contar maestro, lleva casi tres meses en su cargo) ¿Qué pasó con los súper héroes de la ópera?

Y en un desdén nunca antes visto por director alguno de la OBA, el maestro Ramón Vargas llamó "sindicato centavero" al del INBA, enrareciendo aún más el ya de por sí complicado ambiente laboral que le rodea. Cuando este sindicato le muestre los dientes, recuerde que usted se lo buscó. No vaya a echarme la culpa a mí de sus yerros.

Maestro, no lo tome como regaño, pero usted debe disciplinarse y usar los canales de difusión institucionales a su disposición, aunque le caigan mal, en lugar de usar a su mascota o de andar pretendiendo crear un nuevo puesto. No invente el hilo negro, maestro. Y si piensa que soy su peor pesadilla, sepa que desde hace dos sexenios en este país, desde el Presidente hasta el funcionario de más bajo nivel, está obligado a la rendición de cuentas y a dar resultados inmediatos. Acostúmbrese a nuestros cuestionamientos.

Así que, maestro, la coproducción que anunció no es tal; la programación que presentó no es programación, entonces ¿a qué vino?






lunes, 8 de julio de 2013

La falta de ética del Merolicronista: una mancha más al tigre

En un medio donde la honestidad y la objetividad son constantemente puestas a prueba como en el ámbito de la crítica o crónica musical, la falta de ética es un defecto que debe denunciarse cada vez que esto ocurra.

En su más reciente artículo para la revista Proceso, el Merolicronista Raúl Díaz vuelve a mostrar su oportunismo y su absoluta falta de ética profesional al hacer una nota de un concierto al que evidentemente no asistió, como nos consta: el mismo del que dimos cuenta aquí, del Coro de Madrigalistas por su septuagésimo quinto aniversario.

Con una cara dura que ofendería a un niño, el Merolicronista divide su patético texto en dos partes, una primera en donde informa pedestremente qué es un Madrigal, y una segunda donde habla de manera muy general del Coro de Madrigalistas, para, en un pobre y lamentable párrafo, despacharse al concierto de aniversario, sin nunca referir qué se interpretó, en este caso tres motetes, no madrigales, de tres compositores distintos.

Como es costumbre con el Merolicronista, no dice una palabra del concierto, de sus intérpretes, de cómo fueron interpretados, nada del coro o de la orquesta de Horacio Franco. No dice nada de nada porque no sabe nada de nada este estromatolito extraviado, y porque no asistió al concierto. La foto que el semanario reproduce no es la del programa de mano (si un folleto tamaño carta o formato A4 puede considerarse programa de mano) sino de las tarjetas postales que regalan en el módulo de información del inmueble, prueba indirecta pero irrefutable de que el Merolicronista no estuvo en la sala principal del Palacio de las Bellas Artes el día del concierto.

Además de su evidente falta de profesionalidad, el lamentable escrito del Merolicronista, que no alcanza siquiera el nivel de un boletín de prensa, y que fue escrito con antelación al evento del que no da cuenta, evidentemente, porque el semanario cierra su edición los miércoles, pone de manifiesto otra cosa: ¿qué hubiera pasado si el concierto se hubiera cancelado por cualquier circunstancia, u Horacio Franco no hubiese podido dirigirlo? 

La pregunta es obligada: ¿hasta dónde va a permitir la Dirección del semanario Proceso que este pobre engendro arrastre a su sección de Cultura, donde se supone son especialistas quienes hablan y dan cuenta del acontecer cultural del país? ¡¿Hasta dónde, señores, hasta dónde?!

sábado, 6 de julio de 2013

¿Los puntos sobre las "íes"?

Durante el pasado proceso electoral de 2012, en redes sociales proliferó la parodia de cambio de horario diciendo que con la llegada del PRI habría que retroceder el reloj setenta años. A la luz de las reformas legales aprobadas y otras que están por llegar, pareciera que ese lapso quedó corto y ya casi llegamos a los albores del siglo XIX, cuando la Iglesia era la máxima autoridad en el país. Pero, sin llegar a esos extremos, en la vida cultural del país vemos ese retroceso en varias actitudes, producto, comprensiblemente, de la educación cívica que algunos de los personajes a reproducir a continuación tuvieron (perdón por mi barroca forma de pensar, y por tanto de escribir).

Y mientras leo las palabras de la Sirena barbada, como ya se le conoce a Manuel Yrízar en el medio, no puedo dejar de imaginarlo como una suerte de trasnochado Tiresias posmoderno... con la diferencia de que aquél estaba ciego y era sabio, y éste se niega a ver y es un obtuso. Y reenviando con malsana iniciativa la "entrevista" que le hacen a Ramón Vargas en El Economista, no dejo de pensar que la vida democrática y el derecho al disenso, al pensamiento crítico, al sano y necesario ejercicio de escrutinio a que debe ser sometido todo funcionario, les son ajenos no sólo a Manolito Yrízar, quien en sus delirios se dice de izquierda, pero no sabe un carajo de pensamiento crítico ni dialéctica, sino al propio Ramón Vargas, no se diga del "periodista" que lo "entrevista", Ricardo Pacheco Colín.

Dice Yrízar, lleno de malsana emoción, conteniéndose de no orinarse en los pantalones, convertido en encargado honorario de la sala de prensa del maestro Vargas:

Que bueno que Ramón Vargas hable con toda claridad contestando de paso a algunos que con afán protagonista monologan grandes parrafadas sin ton ni son, tonantes y vociferantes, admonitorios y rimbombantes, pontificando y regañando al recié...n [sic] nombrado director artístico, culpado de todo lo que no ha sucedido pero piensan que sucederá. Lamentable espectáculo el de esos conspiradores disfrazados de sesudos criticastros que conjuran y ríen divertidos en sus Blogs y en las redes sociales chistoreteando divertidos sus puntadas supuestamente simpáticas y frívolas. Aquí Vargas pone los puntos sobre las "ies" y nos dice cuales son propósitos y sus expectativas. Con palabras sencillas exentas de poesía bucólica responde a algunos de sus criticones a destiempo que ya cansan y aburren con sus ataques gratuitos donde exorcizan sus demonios interiores ¿o exteriores?

