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sábado, 6 de julio de 2013

¿Los puntos sobre las "íes"?

Durante el pasado proceso electoral de 2012, en redes sociales proliferó la parodia de cambio de horario diciendo que con la llegada del PRI habría que retroceder el reloj setenta años. A la luz de las reformas legales aprobadas y otras que están por llegar, pareciera que ese lapso quedó corto y ya casi llegamos a los albores del siglo XIX, cuando la Iglesia era la máxima autoridad en el país. Pero, sin llegar a esos extremos, en la vida cultural del país vemos ese retroceso en varias actitudes, producto, comprensiblemente, de la educación cívica que algunos de los personajes a reproducir a continuación tuvieron (perdón por mi barroca forma de pensar, y por tanto de escribir).

Y mientras leo las palabras de la Sirena barbada, como ya se le conoce a Manuel Yrízar en el medio, no puedo dejar de imaginarlo como una suerte de trasnochado Tiresias posmoderno... con la diferencia de que aquél estaba ciego y era sabio, y éste se niega a ver y es un obtuso. Y reenviando con malsana iniciativa la "entrevista" que le hacen a Ramón Vargas en El Economista, no dejo de pensar que la vida democrática y el derecho al disenso, al pensamiento crítico, al sano y necesario ejercicio de escrutinio a que debe ser sometido todo funcionario, les son ajenos no sólo a Manolito Yrízar, quien en sus delirios se dice de izquierda, pero no sabe un carajo de pensamiento crítico ni dialéctica, sino al propio Ramón Vargas, no se diga del "periodista" que lo "entrevista", Ricardo Pacheco Colín.

Dice Yrízar, lleno de malsana emoción, conteniéndose de no orinarse en los pantalones, convertido en encargado honorario de la sala de prensa del maestro Vargas:

Que bueno que Ramón Vargas hable con toda claridad contestando de paso a algunos que con afán protagonista monologan grandes parrafadas sin ton ni son, tonantes y vociferantes, admonitorios y rimbombantes, pontificando y regañando al recié...n [sic] nombrado director artístico, culpado de todo lo que no ha sucedido pero piensan que sucederá. Lamentable espectáculo el de esos conspiradores disfrazados de sesudos criticastros que conjuran y ríen divertidos en sus Blogs y en las redes sociales chistoreteando divertidos sus puntadas supuestamente simpáticas y frívolas. Aquí Vargas pone los puntos sobre las "ies" y nos dice cuales son propósitos y sus expectativas. Con palabras sencillas exentas de poesía bucólica responde a algunos de sus criticones a destiempo que ya cansan y aburren con sus ataques gratuitos donde exorcizan sus demonios interiores ¿o exteriores?

¡Guau! ¡Qué pieza de prosa magistral nos entrega Manolito! Parece que quiere congraciarse con Ramoncito, para que le dé el tan ansiado y anhelado "maíz" (tenga piedad, maestro, Manolito lleva dos meses y medio defendiéndolo 'de a gratis'; no sea gacho, Manolito no recibe los cien mil pesos que sí recibe Lázaro Azar para que mantenga su bocaza cerrada, ¿o a poco cree que guarda silencio por pudor y decencia? Pregúntele a su jefe y verá que es cierto).


Es tan magistral la prosa maicera (¡has creado un nuevo género literario-periodístico, Manolito, la prosa maicera, por la cual serás recordado!) de la sirena barbada que no sé ni por dónde empezar. "Afán protagonista", dice el maicero, con esa pluma guajolotera que engrandece la historia del periodismo nacional, sin percatarse que el que sueña con los reflectores es él mismo: se toma fotos con Ramoncito, con la Joanna Paris, sin hablar un carajo de italiano o de inglés, como adolescente que se retrata con su grupo favorito para presumirle a sus amigochos de su cercanía con la farándula operística, de la cual yo no formo parte, como me reprochó, y a la cual me importa un pepino pertenecer (comportamiento infantil, no distinto del que Lázaro Azar muestra en sus álbumes fotográficos, y que evidencia una mente infantil y fetichista). Es él quien va como poseso a todos los ensayos donde pueda estar su Mesías para fotografiarse con él y busca desesperadamente que lo inviten a esas opíparas cenas de que goza Ramoncito y a las que él sólo llega como el limosnero que en el fondo es.

