LAS BODAS DE FÍGARO, ELENCO REDONDO.
Cuando uno sale contento y satisfecho de una función de ópera luego de viajar por autobús a la ciudad de Cuernavaca por carretera con esa sola finalidad llegamos a preguntarnos a que se debe que así haya acontecido. Y eso venia pensando otra vez en el viaje de regreso para escribir esta nota que de noticia de ello. No fue definitivamente la grandeza y espectacularidad de la producción, ni la escenografía apabullante, ni el vestuario ostentoso o aparatoso que nunca acabamos de ver, ni los mil y un recursos empleados en tramoya, iluminación, efectos especiales, utileria, recursos tecnológicos o eso que ostentosamente nos sorprenda o apantalle. No fue nada de eso. Ya la escasez de los recursos para la cultura es sintomática y la pobreza priva hasta en las casas más decentes. Aquí fueron otros los factores de la satisfacción. Hubo música, canto, pasión. Entrega y entusiasmo. Gusto. Trabajo bien realizado. Oímos a Mozart.
Es la música extraordinariamente bella, de una riqueza contundente, de una inspiración sorprendente, la que nos sigue hechizando. Unida a un Libretto muy bien estructurado por el talentoso abate Lorenzo Da Ponte, donde se nos narra la historia de los amores de Figaro y Susana, cuya boda se efectúa en esta obra, el tedio que ya corroe el matrimonios de los Condes Almaviva, cuyo fuego se ha apagado, los añejos y olvidados amores de los viejos Marcellina y Bartollo, y los encendidos y voluptuosos de Cherubino y Barbarina, bañados por la frescura de esa música insuperable del genio de Salzburgo. Son todos estos apasionados personajes que narran con sus actitudes todas las facetas del deseo erótico donde Cupido sale a retozar y a lanzar flechas y dardos envenenados de todos contra todos. Esta commedia per musica in quattro atti o dramma giocoso requiere absoluta veracidad en los personajes y la capacidad de divertir y mantener atento al público durante cerca de tres horas de acción dramática continua.
El responsable musical, bajo cuya dirección concertadora se alinearon todas las fuerzas, lo fue el excelente músico Carlos García Ruíz de quien no nos cansaremos de elogiar por su capacidad de dar vida a cada partitura que se le encomienda con un talento notable y digno de todo encomio. La Orquesta de la Compañía de Ópera de Morelos compuesto de excelentes músicos sonó con una calidad notable a la que no siempre estamos acostumbrados. La mano magistral del maestro García Ruíz, con magia y sabiduría, instinto y rigor , llevando con mano segura a ejecutantes, coro, solistas, por los intrincados laberintos de una música deliciosa pero compleja y plenamente estructurada. La respuesta de los cantantes, afortunada mezcla de experimentados veteranos
con jóvenes valores que inician una prometedora carrera dio un muy buen resultado.
Rosendo Flores en el rol protagónico de FÍGARO dota de vida a ese personaje que desde que aparece en el escenario no deja de cantar llevando el peso central de toda la trama.
Su prometida esposa SUSANA lo cantó de manera deliciosa la soprano Elisa Ávalos dueña de una voz ligera de soprano de exquisita musicalidad. La CONDESA de Verónica Murúa aunó a la belleza de su timbre oscuro a la propia de mujer dotando de nobleza y elegante dignidad a esa cosquilleante Rosina del pasado convertida en una mujer abandonada y humillada que no obstante recupera su amor aparentemente perdido. El CONDE Almaviva, hastiado de la rutina conyugal y deseoso de nuevas aventuras lo cantó el Director de la Compañía el barítono Jesús Suaste experto y veterano en estos roles tan demandantes y difíciles de su cuerda. MARCELLINA tuvo en la gran María Luisa Taméz, una de nuestras glorias nacionales, quien ha ido ampliando su repertorio con otros roles apropiados a su tesitura actual de mezzo-contralto. BARTOLO lo encarnó otro veterano músico. director y cantante, uno de los más notables en todos los terrenos de la música, el maestro Rufino Montero, quien al final recibió un reconocimiento por su larga trayectoria en el medio. CHERUBINO, el Don Giovanni adolescente, lo actuó la experimentada mezzo Encarnación Vázquez como lo ha hecho durante muchos años en los teatros del mundo. ANTONIO, divertidísimo personaje lleno de gracia e ingenio lo hizo el barítono Marco Antonio Talavera. BARBARINA Yolanda Molina, nacida en Cuernavaca y guapa soprano lasallista. BASILIO y DON CURZIO, simpáticos roles comprimarios que requieren gracia y simpatía, los canto muy bien el tenor Héctor Arizmendi. Buena labor tuvieron los miembros del coro del Centro Morelense de las Artes, dirigidos por el maestro Christian Gohmer. La producción ejecutiva estuvo a cargo de Marivés Villalobos.
Es digno de aplauso y elogio el trabajo que vienen realizando los colaboradores de este Instituto de Cultura y Compañía de Ópera de Morelos que está logrando que a los amantes del género residentes en la capital del país nos de gusto y placer viajar a disfrutar de este espectáculo que tanto queremos. Todo nuestro apoyo incondicional y sincera gratitud.
México D.F. 18 de julio de 2011.
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