¡Guau! ¡Qué pieza de prosa magistral nos entrega Manolito! Parece que quiere congraciarse con Ramoncito, para que le dé el tan ansiado y anhelado "maíz" (tenga piedad, maestro, Manolito lleva dos meses y medio defendiéndolo 'de a gratis'; no sea gacho, Manolito no recibe los cien mil pesos que sí recibe Lázaro Azar para que mantenga su bocaza cerrada, ¿o a poco cree que guarda silencio por pudor y decencia? Pregúntele a su jefe y verá que es cierto).


Es tan magistral la prosa maicera (¡has creado un nuevo género literario-periodístico, Manolito, la prosa maicera, por la cual serás recordado!) de la sirena barbada que no sé ni por dónde empezar. "Afán protagonista", dice el maicero, con esa pluma guajolotera que engrandece la historia del periodismo nacional, sin percatarse que el que sueña con los reflectores es él mismo: se toma fotos con Ramoncito, con la Joanna Paris, sin hablar un carajo de italiano o de inglés, como adolescente que se retrata con su grupo favorito para presumirle a sus amigochos de su cercanía con la farándula operística, de la cual yo no formo parte, como me reprochó, y a la cual me importa un pepino pertenecer (comportamiento infantil, no distinto del que Lázaro Azar muestra en sus álbumes fotográficos, y que evidencia una mente infantil y fetichista). Es él quien va como poseso a todos los ensayos donde pueda estar su Mesías para fotografiarse con él y busca desesperadamente que lo inviten a esas opíparas cenas de que goza Ramoncito y a las que él sólo llega como el limosnero que en el fondo es.

Después dice, tratando de ganarse esas cenas y el maíz que cree le arrojarán desde esa mesa a la que él no está invitado:

Lamentable espectáculo el de esos conspiradores disfrazados de sesudos criticastros que conjuran y ríen divertidos en sus Blogs y en las redes sociales chistoreteando divertidos sus puntadas supuestamente simpáticas y frívolas.

Él, el conspirador que perdió lo más por lo menos y que no sabe usar el lenguaje ni entiende de palabras, se burla de lo que significa un sano ejercicio de crítica al proceder de un funcionario público. El lamentable espectáculo es otro: el del viejo que, expulsado de todas partes, no sabe argumentar, acerca la mano a la fiesta a la que nunca podrá entrar y al festín al que jamás será invitado por su propia condición.

Pero este comportamiento lamentable y patético es fruto de esa educación priísta en que Manolito vivió y todavía vive: de quien espera la llegada del iluminado, el Mesías que salvará del desastre absoluto lo que los anteriores gobiernos no pudieron hacer, y de paso, entrar a la nómina, porque ya sabemos, desde tiempo inmemorial, que vivir fuera del presupuesto es vivir en el error. Todos conocemos ese comportamiento, y lo reconocemos cuando lo vemos.

En la literatura de nuestro país, que Manolito no ha leído porque ahí no hay farándula ni lentejuelas ni nada de lo que a él le apantalla, se recogen innumerables ejemplos de esos comportamientos serviles y lacayunos, de quienes se arrodillan ante el poder del "supremo gobierno, que nunca se equivoca y siempre tiene la razón", como retrata la novela La vida inútil de Manuel Yrízar, ¡ay, perdón!, quise decir La vida inútil de Pito Pérez. Y si Manolito ya anda tras del maíz, no sorprende que la entrevista a su redentor tenga el mismo todo de abyección periodística que todos conocemos, de revistas chantajistas como Quehacer político, maestras en el arte de la lambisconería y babear feliz por leer adecuadamente la mente brillante del entrevistado. Se trata de otra pieza maestra que fue escrita hace dos días, pero que parece provenir de tiempos de Echeverría o López Portillo, o incluso antes, cuando ejercer el periodismo era peor que ser una puta en una esquina (con el perdón de estas trabajadoras).

El autor de esta perla del periodismo, que a algún profesor de la carrera de periodismo podría servirle en sus clases como ejemplo de lo que no debe hacer un periodista moderno en una entrevista, se llama Ricardo Pacheco Colín, y tiene un principio fulgurante, de arrebatada pasión, como para justificar el maiceo (sí, Manolito, lo que tú haces de a grapa, otros lo hacen cobrando, y muy bien al parecer) recibido de quien se presta al lucimiento ajeno ("¿lo estoy haciendo bien, patrón, o me empino más?", parece querer decir):

Hace unos treinta años, el tenor Plácido Domingo afirmó, apocalíptico, que la ópera mexicana no tenía remedio, que había que “barrer con todo” y empezar de nuevo.
Sin embargo, una jugada muy inteligente de Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Conaculta, al colocar al tenor Ramón Vargas al frente de la Ópera de Bellas Artes, permitió abrigar una esperanza antes de la catástrofe.
Por lo que Vargas bien podría repetir sin ser él le roi de la France: après moi, le déluge. Pero la decisión de Tovar al mismo tiempo vino a mover el piso a los grupos que han medrado con la ópera. [énfasis nuestro]

¡Guau! Pepe le pú, como la ve tú, ¡hasta con palabras en franchute y toda la cosa! Pero, ¿a que no saben qué? Que este tono (este sí, Manolito) rimbombante y prosopopéyico ya lo conocemos. ¿Se acuerdan cuando hablamos del exitoso concierto de Alondra de la Parra en París del que el Asalariado Lázaro Azar y su pomposa prosa periodística dieron cuenta? Pues este es ese mismo estilo arrastrado, zalamero, oficioso, que destila baba hasta por los sobacos, y que ni Lázaro Azar ni el señor Colín inventaron pero ejercitan con consumada maestría.