Después dice, tratando de ganarse esas cenas y el maíz que cree le arrojarán desde esa mesa a la que él no está invitado:

Lamentable espectáculo el de esos conspiradores disfrazados de sesudos criticastros que conjuran y ríen divertidos en sus Blogs y en las redes sociales chistoreteando divertidos sus puntadas supuestamente simpáticas y frívolas.

Él, el conspirador que perdió lo más por lo menos y que no sabe usar el lenguaje ni entiende de palabras, se burla de lo que significa un sano ejercicio de crítica al proceder de un funcionario público. El lamentable espectáculo es otro: el del viejo que, expulsado de todas partes, no sabe argumentar, acerca la mano a la fiesta a la que nunca podrá entrar y al festín al que jamás será invitado por su propia condición.

Pero este comportamiento lamentable y patético es fruto de esa educación priísta en que Manolito vivió y todavía vive: de quien espera la llegada del iluminado, el Mesías que salvará del desastre absoluto lo que los anteriores gobiernos no pudieron hacer, y de paso, entrar a la nómina, porque ya sabemos, desde tiempo inmemorial, que vivir fuera del presupuesto es vivir en el error. Todos conocemos ese comportamiento, y lo reconocemos cuando lo vemos.

En la literatura de nuestro país, que Manolito no ha leído porque ahí no hay farándula ni lentejuelas ni nada de lo que a él le apantalla, se recogen innumerables ejemplos de esos comportamientos serviles y lacayunos, de quienes se arrodillan ante el poder del "supremo gobierno, que nunca se equivoca y siempre tiene la razón", como retrata la novela La vida inútil de Manuel Yrízar, ¡ay, perdón!, quise decir La vida inútil de Pito Pérez. Y si Manolito ya anda tras del maíz, no sorprende que la entrevista a su redentor tenga el mismo todo de abyección periodística que todos conocemos, de revistas chantajistas como Quehacer político, maestras en el arte de la lambisconería y babear feliz por leer adecuadamente la mente brillante del entrevistado. Se trata de otra pieza maestra que fue escrita hace dos días, pero que parece provenir de tiempos de Echeverría o López Portillo, o incluso antes, cuando ejercer el periodismo era peor que ser una puta en una esquina (con el perdón de estas trabajadoras).

El autor de esta perla del periodismo, que a algún profesor de la carrera de periodismo podría servirle en sus clases como ejemplo de lo que no debe hacer un periodista moderno en una entrevista, se llama Ricardo Pacheco Colín, y tiene un principio fulgurante, de arrebatada pasión, como para justificar el maiceo (sí, Manolito, lo que tú haces de a grapa, otros lo hacen cobrando, y muy bien al parecer) recibido de quien se presta al lucimiento ajeno ("¿lo estoy haciendo bien, patrón, o me empino más?", parece querer decir):

Hace unos treinta años, el tenor Plácido Domingo afirmó, apocalíptico, que la ópera mexicana no tenía remedio, que había que “barrer con todo” y empezar de nuevo.
Sin embargo, una jugada muy inteligente de Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Conaculta, al colocar al tenor Ramón Vargas al frente de la Ópera de Bellas Artes, permitió abrigar una esperanza antes de la catástrofe.
Por lo que Vargas bien podría repetir sin ser él le roi de la France: après moi, le déluge. Pero la decisión de Tovar al mismo tiempo vino a mover el piso a los grupos que han medrado con la ópera. [énfasis nuestro]

¡Guau! Pepe le pú, como la ve tú, ¡hasta con palabras en franchute y toda la cosa! Pero, ¿a que no saben qué? Que este tono (este sí, Manolito) rimbombante y prosopopéyico ya lo conocemos. ¿Se acuerdan cuando hablamos del exitoso concierto de Alondra de la Parra en París del que el Asalariado Lázaro Azar y su pomposa prosa periodística dieron cuenta? Pues este es ese mismo estilo arrastrado, zalamero, oficioso, que destila baba hasta por los sobacos, y que ni Lázaro Azar ni el señor Colín inventaron pero ejercitan con consumada maestría.

