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jueves, 26 de mayo de 2011

22 miniaturas, 11 estrenos, un fin de semana inolvidable

22 miniaturas, 11 estrenos, un fin de semana inolvidable
José Manuel Recillas

El pasado 22 de mayo en la Sala Manuel M. Ponce se presentó el prestigioso Ensamble Nuevo de México, un conjunto integrado por algunos de los mejores intérpretes del país, para ofrecer 22 miniaturas, comisionadas por su director, Miguel Salmon del Real, a compositores de todo tipo en el país, con un rango diferencial de edad entre el más joven y el más viejo de entre sesenta años.

Hay que señalarlo, no se trató de un recital más, sino más bien, de un proyecto musical único en la historia del país: comisionar obras breves a compositores vivos con distintos tipos de lenguajes, estéticas y formaciones musicales, y hacer visibles y audibles a esos jóvenes compositores que apenas empiezan, e integrarlos en un corpus mayor: el de la música viva mexicana de nuestros días.

Como lo ha señalado Salmon del Real en varios de estos conciertos, la miniatura podría ser un género múltiple de amplias resonancias en la música mexicana de nuestros días; en efecto, género lúdico por su misma naturaleza, permite entender de manera sintética estéticas personales ya establecidas en varios de los compositores (Enrico Chapela, Leonardo Coral, Javier Torres Maldonado, Felipe Pérez Santiago) y delinear y contrastar la de otros. Juego de Scrabble musical, suerte de cadáver exquisito que también permite el libre ordenamiento del material compositivo a fin de obtener resultados diversos.

Y eso fue precisamente lo que vimos el pasado domingo. De 22 miniaturas, ordenadas en dos bloques de once cada uno, el programa permitió escuchar obras ya estrenadas el año pasado, y otras en su primera ejecución, alternando unas con otras como iguales, sin distingos entre unas y otras, como ese diálogo generacional en el que se deben mover las distintas estéticas propuestas y adoptadas por sus autores, a la manera de un enorme caleidoscopio musical.

Hay que señalar dos aspectos adicionales al concierto que vimos y escuchamos este domingo. Al mismo tiempo se escenificaba Tosca en la sala principal del Palacio, y fue además domingo de final de fútbol. Y pese a ello, y a la llegada de una gran cantidad de aficionados a los Pumas en los alrededores del Palacio de Bellas Artes que entonaban porras y cánticos de júbilo, la Sala Manuel M. Ponce mostró no sólo un lleno total, sino que los boletos se habían agotado días antes, lo que habla del interés que este proyecto ha despertado entre el público melómano.

En este sentido, si el concierto fue altamente propositivo, la reseña del mismo no podría ser diferente. Por primera vez en cualquier revista de la web, nuestros lectores pueden ver y oír parte de lo que se tocó el día del concierto, siendo esta la primera reseña en nuestro país que incluye parte de las obras interpretadas en video, especialmente grabadas para esta ocasión, producción original de Crítica musical en México.

Entre las obras interpretadas se encuentra Mal timing, de Felipe Pérez Santiago, en cuya escritura, pero sobre todo en su interpretación, se observa la conjunción de una voz madura y perfectamente identificable, al mismo tiempo que aspectos escénico-dramáticos, como en una película, al mismo tiempo que un ludibrio innegable, que la hace perfecta para conciertos en vivo, como el que vimos este domingo.



Un ejemplo de este sentido lúdico compositivo lo encontramos en Compón cortito, así agredes menos, de Eduardo Gamboa, que desde el título mismo, pero también desde los ritmos bailables, rompe toda idea de solemnidad y academicismo.



Otra composición notable es la del propio Miguel Salmon del Real, Minder is meer, y que desde el título mismo nos refiere a la peculiaridad de este proyecto: hacer más con menos: el elogio de la economía de medios que las propias miniaturas representan, y que en este caso, vemos al autor de la obra haciendo eso que ahora llamarían algunos el triple play: director, productor y compositor.



Otra de las composiciones más esperadas de la tarde fue Lacrymosa II, de Javier Torres Maldonado, escrita en memoria de Omar Hernández-Hidalgo, uno de los más brillantes músicos que haya conocido jamás este país. Aquí vemos no sólo la conjunción de uno de nuestros mejores compositores, sino también de tres intérpretes, Ludwig Carrasco, en el violín, nuestro entrañable amigo Wilfrido Terrazas en la flauta, y Miguel Salmon del Real haciendo el cuádruple play, agregando a las tres mencionadas, la de intérprete, en el piano.



Otro ejemplo del sentido lúdico de este proyecto está en Flamingo miniatura, de Francisco Cortés, la cual, desde el principio, es vinculada con la tradición popular de la música bailable, concretamente del rock, con Rock around the clock, de Bill Halley, por el propio director del Ensamble, mostrando inteligente y lúdicamente cómo se construye la tradición musical y cómo la música “culta”, de “élite”, se relaciona con la música popular.



Otro ejemplo interesante es el de Alexis Aranda y su Miniatura cuántica, en donde escuchamos a un compositor maduro y con una voz ya reconocible y estable, algo que no puede menos que ser celebrado y aplaudido.



Estas breves muestras de lo que se vio y escuchó el domingo en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes es una muestra de las posibilidades lúdicas e interpretativas así como de la vivacidad y prodigalidad de compositores que tiene nuestro país. Resulta reconfortante ver y oír tantas voces distintas en un mismo espacio, dialogando y jugando entre ellas, con el público. Pocas veces un concierto resulta tan atractivo y memorable, y pocas veces podemos regocijarnos tanto ante el resultado.

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