De un solo y magistral plumazo, el señor Colín se arrastra zalamero y nos anuncia, como quieren hacer creer Vargas y su barbada sirena, de que ya está entre nosotros, infieles y rejegos, el Mesías, el redentor de esa patria llamada ópera. "¡Yo no les voy a fallar, por ésta (haciendo la cruz con los dedos y llevándola a su boca) que ahora sí les cumplo!", parece querernos decir en su prosa maestra. "¡Arrepentíos, pecadores!", es el mensaje subyacente (este sí, Manolito, este sí es admonitorio), dirigido a esos grupos que han medrado con la ópera, en el frenético arranque de esta obra maestra para la posteridad. No es clase de análisis periodístico, pero ya he señalado varias de las virtudes de este texto señero del periodismo actual. 

Y por si alguna duda les quedaba de la habilidad prestidigitadora arrastrada del señor Colín, vean cómo concluye su arenga patriótica:

Tal es el origen de los rumores y malas leches que circulan por ahí. Y si a esto agregamos las voces de los radicales que quieren que el gobierno federal fracase en cultura, bueno… [énfasis nuestro]

Cómo creen que iba a concluir sin arrastrarse ante el gobierno, con una conclusión digna de Aristóteles: Si a es tal cosa, b, entonces, yo me arrastro.

El tono abyecto y servil que manifiesta el arranque de esta entrevista suena a periodismo rancio, a aquellos periodistas que en tiempos de Echeverría defendían el himen presidencial con vehemencia digna de mejor causa. ¿Para quién si no es para su patrón, es decir, quien lo chayoteó, está dirigida esa admonitoria sentencia contra las voces de los radicales que quieren que el gobierno federal fracase en cultura? Lenguaje, vocabulario y obscenidad priístas, tres en uno, a la vista de todos. Pero Ramón Vargas no se queda atrás. No, al menos, el de esta entrevista.

Sus palabras, llenas de sabiduría, nos remiten al mundo del pensamiento mágico, y comienza con sesuda analogía del Dalai Lama, pero igual pudo haber citado a Paulo Coelho, ya entrados en gastos, y de inmediato pasa a la defensiva:

“A mí lo que me sorprende es que haya gente que ni siquiera da tiempo a que los proyectos despeguen y ya los está atacando. ¿Cómo vas a criticar el espectáculo si todavía ni se levanta el telón? Estamos empezando un proyecto que va a durar seis años, pero a los dos meses ya quieren tener resultados. Ni que fuera mago”.

Maestro, usted, como su anciano perico, tampoco sabe usar el lenguaje, y como cantante sólo repite lo que otros escribieron, así que no me sorprende su pobreza discursiva, tan lamentable como la de su sidekick. Nadie ataca su proyecto, del que todavía no sabemos más que lo que ha nebulosamente declarado en entrevistas chaqueteras, a modo, como esta que estoy comentando. Y si dice que no se ha levantado el telón todavía, ¿entonces el lamentable espectáculo de El trovador que recién se escenificó en Bellas Artes qué fue, un espejismo? No atacamos, sino que criticamos el paupérrimo montaje región 4, con perdón de la región 4, que estuvo a cargo de su naciente Administración. Lleva usted dos meses en el cargo, y desde el primer día usted y su muñeco de trapo viejo han cacareado el huevo como si fueran gallinas ponedoras, y sus cliqueros, como Manolito, no han dejado de insultarnos a quienes simplemente le hemos cuestionado. Dos meses, y el primer resultado es uno de los más lamentables que hayamos visto en muchos años. Sólo hemos preguntado, ¿así va a seguir usted, con esa clase de montajes? ¿No que ahora sí íbamos a saber lo que es ópera de verdad? Sepa usted, ya que lo pregunta, que lo criticamos desde el primer día igual que en este país se critica a todo funcionario público, desde el presidente de la República, a quien se le criticó desde un año antes de llegar a la presidencia.

Después, en un tono que ya conocemos porque lo hemos oído de nuestros políticos priístas, leemos la siguiente autodefensa:

“Yo estoy aquí no porque lo necesite. No necesito del trabajo o el dinero, ni necesito estar aquí para poder cantar. Lo hago con apertura porque no tengo esas prioridades; es decir, no pienso que debo mantenerme (en el puesto) porque con eso mantengo a mi familia y más vale no mover las cosas. No, por fortuna eso me da la fuerza y la libertad para tomar decisiones”. [énfasis nuestro]

Pues qué caray, maestro, pero no es la primera vez que escuchamos palabras muy similares de parte de nuestra clase política: "yo no tengo necesidad, es el pueblo el que me lo pide", y allí van a sacrificarse porque se los pidieron, y los resultados están a la vista. Y ahora usted mete hasta a su familia como prueba irrefutable de que ahora sí, todo va a ser distinto. Permita que me ría en su cara, pero ya he oído esa cantaleta muchas veces; y permita que dude de sus palabras basado en mi experiencia y conocimiento de nuestra historia. ¿Nomás porque usted lo dice debo/debemos creerle? Por favor, no soy su lacayo ni me apellido Yrízar para que me tome el pelo como un recién llegado. Sus argumentos en este párrafo son retórica pura, sofismas baratos.