De un solo y magistral plumazo, el señor Colín se arrastra zalamero y nos anuncia, como quieren hacer creer Vargas y su barbada sirena, de que ya está entre nosotros, infieles y rejegos, el Mesías, el redentor de esa patria llamada ópera. "¡Yo no les voy a fallar, por ésta (haciendo la cruz con los dedos y llevándola a su boca) que ahora sí les cumplo!", parece querernos decir en su prosa maestra. "¡Arrepentíos, pecadores!", es el mensaje subyacente (este sí, Manolito, este sí es admonitorio), dirigido a esos grupos que han medrado con la ópera, en el frenético arranque de esta obra maestra para la posteridad. No es clase de análisis periodístico, pero ya he señalado varias de las virtudes de este texto señero del periodismo actual. 

Y por si alguna duda les quedaba de la habilidad prestidigitadora arrastrada del señor Colín, vean cómo concluye su arenga patriótica:

Tal es el origen de los rumores y malas leches que circulan por ahí. Y si a esto agregamos las voces de los radicales que quieren que el gobierno federal fracase en cultura, bueno… [énfasis nuestro]

Cómo creen que iba a concluir sin arrastrarse ante el gobierno, con una conclusión digna de Aristóteles: Si a es tal cosa, b, entonces, yo me arrastro.

El tono abyecto y servil que manifiesta el arranque de esta entrevista suena a periodismo rancio, a aquellos periodistas que en tiempos de Echeverría defendían el himen presidencial con vehemencia digna de mejor causa. ¿Para quién si no es para su patrón, es decir, quien lo chayoteó, está dirigida esa admonitoria sentencia contra las voces de los radicales que quieren que el gobierno federal fracase en cultura? Lenguaje, vocabulario y obscenidad priístas, tres en uno, a la vista de todos. Pero Ramón Vargas no se queda atrás. No, al menos, el de esta entrevista.

Sus palabras, llenas de sabiduría, nos remiten al mundo del pensamiento mágico, y comienza con sesuda analogía del Dalai Lama, pero igual pudo haber citado a Paulo Coelho, ya entrados en gastos, y de inmediato pasa a la defensiva:

“A mí lo que me sorprende es que haya gente que ni siquiera da tiempo a que los proyectos despeguen y ya los está atacando. ¿Cómo vas a criticar el espectáculo si todavía ni se levanta el telón? Estamos empezando un proyecto que va a durar seis años, pero a los dos meses ya quieren tener resultados. Ni que fuera mago”.

Maestro, usted, como su anciano perico, tampoco sabe usar el lenguaje, y como cantante sólo repite lo que otros escribieron, así que no me sorprende su pobreza discursiva, tan lamentable como la de su sidekick. Nadie ataca su proyecto, del que todavía no sabemos más que lo que ha nebulosamente declarado en entrevistas chaqueteras, a modo, como esta que estoy comentando. Y si dice que no se ha levantado el telón todavía, ¿entonces el lamentable espectáculo de El trovador que recién se escenificó en Bellas Artes qué fue, un espejismo? No atacamos, sino que criticamos el paupérrimo montaje región 4, con perdón de la región 4, que estuvo a cargo de su naciente Administración. Lleva usted dos meses en el cargo, y desde el primer día usted y su muñeco de trapo viejo han cacareado el huevo como si fueran gallinas ponedoras, y sus cliqueros, como Manolito, no han dejado de insultarnos a quienes simplemente le hemos cuestionado. Dos meses, y el primer resultado es uno de los más lamentables que hayamos visto en muchos años. Sólo hemos preguntado, ¿así va a seguir usted, con esa clase de montajes? ¿No que ahora sí íbamos a saber lo que es ópera de verdad? Sepa usted, ya que lo pregunta, que lo criticamos desde el primer día igual que en este país se critica a todo funcionario público, desde el presidente de la República, a quien se le criticó desde un año antes de llegar a la presidencia.

