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lunes, 4 de marzo de 2013

RAMÓN VARGAS:TENOR VERDIANO EN BELLAS ARTES.


Cuando Ramón Vargas salió al escenario de Bellas Artes ayer a la hora que la fiesta brava comienza, García Lorca dice "A las cinco en punto de la tarde...", sentimos de pronto la energía del torero que sale al ruedo dispuesto a jugársela frente al burel que le pongan enfrente. A cuatro toros bravos iba a enfrentarse ante la gente que lo quiere y los que no tanto lo aprecian. De la ganadería con divisa verde ya habían sacado en el sorteo los nombres: DON CARLO, UN BALLO IN MASCHERA, SIMON BOCCANEGRA y IL TROVATORE. Con cornamenta sin afeites y bien presentados de pitones lo esperaban en los toriles para ir saliendo uno por uno a embestir como saben.

El símil taurino viene a cuenta porque en la ópera todo puede pasar. Los toreros y los cantantes se enfrentan siempre al miedo que les impone la bestia del foro o de la plaza donde mil ojos los miran, aparte de los del toro,  y los sentidos están atentos siempre para disfrutar la cornada o la faena esperada. Y el respetable público ya había llenado la sala y esperaba atento lo que iba a suceder esa noche.

No empezó muy bien la tarde pues la orquesta y el coro del teatro entraron con un sonido desajustado donde las cuerdas y las voces sonaban delgadas y desmembradas. Los metales, ¡esos cornos Dios mío¡, los alientos maderas, no atinaban a acoplarse y los cantantes bajos no daban, literalmente, color, cuando decían sin que nadie les creyera "Carlo il sommo Imperatore..." sin el rango y la profundidad que el Rey del Imperio donde no se ponía el sol ameritaba. No pintaba bien el panorama. Verdi no aparecía todavía. El bajo Alejandro López entro con seguridad y aplomo con voz llena y plena y la esperanza de que se compusiera la cosa asomó brevemente. Es aquí cuando entra el tenor, Don Carlo, nieto e hijo de reyes, quien doliente expresara su queja "Io l'ho perduta..." ¡La he perdido¡ pues su padre le ha robado a la prometida esposa para si mismo. El público no sabe que hacer pues al aplauso y ovación al tenor internacional lo detienen la música que continúa sin pausa y los reclamos de los conocedores a los acelerados prematuros. Viene bien Ramón, nos decimos. Con paso firme y pisando fuerte su canto plañidero y doloroso llena la sala de cálidos colores envolventes. "Io la vidi..." Yo la vi y ante su sonrisa me pareció ver brillar el sol...canta Vargas como lo esta haciendo ahora en el Metropolitan de Nueva York donde canta la ópera completa. Y le creemos. Su drama de desamor, su acercamiento incestuoso y pecador, edípico y culpable, le duele y nos duele.
Ya entra su fiel amigo Rodrigo "E lui¡ desso¡ l'Infante¡ ¡Es él, helo aquí, el infante¡ en la voz y presencia del barítono Geoge Petean, nacido en Rumania, que escucha la confesión del enamorado imposible de su madre la reina. Y luego se juraran ambos amigos amistad eterna hasta la muerte en el brillante y justamente famoso dúo de Don Carlo y Rodrigo "Dio, che nell'alma infondere..." Dios que en nuestra alma quisiste infundir amor y esperanza... y como que el concierto empieza a subir de nivel en este pasaje donde las voces se amalgaman en el juramento fraterno. Sigue luego el aria de Rodrigo "O Carlo ascolta...Io morro" Oh Carlo escucha...moriré...bien cantado por Petean.
Sigue luego otro dúo entre Don Carlo y su amor imposible, Elizabetta, la soprano estadounidense Joanna Paris, debutante en este teatro, "Io vengo a domandar...Yo vengo a suplicar un favor a mi reina...donde los frustrados amantes platónicos esconden sus pasiones amorosas en formulas pretendidamente convencionales. 
No ayuda nada la orquesta a la soprano Paris, rubia beldad fría, en su aria "Tu che la vanita...Tu que las vanidades del mundo conociste y gozas de la tumba... quien se muestra insegura y tiene que luchar con los alientos maderas, flauta y clarinete solistas, que desafinan y descuadran el canto incierto y no muy grato de la primeriza en el foro mexicano. Confieso que no me gustó la joven principiante en esta su primera intervención solista.

El segundo toro empitonado, negro zaino y veteado espera a nuevos diestros y siniestros.Un ballo in mashera "Un baile de máscaras" del que escucharemos la parte central de la escena en la mansión de Ulrica, la maga, a donde asisten disfrazados los cortesanos del gobernante Riccardo. Aquí Ramón Vargas luce espléndido como un verdaero tenor verdiano. Su canto noble y matizado, su estilo elegante y preciso, su sobria bonhomía interpretativa, el placer del belcanto adornado con sutilezas regocijantes al oído del alma nos hacen creer firmemente que nos encontramos frente a un gran artista cuya madurez vocal podemos disfrutar a plenitud. "Su, profetessa...Di tu se fedele...E sherzo od è follia...O figlio d'Inghilterra... " donde alternan con Vargas George Petean, Renato, Belem Rodríguez, Ulrica, Zaira Soria, Óscar, Óscar Velázquez, Sam, Alejandro López, Tom, y Martín Luna, Silvano. Todos cumplieron muy bien sus partes menos el barítono Martín Luna que pasó tal vez la peor de sus noches pues para su desgracia mayúscula no pudo dar una nota en su lugar en el minuto más atroz que hemos escuchado en mucho tiempo, verdaderamente indescriptible: no creemos que se pueda cometer tal número de errores, ¡todos¡, ni proponiéndoselo, en tan poco tiempo. Y no exagero. Lamentable episodio que no olvidaremos ni olvidará el accidentado "cantante". 

CONTINUARA...

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