Después toma la delantera y sale al paso con la siguiente perla:

Responde a las críticas que no reparan en que durante decenios hubo directores (de la Compañía Nacional de Ópera) que vivían en México, pero que por los resultados “solamente calentaron el asiento”.

Como buen priísta de clóset, el maestro arroja la piedra y oculta la mano. "Hubo directores", ajá, ¿porqué no da nombres? Ah, porque a esa pregunta usted responderá igual que lo hacían aquellos que, al referirse a "quienes quieren dividirnos, los enemigos de México", y se les cuestionaba sobre quiénes eran esos peligrosísimos enemigos respondían: "ustedes los conocen". No, pos sí. ¿Y porqué, maestro, entonces, varios de esos emisarios del pasado que nomás calentaban la banca con costo al erario ahora trabajan en su equipo? ¿O es que no todos eran tan malignos y corruptos como señala su babeante bufón? Varios de ellos dieron resultados dignos de aplauso, y nos entregaron producciones como Rusalka, La mujer sin sombra o Muerte en Venecia dignas de La Scala o la Ópera de La Bastilla. Si usted se enteró o no, o si acepta que hubo esa clase de producciones región 1, entonces no puede salir y decir que todo estaba mal, pésimo, y que hay que derribar el templo hasta que no quede piedra sobre piedra. ¿Está usted de acuerdo en esto o sólo lo que usted dice es palabra del Señor? Esto se llama diálogo, pero también crítica, no ataques. Lección número uno.

Después, su merolico a sueldo le lleva a decir lo siguiente:

¿Lo veremos cantando? “Claro que sí. Aquí hay una confusión y qué bueno que lo hablamos. Estoy contratado como artista y al mismo tiempo debo fungir como Director Artístico de la Ópera. Yo no firmo documentos, no hago cheques, tengo una función artística. Es como el maestro Carlos Miguel Prieto, que es el Director Musical de la Orquesta Sinfónica Nacional; él tiene decisiones artísticas, pero es más, si quisiera, podría dirigir y tocar su violín, tal como lo hace Daniel Barenboim quien toca el piano”.

No, maestro; no mezcle peras con manzanas. Aprenda a argumentar y a expresarse con propiedad. Lección número dosPrimero, ¿lo contrataron como artista? Cuando contratan a alguien como artista lo hacen para un título. Si así fue, díganos por favor quién lo contrató y para que montajes en concreto, cuándo serán esas funciones, en qué fechas. Dígale ese cuento a quien se lo crea. Sólo como ejemplo de su pueril argumento, imagine usted y el lector que en la delegación Coyoacán nombran a un arquitecto como delegado, y además se autocontrata como arquitecto no para una obra en específico, sino, como usted dice de sí mismo, durante los seis años para lo que vaya saliendo, y que él mismo decida en qué obras, bajo qué condiciones y también cuánto va a cobrar. Eso se llama, clara y llanamente, corrupción.

Segundo, obviamente es falso que lo hayan contratado además como artista; fue nombrado director de la OBA, en calidad de director, es decir como un simple y llano funcionario, no muy distinto de María Cristina Cepeda o de Rafael Tovar y de Teresa, a quienes los nombraron única y exclusivamente en su calidad de funcionarios; usted en la OBA es un funcionario público, ya no puede ser cantante, por eso aquella cita de García Lorca que tal vez consideró fuera de lugar ("pero yo ya no soy yo ni mi casa es ya mi casa"); ergo, usted es sólo un funcionario y debe atenerse a sus funciones como tal. Tercero, no puede comparar el trabajo de Carlos Miguel Prieto con el suyo, ni menos con el de Daniel Baremboim. Usted dirige una compañía de ópera del sector público, y no se puede autocontratar. Usted y Carlos Miguel Prieto son también funcionarios públicos, pero en las funciones del cargo de aquél está la de dirigir la orquesta; pero orgánicamente el cargo que usted detenta, el de director de la Ópera de Bellas Artes, no incluye esa prerrogativa;  su trabajo está sujeto a la legislación correspondiente así como a la vigilancia de la Secretaría de la Función Pública, que expresamente está allí para evitar que los funcionarios saquen provecho en nombre propio debido a sus funciones. 

Ya le dije una vez, y se lo vuelvo a repetir, con ejemplos, lo que colegas suyos en cargos similares han hecho, como Eduardo Soto Millán, por ejemplo, quien canceló estrenos de obras suyas en el Festival de Música Nueva que estaban programadas con un año de anticipación porque fue nombrado director de ese Festival. Él no iba a dirigir el estreno ni iba a tocar ningún instrumento, pero no se apoyó retóricamente en el barato argumento de que esas obras "ya estaban programadas"; con un alto sentido del deber y de una ética más profesional que la de usted, canceló los estrenos, y las razones que nos dio a quienes supimos del caso fue que lo hizo por ética, para que nadie pensara que se aprovechaba de su cargo para autopromoverse. Otros funcionarios se han abstenido de promover a sus esposas como intérpretes, pese a que podrían hacerlo, por razones similares, es decir de ética y respeto a las leyes vigentes. No le enumeraré la lista de artistas que ocupan cargos directivos y administrativos en el CNCA y el INBA que no se promueven y aprovechan de sus cargos.