Después, en un tono que ya conocemos porque lo hemos oído de nuestros políticos priístas, leemos la siguiente autodefensa:

“Yo estoy aquí no porque lo necesite. No necesito del trabajo o el dinero, ni necesito estar aquí para poder cantar. Lo hago con apertura porque no tengo esas prioridades; es decir, no pienso que debo mantenerme (en el puesto) porque con eso mantengo a mi familia y más vale no mover las cosas. No, por fortuna eso me da la fuerza y la libertad para tomar decisiones”. [énfasis nuestro]

Pues qué caray, maestro, pero no es la primera vez que escuchamos palabras muy similares de parte de nuestra clase política: "yo no tengo necesidad, es el pueblo el que me lo pide", y allí van a sacrificarse porque se los pidieron, y los resultados están a la vista. Y ahora usted mete hasta a su familia como prueba irrefutable de que ahora sí, todo va a ser distinto. Permita que me ría en su cara, pero ya he oído esa cantaleta muchas veces; y permita que dude de sus palabras basado en mi experiencia y conocimiento de nuestra historia. ¿Nomás porque usted lo dice debo/debemos creerle? Por favor, no soy su lacayo ni me apellido Yrízar para que me tome el pelo como un recién llegado. Sus argumentos en este párrafo son retórica pura, sofismas baratos.

Después toma la delantera y sale al paso con la siguiente perla:

Responde a las críticas que no reparan en que durante decenios hubo directores (de la Compañía Nacional de Ópera) que vivían en México, pero que por los resultados “solamente calentaron el asiento”.

Como buen priísta de clóset, el maestro arroja la piedra y oculta la mano. "Hubo directores", ajá, ¿porqué no da nombres? Ah, porque a esa pregunta usted responderá igual que lo hacían aquellos que, al referirse a "quienes quieren dividirnos, los enemigos de México", y se les cuestionaba sobre quiénes eran esos peligrosísimos enemigos respondían: "ustedes los conocen". No, pos sí. ¿Y porqué, maestro, entonces, varios de esos emisarios del pasado que nomás calentaban la banca con costo al erario ahora trabajan en su equipo? ¿O es que no todos eran tan malignos y corruptos como señala su babeante bufón? Varios de ellos dieron resultados dignos de aplauso, y nos entregaron producciones como Rusalka, La mujer sin sombra o Muerte en Venecia dignas de La Scala o la Ópera de La Bastilla. Si usted se enteró o no, o si acepta que hubo esa clase de producciones región 1, entonces no puede salir y decir que todo estaba mal, pésimo, y que hay que derribar el templo hasta que no quede piedra sobre piedra. ¿Está usted de acuerdo en esto o sólo lo que usted dice es palabra del Señor? Esto se llama diálogo, pero también crítica, no ataques. Lección número uno.

Después, su merolico a sueldo le lleva a decir lo siguiente:

¿Lo veremos cantando? “Claro que sí. Aquí hay una confusión y qué bueno que lo hablamos. Estoy contratado como artista y al mismo tiempo debo fungir como Director Artístico de la Ópera. Yo no firmo documentos, no hago cheques, tengo una función artística. Es como el maestro Carlos Miguel Prieto, que es el Director Musical de la Orquesta Sinfónica Nacional; él tiene decisiones artísticas, pero es más, si quisiera, podría dirigir y tocar su violín, tal como lo hace Daniel Barenboim quien toca el piano”.

No, maestro; no mezcle peras con manzanas. Aprenda a argumentar y a expresarse con propiedad. Lección número dosPrimero, ¿lo contrataron como artista? Cuando contratan a alguien como artista lo hacen para un título. Si así fue, díganos por favor quién lo contrató y para que montajes en concreto, cuándo serán esas funciones, en qué fechas. Dígale ese cuento a quien se lo crea. Sólo como ejemplo de su pueril argumento, imagine usted y el lector que en la delegación Coyoacán nombran a un arquitecto como delegado, y además se autocontrata como arquitecto no para una obra en específico, sino, como usted dice de sí mismo, durante los seis años para lo que vaya saliendo, y que él mismo decida en qué obras, bajo qué condiciones y también cuánto va a cobrar. Eso se llama, clara y llanamente, corrupción.

