El desprestigio de las plumas
pagadas con antelación por un patrón que busca el aplauso incondicional es de
larga data. Ya Erasmo de Rotterdam (1466-1536) en su Elogio de la locura (1515), es decir en los albores del Medievo, nos
recuerda cómo quienes pagan por hacer de la adulación un discurso placentero a
sus oídos pagan básicamente para oír mentiras. No salíamos de nuestro asombro
al denunciar las triquiñuelas del merolicronista ahora autonombrado “crítico
internacional” cuando Lázaro Azar vuelve a mostrar que él no se queda atrás, y
supera a aquél.
Como salidos de una suerte de
relevos australianos sin límite de tiempo, ambos personajes salen al
extranjero, fruto de sus actividades gusandriles, para mostrar quién es mejor,
es decir peor. Y en ese sentido, Lázaro Azar se lleva de calle a Raúl Díaz,
quien a su lado parece un aficionado, y en cierto sentido lo es. El Asalariado
crítico de Reforma cree que nadie se
va a dar cuenta que su relación de esclavo aplaudidor de Alondra de la Parra va
a pasar desapercibido, y en su más reciente columna intitulada “Consagración
primaveral” se coloca como una suerte de emperador que eleva el dedo o lo baja
hacia su trasero para decidir el futuro de los contendientes, músicos a quienes
él consagra o envía al Hades.
En su nota de esta semana,
además, Lazarillo Asnar nos presume de su viaje a París para cubrir la estancia
de la directora estadounidense-mexicana ─no olviden que nació en Nueva York,
donde papi orquesta le pompó─ para sustituir a Rafael Frühbeck de Burgos al
frente de la Orquesta de París, con la salvedad que se le olvidó informarnos
que fue la propia Alondra quien pagó sus boletos de avión, hospedaje,
alimentación ─¿saben lo que cuesta llenar semejante barriga? No es barato─ y
viáticos, para que pudiera pasearse por la Ciudad luz.
Al menos una semana de estancia
en una de las ciudades más caras de Europa, en hotel cinco estrellas ─¿a poco
creen que Lazarito va aceptar menos que eso? ¡Si no se cansa de recordarnos que
él de la alta, no como otros!─, nomás
echen cuentas y verán cuánto costó la nota de apenas una cuartilla que
Alondrita pagó. ¡Así se las gasta la Niña adorada de papi! ¿No les da ternurita
tanta melcocha?
Pues bien, sabido es que el
amasiato De la Parra-Asnar es como una relación hecha en el infierno, pues
Alondrita prefirió pagarle al peor ejemplar del periodismo cultural en México
para que, como foca despeinada, le aplauda y elogie cada vez que ella se
zangolotea en el escenario, y como en el cuento de hadas, le diga a cada
instante lo bella y totalmente Palacio que ella es. Basta leer la nota de
Lazarillo con la que publica Le monde
para leer entre líneas ─es sabido que ni Lazarillo ni Alondrita saben hacer eso─
que el elogio del diario francés es de muy distinta calidad, aunque también pagado, que el redactado por la nutria del Reforma. Mientras que el del Lángaro crítico es un elogio babeante, la de Le monde es una nota de sociales, salida de un episodio de Los Simpson.
En dos párrafos que son ejemplo
de retórica vacua y elogio desmedido en donde el asalariado cítrico de Reforma ─y siendo asalariado se cree de
la alta, ¡ajá! ─ da paso a la historia de relevos históricos y del peso de la
sala en la que la migratoria directora mexicana debutaría, y pensando que sus
lectores son tan idiotas ─y sus cliqueros lo son, aunque sean una recua de
asnos peor que él─ que van a comparar a De la Parra con Bernstein, lo que en
realidad evidencia es porqué le está pagando Alondra de la Parra, para qué sirve
el dinero que devenga y los aplausos que le pueda conseguir.
La bella y la Bestia |
Lazarillo se comporta como el
lacayo que es ─de repente se le olvida que él es de la alta─, inclinando la espalda y saludando a su patrona con
estas lamentables palabras: “llamada
en virtud del repertorio con que le ha ganado tanto
prestigio a su acelerado currículum”.
El torpe uso del lenguaje apenas oculta la babeante boca que elogiaría un
inodoro si le pagasen por hacerlo.
Inmediatamente dice, sin necesidad de demostrarlo, bastándole enunciarlo:
“Cuánta pericia evidenció al acompañarle a Lugansky el Segundo Concierto, Op.
21 de Chopin.” Allí está en bruto todo el conocimiento musical del Lángaro
periodista por el cual Alondrita está pagando una fortuna, ¡ese es dinero bien
invertido, chingao!
Y
por si hiciera falta el sentido crítico característico del Lángaro y asalariado
Asnar y “crítico también internacional” del Reforma,
concluye su nota con una reflexión que denota su verdadero pedigrí: “Si no fuera por
nuestros prejuicios y la certeza de que es imposible resucitar cadáveres, sería
el primero en preguntar por qué en México no hemos sabido aprovecharla.”
Tiene razón el Lángaro crítico de Reforma.
Tal vez habría que preguntarle a los músicos de la Sinfónica de Jalisco por qué
no supieron aprovecharla, y por qué todo este elogio por Alondra de la Parra en
París suena a discurso barato, a esas treinta monedas con las que Judas se
vendió.
Magnífico artículo. Felicidades.
ResponderEliminarConcuerdo en mucho con su apreciación, pero le sugiero que URGENTEMENTE tome usted un buen cursito de ortografía, puntuación y redacción, pues aunado a lo excesivamente rebuscado de su texto y el descomunal uso de calificativos, causa tremenda fatiga leerle.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarBravo. Muchos nos hemos dado cuenta que ese "señorz" es un vulgar palero chayoteado. Basta ver el desprecio con el que trata a la OSN y cómo intitula a Carlos Miguel Prieto. Además hay ocasiones en las que ni siquiera va a la función y vuelca toda su mala leche de oídas. Así pasa con un requiem cantado en Nahuatl en donde no se cansó de lanzar vituperios. Ah, y por si fuera poco sus tonterías de decir que las composiciones minimalistas son "música de ruiditos". Así se expresa de Philip Glass, por ejemplo. Reitero mi "bravo" a esta columna.
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