Pero usted sigue insistiendo con argumentos retóricos y pueriles (que como sabe significa infantiles, del latín puer, niño) que se va a parar en el máximo escenario del país porque blablablá. Ya le pregunté en su momento, y se lo vuelvo a preguntar públicamente, ¿porqué su ética profesional es distinta a la de sus colegas? ¿Porqué insiste en violar la ley? ¿Qué va a ganar, salirse con la suya y al final sacarnos la lengua como su barbado bufón en su foto de Facebook y burlarse de todos, sabiendo que no lo van a castigar? ¿Va a perpetuar, maestro Ramón Vargas, con su ejemplo y comportamiento, con su obstinación, la impunidad imperante en este país? ¿No le importa ensuciar su nombre de esa manera? ¿No ve usted la larga lista de afrentas y atropellos cometidos en este país a diario, donde tantos funcionarios hacen lo que se les da su regalada gana? ¿Es eso lo que quiere hacer? Dígame, ¿no tiene usted decencia ni respeto hacia una sociedad en estado de absoluta indefención por el abuso permanente de funcionarios de toda ralea? ¿No está enterado del caso Granier y su secretario de Finanzas y el obsceno desfalco al erario público, de la afrenta que eso significa a la nación, y de casos similares en Michoacán, Coahuila y otros estados donde la impunidad parece garantizada? ¿No está su bufón ladrando todo el tiempo de actos de corrupción que él considera oprobiosos pero calla ante semejante obscenidad ya anunciada por usted? ¿Qué hace falta para que abra los ojos y vea hacia dónde se está moviendo? ¡Dígame qué hace falta! 

Y aquí, maestro, honor a quien honor merece, si usted hubiera cantado el papel principal del Trovador, sin duda hubiera sido infinitamente mejor que el que cantó Walter Fraccaro; usted prometió lo mejor de lo mejor y en vez de ver un tenor región 1, usted mismo, vimos y escuchamos un tenor región 4, un fracaso de tenor. Eso no significa, maestro, que yo apruebe la posibilidad de que usted le haga una afrenta más a esta sociedad mexicana que ya no siente lo duro sino lo tupido. Por eso le pido que recapacite, reflexione lo que una decisión de esa naturaleza entraña. Por supuesto, si usted canta, todos lo aplaudirán, porque usted es un gran, excepcional cantante. Eso no está a discusión. Le pido que sea sensato, humilde, no le haga una afrenta más a este pobre pueblo del que usted salió y al que no parecen respetar los políticos y funcionarios a toda hora. No se sume a esa larga lista de funcionarios cínicos que hacen su voluntad por encima de la ley.

Por cierto, maestro, no sólo no cumplió las expectativas que su babeante bufón, y en menor medida usted mismo, cacareó con el primer montaje de su Administración (¿o usted también le va a echar la culpa a otros, como su ladilla barbada hace?); tampoco cumplió con el ofrecimiento de una rueda de prensa. ¿Cuántas cosas más no va a cumplir, maestro? Su patiño barbado, el mismo de la bufa foto que acompaña esta nota, no se ha cansado de hablar por usted, de ser casi casi su vocero oficial, encargado de relaciones públicas. Y allí está uno de sus principales problemas, maestro. Que usted tiene un pasajero, o convidado, que no ha pagado su pasaje, como la mosca sobre el caballo.

En efecto, maestro Ramón Vargas, la rémora que usted carga se llama Manuel Yrízar, quien se asume no sólo parte de su equipo, sino su vocero oficial. Desde el día de su nombramiento como director de la OBA, este Dalai Lama de petatiux barbudo no ha dejado de arrastrarse como lamprea sobre el pasto recién cortado y arrojando loas y bienaventuranzas porque él por fin verá la tierra prometida, y su existencia por fin tendrá un propósito y un fin, y tanta baba acumulada útil será.

Sepa usted que no sólo habla en su nombre y lo defiende, como si usted no tuviese voluntad ni boca, y desde que inició este asunto no ha cejado de insultar a quienes no le saludamos a usted como el nuevo Mesías. Así como él siempre tuvo el derecho a no compartir mis puntos de vista, yo tengo el mismo derecho a exponerlos. Esta ladilla barbada cree que forma parte de una comunidad a la que en realidad no pertenece y a la que él se mete como polizón. Su carácter babeante le ha merecido, como en su momento le dije, ser expulsado de cuanto lugar ha sido posible: Canal 22, Canal 11, la revista Pro Ópera, de este blog, y recientemente del grupo del Coro de Bellas Artes en Facebook, cuando el señor no es cantante ni bibliotecario ni conserje ni encargado de los botes de la basura. Él cree que es un productor de ópera, pero lo único que produce es lástima. Su expulsión de ese grupo en Facebook le pesa mucho, porque él cree que forma parte de esa comunidad, pero ni entre los pepenadores lo aguantarían porque la basura se perdería. 

Su falta de profesionalismo no sólo es patente, es ofensiva, pues aunque lo han corrido de todas partes y está a unos pocos pasos de convertirse en un paria --las barbas ya las tiene, sólo le falta el poncho--, en realidad no aprende de sus errores, siempre la culpa es de otros, intolerantes, a quienes llena de improperios e insulta, sin pensar nunca en su propia conducta; y ahora se enarbola en la bandera de Ramón Vargas y habla en su lugar, siempre usando la primera persona del plural, denotando que él cree, en su barbado delirio infantil, forma parte de su equipo, arrastrando sus nombres hacia el chiquero donde gozosamente disfruta del lodo. 

Yo expulsé a su monito cilindrero por lo mismo que en todas partes lo expulsan: por su conducta deshonesta, conflictiva y antisocial. No sólo eso, se arrastra como el gusano del maíz que es y le lanza elogios a usted maestro, merecidos, sin duda, pero innecesarios, porque le obnubilan a usted y le impiden pensar con claridad. Tan tengo razón en esta observación que un amigo de su artrítico bufón le dijo lo siguiente:

Manuel, un consejo de anciano: No es cantándole "Marcial, eres el más grande" como se puede ayudar a Vargas para que haga bien su trabajo. Así sólo se le endiosa y ya sabemos lo que dan de sí los endiosados. Humildad y trabajo hacen falta. Y pocos aduladores, aunque sí quienes aplaudan lo bien hecho, que eso no es adular.

