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viernes, 28 de junio de 2013

Don Ramón, o el arte de la procrastinación

UDice el proverbio que el camino del infierno está plagado de buenas intenciones. A dos meses de su designación como director de la Ópera de Bellas Artes (OBA), y de informarnos que ya se contaba con un diagnóstico de la situación de esta institución y del género en el país, el tenor mexicano don Ramón Vargas dio una entrevista al diario Reforma en la que habla, por fin, de lo que pretende hacer en su calidad de flamante titular. Aunque suene reiterativo, hay que volverlo a decir: cuando la noticia llegó, no sólo el propio tenor mexicano sino sus fans y seguidores aplaudieron su llegada como la del nuevo mesías que redimiría a un pueblo infiel y destorlongado. El optimismo de estos hizo que quienes desconfiáramos de que su sola llegada cambiara algo fuésemos vistos como "enemigos de Ramón", seres malignos y sin fe a quienes el mismo Baal nos guiaba con malsana pasión. Dos meses después, don Ramón ve el toro que le espera en la lidia, y ya su propio optimismo parece menguar, y su discurso, atemperado por la realidad, ya no es el mismo. Ya no habla él (aunque el viejo bufón del emperador chino sí) de corruptos sino de inercias y de la necesidad de un cambio. Ya se percató que el mundo real es más complejo que ese que vemos sobre el escenario, necesariamente lleno de clichés, y donde los matices, tal y como aquí lo hemos dicho, son parte esencial del paisaje; todo lo cual sólo ha matizado un poco su discurso, pero la obstinación de ser el descubridor de un nuevo continente a pura fuerza de voluntad se mantiene, aunque sea disimulado.

Pero el mundo que don Ramón promete es muy similar al que él suele encarnar sobre los escenarios del mundo: sin matices. No entraré en detalles argumentativos como su enojo porque todo se debe justificar, hasta la compra de un tornillo. En principio, todo suena muy bien. Conseguir "no menos de cien funciones [de ópera] al año fuera de Bellas Artes". ¿Quién en su sano juicio podría no estar de acuerdo con ello? 

Por principio, plantea la creación de un fondo, a través del FONCA, al que aportarán los teatros y los estados. Eso le[s] va a dar derecho a tener acceso a nuestras producciones". Y agrega: "A partir de ahora, las producciones de Bellas Artes serán modulares para adaptarse a cualquier escenario. "Es una manera de optimizar esfuerzos y recursos". Insiste en que hay al menos 33 teatros donde se puede representar ópera en el País. Planea un simposio, en enero, con la idea de articular una red de teatros. 

Todo suena muy bien, pero las dudas persisten, y son las mismas que se formularon desde el primer día: ¿hay en verdad 33 teatros en el país (uno por estado) para montajes de ópera? Si los hay, ¿por qué no ha dicho cuáles son y en qué condiciones se encuentran? Ya pasaron dos meses, y no ha sido capaz de enlistarlos. Ya volveré sobre el pasaje enfatizado en la cita, para demostrar lo que realmente hay detrás de su idea renovadora de la ópera en nuestro país.

Luego, dice en la entrevista: 

Y no descarta cantar en algún título de la temporada. "Cantaré alguna cosa, seguro", defiende. "Lo que es muy importante es que sepan que no necesito tomar esta posición para poder cantar. Quien me acusa de eso me parece más ignorante que el burro". 

Pues no, se equivoca de cabo a rabo don Ramón. Él es quien es más ignorante que un burro. Un funcionario público, y él lo es ("ya no es él ni su casa es ya su casa" dice García Lorca), no puede contratarse a sí mismo. Él, que pretende darme lecciones de legislación internacional cuando ni al caso viene, que lea la legislación mexicana; o que le pregunte a otros colegas suyos, como Sergio Ramírez Cárdenas, o a Eduardo Soto Millán, porqué el primero no dirige la Sinfónica Nacional, siendo subdirector del INBA, o al segundo porqué ha cancelado estrenos de obras suyas para el Foro de Música Nueva que ya estaban programadas con antelación, y si le crecen la orejas y mueve la cola, pues ya sabrá por qué. Don Ramón, no sea pinche necio y obcecado: si usted canta en una función de ópera, incluso sin cobrar, estará violando la ley vigente. Consulte el departamento legal del INBA para que le den una lección y aprenda algo, que siempre se está a tiempo de aprender nuevas cosas. No se comporte como su bufón de cabecera.

Luego dice:

Ya ha dicho que su labor como director artístico no le impide hacerlo. Toma como ejemplo al tenor Plácido Domingo, quien compaginó su labor como director de la Ópera de Los Ángeles y de Washington con su carrera como cantante.

Vargas asegura contar con el apoyo de los grupos artísticos. Así se lo han manifestado los representantes del coro y la orquesta.

"Llevo toda la vida trabajando en las entrañas de los teatros, que no sea éste (Bellas Artes) no significa que no entienda cómo funcionan", zanja.