Segundo, obviamente es falso que lo hayan contratado además como artista; fue nombrado director de la OBA, en calidad de director, es decir como un simple y llano funcionario, no muy distinto de María Cristina Cepeda o de Rafael Tovar y de Teresa, a quienes los nombraron única y exclusivamente en su calidad de funcionarios; usted en la OBA es un funcionario público, ya no puede ser cantante, por eso aquella cita de García Lorca que tal vez consideró fuera de lugar ("pero yo ya no soy yo ni mi casa es ya mi casa"); ergo, usted es sólo un funcionario y debe atenerse a sus funciones como tal. Tercero, no puede comparar el trabajo de Carlos Miguel Prieto con el suyo, ni menos con el de Daniel Baremboim. Usted dirige una compañía de ópera del sector público, y no se puede autocontratar. Usted y Carlos Miguel Prieto son también funcionarios públicos, pero en las funciones del cargo de aquél está la de dirigir la orquesta; pero orgánicamente el cargo que usted detenta, el de director de la Ópera de Bellas Artes, no incluye esa prerrogativa;  su trabajo está sujeto a la legislación correspondiente así como a la vigilancia de la Secretaría de la Función Pública, que expresamente está allí para evitar que los funcionarios saquen provecho en nombre propio debido a sus funciones. 

Ya le dije una vez, y se lo vuelvo a repetir, con ejemplos, lo que colegas suyos en cargos similares han hecho, como Eduardo Soto Millán, por ejemplo, quien canceló estrenos de obras suyas en el Festival de Música Nueva que estaban programadas con un año de anticipación porque fue nombrado director de ese Festival. Él no iba a dirigir el estreno ni iba a tocar ningún instrumento, pero no se apoyó retóricamente en el barato argumento de que esas obras "ya estaban programadas"; con un alto sentido del deber y de una ética más profesional que la de usted, canceló los estrenos, y las razones que nos dio a quienes supimos del caso fue que lo hizo por ética, para que nadie pensara que se aprovechaba de su cargo para autopromoverse. Otros funcionarios se han abstenido de promover a sus esposas como intérpretes, pese a que podrían hacerlo, por razones similares, es decir de ética y respeto a las leyes vigentes. No le enumeraré la lista de artistas que ocupan cargos directivos y administrativos en el CNCA y el INBA que no se promueven y aprovechan de sus cargos.

Pero usted sigue insistiendo con argumentos retóricos y pueriles (que como sabe significa infantiles, del latín puer, niño) que se va a parar en el máximo escenario del país porque blablablá. Ya le pregunté en su momento, y se lo vuelvo a preguntar públicamente, ¿porqué su ética profesional es distinta a la de sus colegas? ¿Porqué insiste en violar la ley? ¿Qué va a ganar, salirse con la suya y al final sacarnos la lengua como su barbado bufón en su foto de Facebook y burlarse de todos, sabiendo que no lo van a castigar? ¿Va a perpetuar, maestro Ramón Vargas, con su ejemplo y comportamiento, con su obstinación, la impunidad imperante en este país? ¿No le importa ensuciar su nombre de esa manera? ¿No ve usted la larga lista de afrentas y atropellos cometidos en este país a diario, donde tantos funcionarios hacen lo que se les da su regalada gana? ¿Es eso lo que quiere hacer? Dígame, ¿no tiene usted decencia ni respeto hacia una sociedad en estado de absoluta indefención por el abuso permanente de funcionarios de toda ralea? ¿No está enterado del caso Granier y su secretario de Finanzas y el obsceno desfalco al erario público, de la afrenta que eso significa a la nación, y de casos similares en Michoacán, Coahuila y otros estados donde la impunidad parece garantizada? ¿No está su bufón ladrando todo el tiempo de actos de corrupción que él considera oprobiosos pero calla ante semejante obscenidad ya anunciada por usted? ¿Qué hace falta para que abra los ojos y vea hacia dónde se está moviendo? ¡Dígame qué hace falta! 

Y aquí, maestro, honor a quien honor merece, si usted hubiera cantado el papel principal del Trovador, sin duda hubiera sido infinitamente mejor que el que cantó Walter Fraccaro; usted prometió lo mejor de lo mejor y en vez de ver un tenor región 1, usted mismo, vimos y escuchamos un tenor región 4, un fracaso de tenor. Eso no significa, maestro, que yo apruebe la posibilidad de que usted le haga una afrenta más a esta sociedad mexicana que ya no siente lo duro sino lo tupido. Por eso le pido que recapacite, reflexione lo que una decisión de esa naturaleza entraña. Por supuesto, si usted canta, todos lo aplaudirán, porque usted es un gran, excepcional cantante. Eso no está a discusión. Le pido que sea sensato, humilde, no le haga una afrenta más a este pobre pueblo del que usted salió y al que no parecen respetar los políticos y funcionarios a toda hora. No se sume a esa larga lista de funcionarios cínicos que hacen su voluntad por encima de la ley.