Pero su bufón, como el buen priísta de clóset que es en el fondo, sólo sabe adular y lambisconear, buscando ingresar a la nómina como se hacía en el pasado reciente. Y usted cae en el engaño del canto de su sirena barbada, en lugar de sopesar las cosas y actuar con propiedad. No pocos de los problemas que tiene son por dejarse seducir por el senecto canto de su perico en el hombro. 

Y como de lecciones se trata también el asunto, Lección número tres, para su bufón barbado predilecto. Lo que su loro parlanchín debió hacer, y usted con él, si hubiese sido un profesional de la pluma, en lugar del aprendiz de pobre diablo que es, fue hacerle una entrevista para el blog en la que usted expusiera su proyecto y expresara sus pareceres. Pero no, su loro conspiró y conspiró diciéndole lo malos y perversos que somos los que lo criticamos, y hasta la fecha lo sigue haciendo el pobre vejete, hablando en su nombre. Usted, por su parte, al no estar en el país se entera, Lección número cuatro, siempre tarde, de los incendios que se desatan en su ausencia, y su morsa babeante se dedica, en ausencia suya, a arrojar gasolina cada vez que puede, y cuando usted llega el incendio ya consumió Roma y su perico ni el Ilipuersis se sabe. Usted debió hacer lo que hace todo funcionario en este país cuando un incendio amenaza con consumir el prado, llamar a sus críticos y escucharlos, en lugar de todo lo que ha hecho.

Pero lo más grave es lo que el señor Yrízar le ha provocado a su imagen y a la institución de la que usted es responsable. Porque aunque la admiración que le profesa es genuina, también lo ciega y lo hace más necio que  una mula en una noria. Su respuesta emocional ante usted no es distinta de la que una adolescente tiene ante Justin Bieber: casi se mea en los pantalones cada vez que lo ve, contiene las lágrimas y se sopla los mocos de la nariz y quiere arrojarse al piso lleno de un fervor digno de mejor causa, preso de un furor casi incontrolable. Este celo casi enfermizo ha conducido en otros casos y regiones, en Estados Unidos, al asesinato de figuras como Selena, al acoso de Jennifer López, entre otros. 

En este caso, no es exageración decir que nunca en la historia cultural de nuestro país un fanático, y nunca mejor usado tal término que aquí, de un artista le ha causado tanto daño a su imagen pública como la que este pobre anciano en la edad de la punzada le ha provocado a la suya. Y no parece que quiera detener este comportamiento compulsivo y lamentable.

Tal vez usted no lo sepa, pero además de defenderlo de nuestras críticas, no sólo habla en su nombre, como si fuera su representante o su vocero oficial, sino, más grave aún, lanza amenazas en su nombre. No creo, maestro Ramón Vargas, que usted le haya otorgado tal poder ni autorizado a hacer amenazas, por escrito al muy imbécil, quien las realiza en su nombre, como si usted personalmente las lanzara. Esto es muy grave, maestro, porque si yo lo considero, podría interponer una acción judicial por amenazas contra su persona, pues su celoso fan, el Barbastenango de petatiux que es Manuel Yrízar, las ha proferido y puesto por escrito en comunicaciones privadas y en muros de diversa gente; él, que siempre abre ese esfínter oculto detrás de su anciana barba para ladrar sobre la responsabilidad de todos menos la suya, podría estarlo metiendo en un aprieto mayúsculo sólo por abrogarse funciones que no le competen. No es mi interés seguir esa ruta, pero le conmino a que ya le prohíba a su bufón barbado hablar y actuar en su nombre. Ya es hora de que le cambie el pañal cagado al niño Yrízar y lo mande, sin cenar, a la cama. De lo contrario, quien sabe a dónde lo conduzca su estupidez omnímoda, y con él usted, maestro. Si usted no mete a su jaula a su perico puede hacer peores estropicios, y sus consecuencias pueden ser más graves de lo que usted y yo podemos imaginar; recuerde que no hay dispositivos contra los pendejos, ellos son omnipotentes, y Manolito no conoce límites. Si usted no se los pone, nadie se los va a poner. Ya póngalo en cintura, evítese más problemas. Lo último que usted necesita es un boquifloja incontrolable que eructa pendejadas a toda hora, y que sólo le trae problemas. Necesita un control de incendios urgentemente, y lo primero es echar por la borda a semejante polizón que nomás crea estropicios.

Créame cuando le digo que su peor pesadilla se llama Manuel Yrízar.

viernes, 5 de julio de 2013

LXXV aniversario del Coro de Madrigalistas, con Horacio Franco

El coro de madrigalistas de Bellas Artes celebró su septuagésimo quinto aniversario con una gala dirigida por Horacio Franco, como director huésped, acompañado, además, de su Cappella Barroca de México, un pequeño pero notable grupo de músicos especialistas en la interpretación historicista con instrumentos réplica de la era barroca.
Con un programa integrado por obras del Alto (Monteverdi) y tardío barroco (Vivaldi y Handel) con el denominador común de interpretar tres obras sobre el Dixit dominus bíblico, pudimos testimoniar la gran calidad humana e interpretativa de Horacio Franco, quien ha resultado ser todavía mejor director que intérprete, y cuya labor en este campo nos recuerda, toda proporción guardada, el caso del contratenor René Jacobs.

