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lunes, 22 de abril de 2013

Dove regna Turandot¡ En Bellas Artes la ópera de Puccini.


O divina bellezza, o meraviglia¡

El hechizo que sigue ejerciendo la última ópera inconclusa de Puccini, canto del cisne del bel canto italiano que con este título sucumbe para siempre, nos permite apuntar unas cuantas reflexiones con el pretexto de la puesta en escena que se presenta en el Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México, muy parecida hoy a la Ciudad Imperial de Pekín, en cuyas murallas sucede esa historia milenaria que nos cautiva porque nos retrata fielmente en nuestros sueños y deseos más puros y perversos.

Popolo di Pekino¡ La legge è questa

Ya desde que se abre el telón la multitud anónima, el pueblo, esta esperando continuar como espectador la nueva ejecución del último príncipe que no supo contestar los enigmas propuestos por la princesa Turandot y que pagará con su cabeza decapitada su ambiciosa pretensión de desposarla. "¡Que muera¡ ¿Sí¡ ¡Que muera¡" Y piden al verdugo Pu-Tin-Pao. Como premio reciben los palos de los guardias que los tratan con amabilidad: "¡Atrás, perros¡" 

En ese ambiente sórdido de crueldad extrema donde las ejecuciones son hechos cotidianos convertidos en espectáculos divertidos para la plebe ávida de sangre irán apareciendo los personajes que darán vida a ese cuento legendario y cercano donde nuestros deseos y sentimientos, nuestras pretensiones y anhelos, tomarán vida y se revistarán de efluvios, nos envolverán en esa fantasía que solo el teatro y la música, esto es, la ópera, son capaces de lograr en nosotros.

Perchè tarda la luna? Faccia pallida¡

Como el Príncipe de Persia la ópera de Bellas Artes se niega a morir. Pretendiente del amor de la Princesa de Hielo y de Sangre aún abriga la esperanza de la salvación. Ya han sido decapitados muchos de los que quisieron gozar de sus regios favores y han sucumbido en el intento.  Los Ministros del Verdugo, Ping, Pang y Pong llevan anotados en su lista los decapitados por la cuchilla que salpica fuego y sangre. Muertos, extintos, lo mismo el Indio enjoyado Sagarika, tanto como el birmano , el tártaro y el príncipe de los Kirguises. Todos extintos. Ahora, con la partida del último pretenso, la Sagrada Turandot, ópera y mujer, tendrá que seguir aguardando a otro valiente que arriesgue su salud y su vida.

Io soffro, padre, soffro¡

Los espectadores que ayer domingo 21 de abril de 2013, miles de años después de los sucesos que presenciamos, aplaudimos una vez más y coreamos bravos a ese "Espectáculo sin límites" que como Turandot sigue seduciendonos con su perfume enervante y embriagador. No podemos dejar de tocar el gong como el Príncipe Ignoto pues queremos más. Ebrios de sangre cuando entramos a ese mundo iluminado y nos mezclamos a esas multitudes de príncipes y esclavos, gozamos y disfrutamos mientras allí permanecemos con las vicisitudes, amores imposibles y muertes sublimes, y salimos transformados y tocados, reclamando y contradiciendo a nuestro propio padre: "¡Esta es la vida, padre¡"

Dilegua, o notte¡ Tramontate, stelle¡
All´alba vincerò¡ Vincerò¡ Vincerò¡

Enrique Patrón de Rueda, desterrado de su reino como Timur, regresa seis años después al teatro donde lo vimos nacer a la música, y demuestra que es un gran director concertador de ópera. En el nuevo y más grande foso renovado, al que baja por primera vez en su retorno vencedor, saca música excelsa de la orquesta del teatro, y logra hacer vivir esa partitura llena de pasajes coloridos, de estruendos y sutilezas, de magía pucciniana, testamento y culminación de un periodo, el bel canto italiano, que tienen en esta obra, sello final y culminación de cuatro siglos donde fincó sus dominios la ópera italiana. Patrón ama y transmite ese amor. Ha crecido en sabiduría y su entusiasmo no se ha demeritado.

Luis Miguel Lombana, otro amador de esa mujer veleidosa, dirige la escena con la escenografía del veterano David Antón.

El elenco, a quien el público premió con su aplauso cálido y afectuoso, lo integraron la soprano rusa-italiana Tamara Mancini como Turandot, el tenor José Luis Duval fue Calaf, Liú  la soprano Gabriela Herrera, Timur el joven bajo debutante Alejandro López, Ping, Germán Olvera, baritono, Pang, José Guadalupe Reyes y Pong, Luis Alberto Sánchez, tenores, el Emperador Altoum, Flavio Becerra, tenor, el Mandarín, Octavio Pérez y la Voz del príncipe de Persia el tenor Daniel Garay.

Con el Coro, que celebra su 75 aniversario, y la Orquesta del Teatro de Bellas Artes,

Quedan todavía cuatro funciones que seguirán dando que decir.

México D.F. a 22 de abril de 2013.

3 comentarios:


  1. Estimado Maestro Recillas,

    Además de Lázaro Aznar, Brennan y Raúl Díaz, existe otro personaje en nuestro medio, otro crítico digno de un análisis con lupa por su cuestionable proceder y como Mauricio Rabago podrá confirmalo, estudió en Londres y es una erudita en ópera. Se trata de Ingrid Haas. ¿podría usted escribir algo respecto?

    Atentamente

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Estimado Manuel Yrízar: La ópera póstuma de Puccini se llama Turandot, y no Turandoti como usted lo pone. Y es que hay un problema, mire usted: Los signos de admiracón son así: ¡ cuando abre, y ! cuando cierra.
    Ya de los acentos ni hablamos, usted pone bajo en vez de bajó y definitivamente no es lo mismo.
    Por otra oparte el escribir tres textos sobre Turandot (que no Turandoti, como usted pone) es poco serio. Ponga uno pero bien hecho, con eso basta.

    Nota el sígno: ! lo puede hacer com Mayúscula + 1

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