No importa qué le hayan dicho los grupos artísticos ni si le prometieron invitarle garnachas en el metro Hidalgo después de cada función: Usted no puede cantar como funcionario, porque equivale a sacar provecho de su puesto, firmar un contrato de proveeduría con una empresa de su propiedad decidiendo por la libre el costo y las condiciones. ¿Se da cuenta, don Ramón, porqué se debe justificar cada tornillo y cada pluma comprada cuando usted forma parte de una institución gubernamental en México?

Y el ejemplo de Plácido Domingo no le favorece, y nuevamente lo muestra como un ignorante que compara peras con manzanas. Las dos compañías donde trabaja, dirige y canta el ahora barítono español, son empresas privadas, por un lado; por el otro, incluso si fueran estatales, hay que ver qué dice la legislación de cada estado para ver si eso está o no prohibido. Y en tanto usted no nos diga, con su eximia sabiduría en textos legislativos internacionales, qué dicen las legislaciones respectivas, sólo hablará como perico, repitiendo mitos urbanos.

Volvamos a la parte que líneas arriba enfaticé.

Plantea la creación de un fondo, a través del FONCA, al que aportarán los teatros y los estados. Eso le[s] va a dar derecho a tener acceso a nuestras producciones.

Aquí es donde la puerca tuerce el rabo, y donde el magnífico plan de don Ramón deja escapar un tufillo de añejamiento como de medio siglo, por lo menos, y se vincula con lo de los 33 teatros en que se darán funciones en el país. Nos dice que será la OBA la que fungirá como centro de gravedad, y, vean la trampa, se creará "un fondo, a través del FONCA, al que aportarán los teatros y los estados [... lo que les] va a dar el derecho a tener acceso a nuestras producciones". Es decir, en forma tripartita los estados donde se harán las futuras funciones de ópera pondrán dos de cada tres pesos para esas funciones, y la OBA sólo uno. Si mayoritariamente cada estado pondrá más dinero que la OBA, ¿para qué diablos podría ningún teatro o casa de ópera local querer contar con la participación de la generosa y desinteresada ayuda que les va a proporcionar don Ramón y su flamante OBA? Tú pones dos pesos, yo uno, y te presto mis juguetes, parece decirnos don Ramón. Esto por un lado. Por el otro, hay otro aspecto que huele mucho peor, y es el desprecio por las experiencias locales. 

Don Ramón supone que fuera de México todo es Cuautitlán, y que el resto del país es un páramo inmenso ("el desierto, el desierto, el desierto", diría el clásico) habitado por salvajes a los que hay que educar desde el centro, porque ellos mismos no saben ni rascarse el trasero. Lo que hay detrás de la visión de don Ramón es el regreso del paternalismo a los estados de la república. Parte del principio contradictorio de que en los estados, pese a contar cada uno con un teatro adecuado y en perfectas condiciones para hacer montajes operísticos, no hay gente capaz de desarrollar proyectos dignos, independientes de lo que el centro del país tiene que ofrecer. Y como no hay, pues hay que actuar como usurero: teatro y estado se ponen la del Puebla, y si se logran poner de acuerdo, el magnánimo don Ramón les permitirá entrar a la fiesta, que es de traje.

Ni por aquí le ha pasado en la cabeza a nuestro nuevo mesías que en el interior de la república podría (y hay) proyectos tan dignos o más que el que él pretende imponerles desde el centro del país. Imponer no sólo la producción sino también los elencos, aunque la Cacademia de ópera de don Ramón suene más a reality de TV Azteca, y salga a los estados a buscar participantes, al estilo American Idol, con el propio don Ramón en lugar de Britney Spears como jurado. De esta nueva escuela pato saldrán los grandes del futuro que conquistarán el mundo del canto lírico internacional.

Y como lleva dos meses fuera del país, elaborando sesudamente su proyecto, no está enterado de que en Sinaloa existe la mejor academia de ópera del país, y que ya desde allá han expresado su absoluto desacuerdo en recibir los generosos donativos del padrino teletón de don Ramón ni que les impongan cantantes, tal y como hizo con Joanna Paris en las funciones de Il Trovatore, o como ya lo hizo con su cuate de la ópera de Bratislava, el serbio Sbra Dinic, con quien tiene jugosos negocios anuales, y quien dirigirá, a costa del contribuyente, la orquesta del teatro de Bellas Artes, hospedaje y viaje en primera clase incluidos.