Como institución vocal, el coro de madrigalistas parecía haber cumplido 75 años hace ya bastante tiempo, y se veía difícil que pudiera retornar realmente a lo que su nombre indicaba debía ser: un conjunto especializado en música renacentista y barroca, en lugar del aguachirle que lo mismo servía para una barrida que para un trapeado. Horacio Franco, nuestro mayor especialista en esos terrenos, le devolvió la confianza y dignidad a esta sociedad coral, dignidad y confianza que parecían naufragaban en medio de conciertos sin dirección musical alguna en años no tan lejanos en el tiempo.

Volver al territorio del que nunca debieron haber partido debe de haber sido una labor para la que muy pocos habrían tenido las herramientas necesarias, pero a Franco le sobran, además de una generosidad y carisma evidentes. Esto hizo que el coro de madrigalistas pudiera regresar a su Ítaca y vieran nuevamente el suelo patrio con dicha inmensa, transmitiendo al público esa misma sensación.

Indudablemente, tantos años de hueseo y conciertos donde se cantaba de todo menos repertorio de este tipo, sin rigor ni cuidado, hacen estragos en cualquier institución, y un poco de esto se escuchó la noche del 4 de julio en la sala principal de Bellas Artes. En particular en una obra tan compleja y llena de matices, como una delicada caja de cristal, como la de Monteverdi, la cual, pese a todo, sonó como probablemente jamás había sonado antes en manos de músicos mexicanos. De las tres, la más difícil, pues sus fuerzas instrumentales y su duración son menores que las de Vivaldi y Handel, y cuyo carácter más íntimo y religioso sobrepasan los juegos de artificio de Vivaldi y la majestuosidad de Handel. 

No sorprendentemente, Horacio Franco supo no sólo diferenciar estos rasgos particulares de cada obra (aunque yo esperaba un Vivaldi más mediterráneo, más cercano a ese que hace algunos años nos entregara Alessandrini en un Gloria memorable), sino que incluso a Handel le otorgó un carácter menos flemático, menos londinense, que el que suelen darle otros intérpretes. Su lectura de esta obra handeliana resultó realmente refrescante y perfectamente orgánica, pese a las necesarias pausas entre movimientos y cambio de solistas, en particular los dos movimientos finales, engarzados, pese a la pausa, de manera perfecta y notable.

Sin duda, las partes solistas brillaron lo suficiente en esta fiesta de aniversario, si bien no pocas voces sonaban con limitaciones técnicas, fruto de lo ya señalado con anterioridad. En los tutti en varias ocasiones se notó más aún. Sin embargo, la mano de Horacio Franco se notaba allí con particular atención, pues fue notable cómo el conjunto coral daba lo máximo de sí, tratando de evitar los escollos en la playa para llegar a puerto firme.

Tanto la de Vivaldi como la de Handel, son obras más acordes para el lucimiento vocal y orquestal, pero al mismo tiempo son más proclives al yerro, al dejarse llevar por música tan brillante y apasionada. Bajo la mano de Franco, el coro de madrigalistas se vio como una institución coral en facultades, no del todo plenas, pero sobradamente suficientes, para abordar estas obras. Ni duda cabe que en el coro hacen falta especialistas, como los que Franco tiene en su Cappella, donde, por otro lado, falta aún, en la parte vocal, más fogueo y experiencia.

La parte instrumental, indudablemente, fue una delicia. Oír esos violines con cuerdas de tripa y la afinación correcta es como llegar a tierra prometida. El ataque de éstas, en especial en Vivaldi y Handel, espectacular. Y la atención al detalle en las distintas voces en Monteverdi, exquisito.

Pero lo que vimos y escuchamos en Bellas Artes este jueves fue una celebración que parece decirle al nuevo mandamás de la ópera mexicana y su sirena barbada, como lo han dicho sus predecesores (quienes ahora trabajan para él), que con todos los defectos y limitaciones existentes, se hace lo que se puede con lo que se tiene, y que a veces, y no pocas, lo que se tiene es suficientemente bueno como para dar resultados espléndidos, y que no es necesario venir a inventar el agua tibia.

Horacio Franco nos demostró que la dignidad del músico puede y debe ser recuperada, pero eso sólo será posible viéndolo a los ojos, confiando en él, aceptando ir con él, mano a mano, y paso a paso, escuchando sus necesidades, entendiendo lo que significa ser uno más con ellos mismos, y no un dios, virrey o emperador traído de ultramar. Y esa dignidad no sólo beneficia al músico en lo inmediato, sino también en la calidad del espectáculo musical, y en beneficio final del público que acude a escuchar. Enriquece también al director, y permite un crecimiento interior verdadero, genera escuela y deja un legado que no puede ser negado ni ninguneado. La humildad no está reñida con el rigor en el trabajo, y lo que escuchamos dio muestras de ello. No podríamos pedir más, ni más grande podría ser nuestra gratitud por este compromiso, dedicación y empeño puestos en acción, en lugar de palabrería vana y autopromoción.

¡Larga vida al Coro de Madrigalistas y a su director huésped!




martes, 2 de julio de 2013

Estaban los tres cochinitos....


Srboljub Dinič, Ramón Vargas y Joanna Paris
Aunque uno quiera dejar ciertos asuntos por la paz, la realidad es tenaz y nos obliga a regresar sobre nuestros pasos, cuando pensábamos que cierto camino ya estaba agotado. Pero no. Esta vez se trata de una curiosa foto del año 2010, que aunque aparece como noticia, es un anuncio pagado por la televisora, en la que aparecen tres personajes que son la comidilla del medio musical mexicano actual. Tomada en Bratislava, y reproducida en la web por una página de aquellas tierras, la foto reproduce un encuentro entre el director de la televisión de ese estado, Václav Mika, con el director de la orquesta de la Ópera de Bratislava, Srboljub Dinič, mejor conocido entre nosotros con el afectuoso apelativo de Sbra Dinic, nuevo titular de la orquesta del teatro de Bellas Artes, nombrado, ni más ni menos, y por pura coincidencia, por Ramón Vargas, con quien tiene una relación muy productiva. En la foto aparece Joanna Paris, alumna, o discípula, del maestro Vargas, en alegre brindis al que el señor Mika convocó para que probaran los vinos del país.