Por cierto, maestro, no sólo no cumplió las expectativas que su babeante bufón, y en menor medida usted mismo, cacareó con el primer montaje de su Administración (¿o usted también le va a echar la culpa a otros, como su ladilla barbada hace?); tampoco cumplió con el ofrecimiento de una rueda de prensa. ¿Cuántas cosas más no va a cumplir, maestro? Su patiño barbado, el mismo de la bufa foto que acompaña esta nota, no se ha cansado de hablar por usted, de ser casi casi su vocero oficial, encargado de relaciones públicas. Y allí está uno de sus principales problemas, maestro. Que usted tiene un pasajero, o convidado, que no ha pagado su pasaje, como la mosca sobre el caballo.

En efecto, maestro Ramón Vargas, la rémora que usted carga se llama Manuel Yrízar, quien se asume no sólo parte de su equipo, sino su vocero oficial. Desde el día de su nombramiento como director de la OBA, este Dalai Lama de petatiux barbudo no ha dejado de arrastrarse como lamprea sobre el pasto recién cortado y arrojando loas y bienaventuranzas porque él por fin verá la tierra prometida, y su existencia por fin tendrá un propósito y un fin, y tanta baba acumulada útil será.

Sepa usted que no sólo habla en su nombre y lo defiende, como si usted no tuviese voluntad ni boca, y desde que inició este asunto no ha cejado de insultar a quienes no le saludamos a usted como el nuevo Mesías. Así como él siempre tuvo el derecho a no compartir mis puntos de vista, yo tengo el mismo derecho a exponerlos. Esta ladilla barbada cree que forma parte de una comunidad a la que en realidad no pertenece y a la que él se mete como polizón. Su carácter babeante le ha merecido, como en su momento le dije, ser expulsado de cuanto lugar ha sido posible: Canal 22, Canal 11, la revista Pro Ópera, de este blog, y recientemente del grupo del Coro de Bellas Artes en Facebook, cuando el señor no es cantante ni bibliotecario ni conserje ni encargado de los botes de la basura. Él cree que es un productor de ópera, pero lo único que produce es lástima. Su expulsión de ese grupo en Facebook le pesa mucho, porque él cree que forma parte de esa comunidad, pero ni entre los pepenadores lo aguantarían porque la basura se perdería. 

Su falta de profesionalismo no sólo es patente, es ofensiva, pues aunque lo han corrido de todas partes y está a unos pocos pasos de convertirse en un paria --las barbas ya las tiene, sólo le falta el poncho--, en realidad no aprende de sus errores, siempre la culpa es de otros, intolerantes, a quienes llena de improperios e insulta, sin pensar nunca en su propia conducta; y ahora se enarbola en la bandera de Ramón Vargas y habla en su lugar, siempre usando la primera persona del plural, denotando que él cree, en su barbado delirio infantil, forma parte de su equipo, arrastrando sus nombres hacia el chiquero donde gozosamente disfruta del lodo. 

Yo expulsé a su monito cilindrero por lo mismo que en todas partes lo expulsan: por su conducta deshonesta, conflictiva y antisocial. No sólo eso, se arrastra como el gusano del maíz que es y le lanza elogios a usted maestro, merecidos, sin duda, pero innecesarios, porque le obnubilan a usted y le impiden pensar con claridad. Tan tengo razón en esta observación que un amigo de su artrítico bufón le dijo lo siguiente:

Manuel, un consejo de anciano: No es cantándole "Marcial, eres el más grande" como se puede ayudar a Vargas para que haga bien su trabajo. Así sólo se le endiosa y ya sabemos lo que dan de sí los endiosados. Humildad y trabajo hacen falta. Y pocos aduladores, aunque sí quienes aplaudan lo bien hecho, que eso no es adular.

Pero su bufón, como el buen priísta de clóset que es en el fondo, sólo sabe adular y lambisconear, buscando ingresar a la nómina como se hacía en el pasado reciente. Y usted cae en el engaño del canto de su sirena barbada, en lugar de sopesar las cosas y actuar con propiedad. No pocos de los problemas que tiene son por dejarse seducir por el senecto canto de su perico en el hombro. 