Con todo esto don Ramón da cuenta de su educación priísta, aunque haya dicho que él es apartidista y apolítico, que no concibe el crecimiento de polos culturales independientes en el país. Y aquí el ejemplo de las óperas de Dallas y Washington vienen muy a cuento, porque igual que el Met de Nueva York, la ópera de Chicago o la de San Francisco, y hasta la pequeñísima de Palm Beach, son ejemplos, todos, en diversos grados, de polos culturales independientes unos de otros y que obedecen a sus propias necesidades, deseos y posibilidades de desarrollo. Ninguna de ellas depende del presupuesto que desde Washington les puedan enviar. Cada una de ellas se rasca con sus propias uñas y consiguen sus propios elencos, hacen sus propios montajes, tienen sus propias orquestas, escenógrafos y elencos, y contratan a figuras de talla internacional en la medida de sus presupuestos. Y poniéndonos el ejemplo de esas dos óperas estadounidenses como modelo, don Ramón quiere que su proyecto operístico se mueva en sentido inverso, regresando unos sesenta o setenta años en el pasado, cuando papi gobierno lo daba todo. Vanguardia pura, envidia de Bayreuth o La Scala. Allí está la inteligencia de don Ramón a la vista de todos sus súbditos, quienes no pueden controlar sus lágrimas, o esfínteres, y lloran a moco tendido de la emoción.

Pero por si algo faltara, está el ejercicio de procrastinación, es decir de posposición, puesto en marcha por don Ramón:

Pide paciencia. En tres años, deberán verse los resultados del proyecto que encabeza como director artístico de la Ópera de Bellas Artes. Nada, ataja, se arregla de un plumazo.

Y como ya dijimos, parturien montes, esta historia ya la vivimos y sabemos cómo acaba. Ustedes recordarán cuando aquel que prometió defender el peso como perro, al empezar su sexenio les pidió lo mismo a los pobres del país, que le tuvieran paciencia, y seis años después, también con lágrimas en los ojos, les pidió perdón por no haberles cumplido ("es que no me tienen paciencia", diría el Chavo). Y parece increíble que don Ramón haya desperdiciado miserablemente dos meses de trabajo estando en Europa, cuando pudo haberlos usado para recorrer el país y entrevistarse con cantantes, funcionarios, promotores culturales, críticos musicales (no nosotros, nosotros somos unos pinches perros rabiosos) y ladillas que buscan boletos gratis, y ahora nos salga con la batea de que en tres años deberán verse resultados. Tres años es lo que dura una legislatura en la Cámara de Diputados, una alcaldía, tres años es la mitad del sexenio de Peña Nieto y del de Mancera en el DF, y es el penúltimo año de una presidencia en Estados UnidosPeña Nieto y Mancera presentaron con bombo y platillo los resultados de sus primeros cien días de gobierno, y don Ramón, faltando mes y medio para cumplir los cien primeros días en su encargo nos dice que le tengamos paciencia, que dirigir la OBA es más complicado y cabrón que dirigir un país o su capital. 

No son ganas de joder, don Ramón, es sólo que el chocolate espeso, y las cuentas claras, y hasta el momento, pues nada de nada con usted.

2 comentarios:

  1. Lo que vemos es el resultado de tener a un cantante (su excelencia como tal no está en discusión) que por más internacional y/o empapado en el mundo de la ópera que esté, no implica que sepa algo administración pública. El señor, que como artista tiene todo mi respeto y admiración, qué sabe de política cultural; hay gente que siendo artistas han dado maravillosos resultados (porque en realidad se pusieron las pilas o porque Dios les ayuda), pero la realidad es que no saben y quizás no tendrían porque saber como se manejan los organismos públicos "aunque" sean los culturales. El señor Vargas debe decidirse entre seguir su carrera artística, ponerse a estudias algo de política cultura o por lo menos lavarse las orejas para escuchar a quienes verdaderamente quieren y pueden hacer algo por la ya de por sí jodida política cultural de nuestro querido país.

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  2. Proyecto centralista, megalómano y rocambolesco. ¿Los institutos de cultura de los estados van a querer dar sus dineros para pagar viáticos y gastos de mano a los grupos artísticos de Bellas Artes que ya tienen sueldos mensuales? Política y económicamente para los institutos estatales es más urgente atender el desarrollo de sus grupos artísticos locales.
    Además el FONCA fue creado no para pagar los espectáculos del INBA sino para que los creadores y artistas independientes desarrollen sus proyectos personales y comunitarios. El propósito, el fin primero y último para el cual el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, FONCA es invertir “en los proyectos culturales profesionales que surgen en la comunidad artística; ofrecer fondos para que los creadores puedan desarrollar su trabajo sin restricciones, afirmando el ejercicio de las libertades de expresión y creación”. Que no quiera Bellas Artes quitarle esos recursos al los artistas independientes para dárselo a quienes ya están en su nómina y con garantías de seguridad social y todo tipo de gastos médicos (hasta anteojos). A los músicos, cantantes y técnicos de Bellas Artes hay haerles pagos extra por sacarlos a trabajar fuera de su recinto ¿lo saben ustedes lectores verdad? Ya lo intentamos en nuestro Estado y nos salía más caro que traer a la ópera de otro país. Y si el Fonca lo permite pues sería desviación de fondos públicos ¿no?

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