La foto es bastante peculiar pues nos muestra a tres alegres compadres en abierto simposio y a quienes el público mexicano, incluido el operópata mayor, ya conocen de sobra, entre otras cosas porque justamente el titular de la Ópera de Bellas Artes les ha beneficiado con abierta displicencia. A los dos extranjeros, el maestro Vargas los ha impuesto sin importar otras opciones. A la Paris, su dilecta discípula, la impuso por sobre otras cantantes mexicanas que le fueron propuestas para la malhadada Gala Verdi, un Requiem para el olvido, y, en bomberazo de último momento, una Carmen que la orquesta no quiso tocar dirigida por José Areán, y ahora una puesta en escena lamentable de Il Trovatore. Al maestro Srboljub también lo trajo su amigo don Ramón para Gala y Requiem de Verdi, y ni se dio cuenta de cuando su cuatacho de copas no sólo le aventó la orquesta a los cantantes, sino regañó en plena ejecución a su alumna porque iba echo la mocha y ella no se percató de que debía seguir al chofer de la pesera en vez de que la orquesta la acompañase. Y ahora, tan distinguido director de orquesta será el de la orquesta del teatro de Bellas Artes, de modo que la Era dorada del maiceo..., perdón, quise decir, de la ópera en México, estará a cargo de planes venidos de fuera, de acuerdos hechos en el extranjero, al amparo de vinos eslovacos, en lugar de considerar a jóvenes directores, o no tan jóvenes, pero formados en el país. Se sabe en ciertos corros musicales, que Vargas mantiene una próspera y productiva relación con el mencionado director de orquesta desde hace al menos tres años, y que tanto él como su dilecta alumna gozan de anuales visitas a la Ópera de Bratislava como parte de esa relación, que ahora se ve enriquecida por el nombramiento que el maestro Vargas ha tenido a bien en darle a su cuate.

¿Se imagina, maestro Vargas, que cuando usted partió hacia el extranjero para conquistar los principales teatros del mundo, los titulares de las casas de ópera le hubieran cerrado las puertas por ser usted extranjero? Ah, pero cantantes hay para aventar pa' arriba. Directores de orquesta, en cambio, como que no. ¿Y usted trae a uno de un país de segunda o tercera en materia musical para dirigir nuestra orquesta? ¿Y trae a su dilecta alumna para cuanta función se le ponga enfrente? Perdón que se lo diga, maestro, pero eso suena a un remake de Maximiliano y Carlota. Imagínese en qué papel queda usted: ¿Le gustaría que lo equiparáramos con Juan Rodríguez Puebla, con Alfonso Junco, con Anastasio Bustamante, o con Manuel Sánchez de Tagle? Usted elija, maestro, que tanto sabe de historia.

¿Y usted dice, maestro Ramón Vargas, que va a hacer las cosas diferentes a sus predecesores, con acuerdos en lo oscurito, imponiendo verticalmente sus decisiones, sin importar más que su oscura voluntad? Le vuelvo a repetir, maestro, que lo que parece empezar muy alegre, en tragedia podría concluir (acuérdese del Don Giovanni). No diga, maestro, que no se lo hemos dicho en todos los tonos posibles.

Y nos tomamos la molestia de informarle, maestro Vargas, sabiendo lo ocupado que está para realizar un trabajo de esa naturaleza, que además de Ana Caridad Acosta, hay en México al menos otras tres, ¡SÍ, maestro, TRES!, mezzos verdianas que podrían haber hecho el papel de Azucena espléndidamente, sin problema alguno. Ellas son Nieves Navarro, Belén Rodríguez, y Amelia Sierra. Maestro, si necesita cantantes, ¡pregúuuuunteme! ¡Pregúuuuuuuuunteme!

Y sólo para que no diga que sólo yo la traigo contra usted, y para que se entere, le comparto lo que ya se ha dicho de su proyecto, pero usted ignora.

Proyecto centralista, megalómano y rocambolesco. ¿Los institutos de cultura de los estados van a querer dar sus dineros para pagar viáticos y gastos de mano a los grupos artísticos de Bellas Artes que ya tienen sueldos mensuales? Política y económicamente para los institutos estatales es más urgente atender el desarrollo de sus grupos artísticos locales. 

Además el FONCA fue creado no para pagar los espectáculos del INBA sino para que los creadores y artistas independientes desarrollen sus proyectos personales y comunitarios. El propósito, el fin primero y último para el cual el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, FONCA es invertir “en los proyectos culturales profesionales que surgen en la comunidad artística; ofrecer fondos para que los creadores puedan desarrollar su trabajo sin restricciones, afirmando el ejercicio de las libertades de expresión y creación”. Que no quiera Bellas Artes quitarle esos recursos al los artistas independientes para dárselo a quienes ya están en su nómina y con garantías de seguridad social y todo tipo de gastos médicos (hasta anteojos). A los músicos, cantantes y técnicos de Bellas Artes hay darles pagos extra por sacarlos a trabajar fuera de su recinto ¿lo saben ustedes lectores verdad? Ya lo intentamos en nuestro Estado y nos salía más caro que traer a la ópera de otro país. Y si el Fonca lo permite pues sería desviación de fondos públicos ¿no?