Y como de lecciones se trata también el asunto, Lección número tres, para su bufón barbado predilecto. Lo que su loro parlanchín debió hacer, y usted con él, si hubiese sido un profesional de la pluma, en lugar del aprendiz de pobre diablo que es, fue hacerle una entrevista para el blog en la que usted expusiera su proyecto y expresara sus pareceres. Pero no, su loro conspiró y conspiró diciéndole lo malos y perversos que somos los que lo criticamos, y hasta la fecha lo sigue haciendo el pobre vejete, hablando en su nombre. Usted, por su parte, al no estar en el país se entera, Lección número cuatro, siempre tarde, de los incendios que se desatan en su ausencia, y su morsa babeante se dedica, en ausencia suya, a arrojar gasolina cada vez que puede, y cuando usted llega el incendio ya consumió Roma y su perico ni el Ilipuersis se sabe. Usted debió hacer lo que hace todo funcionario en este país cuando un incendio amenaza con consumir el prado, llamar a sus críticos y escucharlos, en lugar de todo lo que ha hecho.

Pero lo más grave es lo que el señor Yrízar le ha provocado a su imagen y a la institución de la que usted es responsable. Porque aunque la admiración que le profesa es genuina, también lo ciega y lo hace más necio que  una mula en una noria. Su respuesta emocional ante usted no es distinta de la que una adolescente tiene ante Justin Bieber: casi se mea en los pantalones cada vez que lo ve, contiene las lágrimas y se sopla los mocos de la nariz y quiere arrojarse al piso lleno de un fervor digno de mejor causa, preso de un furor casi incontrolable. Este celo casi enfermizo ha conducido en otros casos y regiones, en Estados Unidos, al asesinato de figuras como Selena, al acoso de Jennifer López, entre otros. 

En este caso, no es exageración decir que nunca en la historia cultural de nuestro país un fanático, y nunca mejor usado tal término que aquí, de un artista le ha causado tanto daño a su imagen pública como la que este pobre anciano en la edad de la punzada le ha provocado a la suya. Y no parece que quiera detener este comportamiento compulsivo y lamentable.

Tal vez usted no lo sepa, pero además de defenderlo de nuestras críticas, no sólo habla en su nombre, como si fuera su representante o su vocero oficial, sino, más grave aún, lanza amenazas en su nombre. No creo, maestro Ramón Vargas, que usted le haya otorgado tal poder ni autorizado a hacer amenazas, por escrito al muy imbécil, quien las realiza en su nombre, como si usted personalmente las lanzara. Esto es muy grave, maestro, porque si yo lo considero, podría interponer una acción judicial por amenazas contra su persona, pues su celoso fan, el Barbastenango de petatiux que es Manuel Yrízar, las ha proferido y puesto por escrito en comunicaciones privadas y en muros de diversa gente; él, que siempre abre ese esfínter oculto detrás de su anciana barba para ladrar sobre la responsabilidad de todos menos la suya, podría estarlo metiendo en un aprieto mayúsculo sólo por abrogarse funciones que no le competen. No es mi interés seguir esa ruta, pero le conmino a que ya le prohíba a su bufón barbado hablar y actuar en su nombre. Ya es hora de que le cambie el pañal cagado al niño Yrízar y lo mande, sin cenar, a la cama. De lo contrario, quien sabe a dónde lo conduzca su estupidez omnímoda, y con él usted, maestro. Si usted no mete a su jaula a su perico puede hacer peores estropicios, y sus consecuencias pueden ser más graves de lo que usted y yo podemos imaginar; recuerde que no hay dispositivos contra los pendejos, ellos son omnipotentes, y Manolito no conoce límites. Si usted no se los pone, nadie se los va a poner. Ya póngalo en cintura, evítese más problemas. Lo último que usted necesita es un boquifloja incontrolable que eructa pendejadas a toda hora, y que sólo le trae problemas. Necesita un control de incendios urgentemente, y lo primero es echar por la borda a semejante polizón que nomás crea estropicios.

Créame cuando le digo que su peor pesadilla se llama Manuel Yrízar.

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